Cultura debe estar primero
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Oaxaca es Cultura

Cultura debe estar primero

 


Goza de inmenso prestigio y no es raro escucharla nombrar en los discursos de los mejores eventos. Sin embargo, a la hora buena, es echada de menos e incluso puesta a un lado, como si por su relevancia e inevitabilidad fuera algo que puede esperar para después.

Se le presume. Incluso se le utiliza para mostrarse al exterior. En las ferias o en aperturas estelares, se llama a sus mejores exponentes nacionales para demostrar cómo la creatividad, el grado de talento y las fronteras derribadas por ellos, son sello general de nuestro pueblo.

Cada vez que un niño o una niña destaca por conocerla a profundidad, pensamos que el país tiene un futuro. En cambio, cuando es evidente su indiferencia sobre ella, nos invade cierto desasosiego y comenzamos a buscar culpables del terrible descuido, cuyos resultados ponen en severo riesgo la identidad y el corazón de nuestro pueblo.

Pero a pesar de su prestigio, la ilusión que provoca y la inminente importancia que representa, es verdad su postergación.
La cultura se ha postergado.

Me refiero claro a su atención en las políticas públicas y en los programas nacionales. También —debemos ser sinceros— en la educación familiar y aún en los intereses personales, dominados por otras motivaciones más proclives al entretenimiento o de plano a la fiesta sin contenido.

Más de la mitad de los mexicanos, por ejemplo, no abrió un solo libro durante un año, según cifras oficiales (Módulo sobre Lectura, INEGI, 2016).

Es decir, tanto en lo público como en lo privado, la cultura sigue siendo un asunto de segundo plano, o bien, un asunto tan relevante “que alguien lo debería estar atendiendo”, pero no hemos sido capaces de hacernos responsables de ello a plenitud, en ninguna de las dos esferas.

 

EUROPA DA UN PASO ADELANTE

En términos de las consideraciones anteriores, nuestro país no es la excepción. La batalla porque el patrimonio y la expresión cultural pasen a primer plano —que no es otra cosa que la batalla de hacer que el sentido humano de la vida y de las cosas importe de verdad—, sigue siendo una de las cruzadas más relevantes de nuestro tiempo.

Por eso me parece digna de énfasis La Llamada a la Acción de Berlín, hecha pública el pasado 22 de junio, durante la Cumbre del Patrimonio Cultural Europeo. Allí se insiste en la necesidad de que los ciudadanos, organizaciones e instituciones reconozcan la responsabilidad compartida de desarrollar la capacidad y el poder de cohesión del patrimonio cultural común para avanzar hacia una Europa más pacífica próspera, inclusiva y justa.

“Enfrentados a múltiples retos e, incluso, amenazas para los valores europeos esenciales, tal debate no puede estar basado exclusivamente sobre consideraciones económicas, políticas o de seguridad. Necesitamos ‘cambiar el tono’ de aspectos de la narrativa histórica europea. Debemos colocar nuestro patrimonio cultural común en el lugar que le corresponde: en el mismo centro de las políticas y prioridades europeas”.

Estas líneas son absolutamente reveladoras y de alguna forma adelantan en efecto el “tono” que deberíamos asumir cuando hablamos de patrimonio y expresión cultural.

¿En qué sentido? En que la cultura es fundamental en efecto por razones económicas, políticas o aún de prevención de la violencia, pero sobre todo por razones estrictamente culturales.

Nos permiten, por ejemplo, fortalecer valores comunes y comprender los divergentes; comprender y asumir nuestra identidad; alimentar nuestra sensación de pertenencia a una comunidad; funge de puente entre pasado y futuro; aporta armonía y añade belleza a nuestras vidas, entre otras que incluso pertenecen al terreno de lo intangible e inefable.

La Llamada de Berlín contempla 7 acciones concretas para impulsar en los diversos estados europeos y aún por las organizaciones adheridas.

Resalto una en particular —aunque se entiende la armonía e integralidad del conjunto—, pues la miro como uno de los faros a seguir en otras demarcaciones del planeta con carácter de urgente: el patrimonio cultural debe estar presente el máximo posible en todas las etapas educativas. “Atención especial merecen la educación en la Historia y la interpretación del patrimonio situados en un contexto amplio del pasado, presente y futuro de Europa”.

Sin esta transmisión de conocimiento y sentido es imposible exigir comprensión. Y por lo tanto, exigir diálogo, relaciones respetuosas o armonía social.

 

LA RAÍZ DE LOS  DESENCUENTROS

Debido a nuestra indiferencia por estas actividades y tareas, una gran parte de nuestros problemas y desencuentros existen o aún se han agravado.

Inclusive, esta misma indiferencia nos ha llevado a buscar la raíz de estas complejidades en lugares erróneos. Como muestra, se sondea la razón de la violencia sólo en razonamientos económicos, o bien, se explica la ineficacia de los órganos de gobierno sólo en motivaciones políticas, partidistas o hasta de modelo administrativo.

Sin embargo, la raíz siempre ha estado en otra parte. En algún dominio de la ignorancia. Y, por lo tanto, en la ausencia de comprensión y significado.

Cuando la cultura esté primero, será cuando nuestras relaciones sean más respetuosas, nuestros problemas encuentren salidas más allá del castigo, y el bienestar y la calidad de vida sean verdaderos.

La cultura es la columna vertebral del bienestar humano. Por eso, debe estar al centro. Orientando como mástil la mente de gobernantes y ciudadanos.
@JPVmx


aa

 

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