Con un brazo roto…
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Patrulla de Papel

Con un brazo roto…

 


En el Tanque de Ideas desarrollamos un tema fundamental para la nueva fuerza armada mexicana, ¿Cómo se podrá adoctrinar a la Guardia Nacional en su ¿sentido de pertenencia? ¿sentido del deber? ¿principios de obediencia? alguien dijo ya en tormenta de ideas.

-involucremos las enseñanzas de Maquiavelo; usemos los mismos principios de Mauricio de Nassau- dijo otro – se escuchó -los apuntes de Gustavo Adolfo y Raimundo Montecuccoli serían de utilidad- el escribiente tomaba nota, pero quien habló primero dijo antes de darnos a la tarea de trazar algún ensayo hablemos del primer principio generador de una fuerza armada, –  Wilson, que era quien hablaba dijo – hablemos pues del mismo principio que en Prusia implantó Friedrich der Grobe; …espir de corp, – Galo Wilson observó rostros de “ahchinga” rodeando la mesa y decidió dar una explicación más llana.

-Federico II respetaba a Maquiavelo, reconocía principios de Gustavo el Sueco, disfrutaba leer a Muntecuccoli, más siempre le apostó a “el Espíritu de Cuerpo”-.

como moderador de la tenida percibí que esa estaba por convertirse en una guerra de intelectos y concurso de conocimientos de guerra y defensa, me permití tomar la palabra, Tirios y Troyanos en el Think Tank dirigieron la punta de su nariz hacia donde estaba yo y me di por autorizado anécdotas, contemos anécdotas, toda escuela militar tiene miles de esas, la única condición para que esas fábulas axiológicas sea válida para alimentar el espir de corp es que, reconozca camaradería, se digna y patriótica ah, y que esa solo se cuente entre hermanos de armas-

Hindenburg, con sobrio contacto, visual aprobó que usara yo anécdotas militares para explicar el cómo creo que se debe adoctrinar a esa fuerza armada con misiones de Seguridad Pública, va entonces una anécdota, Cd. de México, corría el segundo semestre de 1984; dentro de las impactantes del Heroico Colegio Militar 335 cadetes de 4to año sufrían tramitando físicamente el Curso Básico de Paracaidismo. Instructores de tropa de la Brigada de Paracaidistas en tres meses hacían casi reventar el alma de esos adolescentes que se preparaban para ser oficiales y paracaidistas del Ejército Mexicano. Entre los aspirantes a Paracaidistas Militares estaba un cadete chilpancingueño, Lugo Paciencia buscaba todas las formas por no estar frente a los ojos del mando ni de los instructores, sus compañeros fueron cómplices del guerrerense, todo funcionaba, Lugo desarrollaba cuanto ejercicio o acción era ordenada; hay que explicarlo, lo realmente difícil de ese curso es el esfuerzo físico, los cinco saltos desde una nave en vuelo a más de mil metros de altura era lo menos complicado, ahora, seguro usted se pregunta ¿Por qué Lugo actuaba de esa forma?.

Lugo Paciencia estaba cumpliendo la última semana del curso de paracaidismo con un brazo roto, resulta que en días “francos” fué a jugar futbol con el equipo de su barrio a Tixtla, ahí tuvo una fractura impactada de cúbito; regresó al Colegio Militar, mantuvo la fractura en secreto, si, yeso inmovilizador protegía cubito y radio más la exigencia médica pedía reposo absoluto y, ¿cree usted que las exigencias de la actividad que Paciencia desarrollaba calificaban como “reposo absoluto”; un instructor se dio cuenta, sudor frío y cierto rictus del chilpancingueño fueron los indiscretos, y cuando Lugo estaba por ser “incapacitado” tomó él la iniciativa de hablar con el comandante de la brigada de paracaidistas y, los argumentos que el cadete puso frente al señor General le permitieron a Paciencia ponerse las alas, mi General, respetuosamente solicito a concluir el curso, he cumplido a cabalidad lo que se me ha ordenado, solo me faltan los cinco saltos reglamentarios- cuando el General estaba por desautorizar que el cadete continuara en el curso Lugo agregó –soy el sargento primero de mi compañía, nada me deshonraría más que no “saltar” a lado de mis subordinados- dicen que el General Palmerín cruzó miradas con el Tte.Cor Mariano, Médico de la Brigada de Paracaidistas y en ese lenguaje de camaradas el Doctor se hizo responsable-; así lo cuenta el entonces Sargento Primero de Cadetes Hugo Plasencia.

Todavía recuerdo el primer salto, lo realice en la lideresa, de número uno, con el General Palmerín y su esposa- Hugo agrega -ese día realicé dos saltos para emparejarme con el resto de la “antigüedad” (compañeros)- y ahonda emocionado su comentario –cayendo el primero y alcancé el último grupo de vuelo y el último avión- casi 40 años después Plasencia deja ver el mismo rostro de aquella emoción, y dice –es algo que todavía recuerdo-.            

Último patrullaje. – Ejército Mexicano; 100 años para llegar a su plena profesionalización, 20 años para que la GN consolide horizontes.