El populismo de derecha
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Mis dos centavos

El populismo de derecha

 


Durante el fin de semana una manifestación irrumpió la cotidianidad del COVID 19 en México. Un grupo denominado Frente Nacional Anti AMLO, identificado con las siglas de #FRENAA, inició con una serie de caravanas para manifestar sus ideas sobre lo que llaman “gobierno comunista” de Andrés Manuel López Obrador. 

Las filas de vehículos se apreciaron en diversas entidades del país y Oaxaca no fue la excepción, pues a pesar de ser un Estado bastión del Movimiento López-Obradorista, existe un sector que no se siente representado por el presidente. 

Las manifestaciones son necesarias para una democracia saludable, donde se debatan ideas, propuestas y se critiquen las acciones de los gobiernos en cualquiera de sus tres niveles, pero con una ciudadanía bien informada. 

Y a raíz del resultado de las elecciones 2018 y con los números apabullantes de Morena en las urnas, la novel oposición estableció su estrategia contra la nueva administración federal en las redes sociales, lo que en su discurso de victoria, López Obrador había calificado como las “benditas redes sociales”. 

Escuchaba algunas de las declaraciones que se difundieron en estas redes sociales y diversos medios sobre las personas que se manifestaron desde sus autos en Oaxaca y la línea discursiva era “estamos en contra de las políticas comunistas”, “nosotros pagamos impuestos”, “el señor quiere contabilizar alegría” y pedían que para el 30 de noviembre hubiera un nuevo presidente en palacio nacional. 

Todo el mensaje estructurado con muestras claras de lo que ha sido la estrategia de las figuras políticas contrarias a Obrador. El mensaje replicado desde campaña en que México se convertiría en Venezuela o Cuba y que todo el país apenas si ganaríamos 1,500 pesos o terminaríamos en un campo de trabajo, al puro estilo de la esclavitud en Estados Unidos. Mensajes con cierto dejo de clasismo y racismo que tanto le ha servido al sistema para mantenerse. 

Esto muestra una severa crisis en la democracia, entendida por diversos sectores de la población, y no por que esté mal manifestarse en contra de las políticas López-Obradoristas, están en todo su derecho, sino más bien en la concepción que se tiene de la democracia exigente. 

México ha vivido una crisis de representación, donde la ciudadanía ha perdido su posición como actor fundamental en la democracia. 

Y esta falta de representatividad le abre la puerta al populismo de derecha, como se ha visto con Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil, Iván Duque en Colombia o la exponencial asunción de VOX en España. 

Un populismo de derecha que promueve, esas políticas en contra del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, que busca decidir sobre la sexualidad de las personas y que a las comunidades indígenas las prefiere ver en las películas o en una galería, pero no ocupando espacios de deliberación. 

Y mientras el aparato comunicacional de la presidencia no pueda comprender la línea de discurso ideológico de López Obrador, entonces caemos en un conflicto de mensajes de odio y clasismo robotizado, es decir, en una guerra de bots por doquier, propagando un mensaje de “cualquier crítica es un ataque” y de “cualquier acción es traición”.

Unos enfurecen cuando señalan los errores del gobierno y los otros enloquecen porque el presidente promueve la felicidad. 

La estrategia comunicacional del gobierno federal ha perdido el concepto básico y no logra comprender que, en el pueblo, así como existe felicidad, bienestar y desarrollo humano, también encontramos malestar, incertidumbre y temor, por ello no se pueden generar mensajes para una masa homogénea. 

Han centrado su estrategia en defender figuras políticas más allá de la ideología misma que los llevó a la presidencia y a gobernar distintos estados y municipios del país, pero principalmente no han comprendido el discurso de López Obrador para poder difundir la importancia de conceptos como bienestar y felicidad. 

Y por ello no se trata, tampoco de impulsar el culto a un líder, sino de promover una sociedad que demande y participe, que a partir del conflicto se involucre, vigile, exija. 

Es necesario pues, romper con las nuevas élites que llegaron a suplir al statu quo gubernamental, no se puede basar la ideología de un gobierno en defender actitudes que fueron ejes discursivos de campaña. 

A las instituciones les corresponderá impulsar una sociedad participativa, exigente, que no se conforme con élites y mucho menos las idolatre, porque corremos el riesgo de caer en manos de aquellos que, al ver perdido sus privilegios, buscan sangre por doquier. 

Una sociedad informada, sabe que, en una elección, no se cambia de una rémora a otra. 

Twitter:@argelrios


aa

 

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