Si el pueblo muere, no habrá quien vote
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Opinión

Mis dos centavos

Si el pueblo muere, no habrá quien vote

 


En estos días de cuarentena, las familias en casa, las almas en espera, los sueños complicados y la esperanza, definitivamente no la encontraremos en Twitter.

A raíz de la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República, la incipiente oposición buscó aminorar la posición envidiable en la que se ubicó el Peje, baste recordar el porcentaje de votación y el margen con el cual llegó a ocupar la silla presidencial.

Y por más intentos que hicieran, nada parecía afectar la figura que Obrador consiguió forjarse a lo largo de más de 12 años de campaña.

Pero luego llegó una variable que nadie hubiese imaginado –a menos que fuese algún guionista hollywoodense– pues nos tocó un virus que si bien al principio sonaba a un problema muy lejano, poco a poco fue generando crisis en diversos países.

Y como bien dicen los estudiosos de la comunicación política que cualquier crisis es una oportunidad, esta llegó tanto al gobierno de López Obrador como a su contraparte política.

En la parte oficial, las mañaneras se volvieron un elemento perjudicial para la estrategia de crisis, pues mientras el mundo alertaba sobre un virus altamente peligroso el presidente de la República seguía asistiendo a eventos multitudinarios. Besos y abrazos, cuando oriente los impedía.

Por su parte, la oposición también asumió que el momento era la oportunidad para restarle puntos al presidente e impulsó su estrategia de crisis.

Comenzaron entonces los mensajes.

Por una parte, un presidente que se mantuvo reacio a dejar sus actividades públicas a un lado e incluso recurrió a la religiosidad del pueblo mexicano presentando estampas como escudo en su intento de inspirar confianza de la primigenia estrategia contra lo que el mundo llamaba Coronavirus y que posteriormente fue bautizado como el Covid-19 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero la crisis que azotaba era un tanto más severa de lo que el gobierno mexicano tenía proyectado.

Aunado a ello, los montajes de personajes acreditados como periodistas no le han funcionado al nivel que los estrategas en comunicación del gobierno en turno esperaban, pues, parafraseando al buen Al Pacino en El Abogado del Diablo, “la vanidad es mi pecado favorito”, y no es lo mismo estar en campaña con Andrés Manuel a ser ahora los famosos que ocupan las primeras filas en las mañaneras, a ser una figura que no sólo los simpatizantes del Peje conocían, sino a tener una voz que nunca se hubieran imaginado. Y ese poder los mantiene hoy como íconos de una política en comunicación social que raya en lo absurdo.

Y fue la ventana de oportunidad que vieron las figuras de la oposición, cuya estrategia ha sido desarrollada principalmente en las redes sociales, pues las y los legisladores de los partidos contrarios a Morena, poco han hecho por figurar en el espectro legislativo, por el contrario rescataron a Javier Lozano, al ex presidente Felipe Calderón (el antagonista de Obrador) y un buen grupo de miembros de la comentocracia mexicana que se niegan a dejar sus espacios y beneficios a los “youtubers” del presidente. Ni a cuál irle.

Hasta aquí, no hay sorpresas pues es lo más sano que puede existir en una democracia, contrapesos (de ese nivel) pero contrapesos al final del día.

Pero la obcecación de la pérdida de privilegios por parte de la élite motivó una campaña fundamentada en lo único que les puede traer resultados, como una vez lo hicieron en campaña, sembrando miedo.

Revivir “el peligro para México” era la estrategia en puerta, y habría que hacerlo a como diera lugar y supieron capitalizar momentos decisivos, cuando un presidente acudía a eventos masivos mientras un virus atacaba al país vecino.

Bulos por doquier, las redes sociales infestadas por noticias que buscaban tocar los sentimientos de las personas, la tristeza de perder a un familiar, el temor de no contar con medicinas, hospitales que nunca han estado equipados al 100% hoy son la demanda principal de quienes en su tiempo nunca los equiparon.

Las cadenas de WhatsApp llenas de mensajes donde se acusa al presidente de alta traición.

La reacción por la parte oficial fue un flanco de médicos especialistas, que comenzaron a describir las estrategias de prevención, mensajes sobre la necesidad de atender a las indicaciones del gobierno, pero vamos, la historia priísta nos enseñó que nunca se debe confiar en el gobierno, entonces ¿por qué me piden que me quede en casa?.

El miedo ya les estaba ganando la batalla, y el ataque de la oposición se centró contra ese grupo de especialistas –que comenzaron a abrirse un medio alterno al presidente para hablarle a la sociedad–.

Atacaron a los doctores que implementaron la estrategia contra el virus, el número de contagios y muertos no se equiparaba con los europeos, cuando ellos se encontraban en otra realidad, otra etapa, otro momento del ataque viral, pero eso no era necesario decirlo, el ataque era hacia el gobierno. Es por la posición política, con miras a las elecciones. Pero si el pueblo muere, no habrá quien vote.

Andrés Manuel por su parte, tampoco ha cambiado mucho su estrategia, pues aprovecha el momento que le sirven las críticas para impulsar nuevas elecciones y de nuevo todo se reduce a la posición política, al poder. Pero, si el pueblo muere no habrá quién vote.

Y su equipo de estrategas en cruentas batallas virtuales en Twitter, Facebook y YouTube, tantos bots de un lado y del otro, que han vuelto esas zonas que pudieron servir de desfogue en cuarentena, en espacios de desesperanza.

Y en medio están los especialistas, que en su estrategia no incluyeron la variable de la volatilidad del mexicano y la mexicana, pues era de suponer que aquellos que creían en hombres lobos, duendes, chupacabras y el PRI, eventualmente creerían que el gobierno no hace nada por salvarlos, que dejará morir a los viejitos y que la culpa es de esos ineptos médicos que todas las noches les dicen, “quédate en casa”; entonces la oposición debe ser la menos sorprendida de los ataques –que ellos orquestaron– a los médicos, enfermeras y enfermeros, mientras estos salen a dar la batalla contra un virus que apenas mostrará su rostro más letal.

Entonces, que resta decirle al gobierno y a la oposición, que no olviden que si el pueblo muere, quien vota.

@argelrios