La comunicación social en tiempos de TIC’s
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Opinión

Mis dos centavos

La comunicación social en tiempos de TIC’s

 


La evolución de los medios de comunicación, dan pasos de gigantes, antes resultaba un deleite tener en las manos un diario, corrías al puesto de revistas, tenías un voceador de cabecera o rezabas para que te tocara el rojo en el crucero y así pedir tus periódicos.
Las mañanas no eran complicadas, encendías la televisión para escuchar las noticias (sí, las prisas entre escuela o trabajo, sólo te permitían escuchar) o bien ponías la estación favorita y dejabas que te contaran las noticias.
La radio te acompañaba, con el café matutino o en el trayecto fuera de casa, te informaban las últimas noticias, cómo amaneció el peso, la nota relevante, el clima, el santoral y los siempre cordiales saludos cumpleañeros.
A la par, también era el espacio en el que las instituciones informaban sobre su trabajo.
El gobernador del estado inauguró tal o cual obra; durante la sesión de Cabildo la autoridad municipal acordó alguna nueva ordenanza, y así hasta caer en historias sobre el funcionario que lo llevaron del participó en un foro a un simple asistió.
La calidad de la información institucional generada, también ha ido cambiando.
Y es aquí donde me detengo, en la comunicación de las instituciones. Cómo se han modificado los modelos de comunicación de las instituciones públicas, que dentro de sus obligaciones se encuentra el de informar a la sociedad sobre la gestión pública. O de gestionar desde su estructura la cosa pública.
En México, un sistema de partido hegemónico generó un modelo de comunicación donde la importancia de las instituciones eran sus representantes y no la función de ellas hacia los representados.
Y esta perspectiva se ha perpetuado a lo largo de la vida política y social de nuestro país.
Mauricio Merino, alude a la falsa lealtad que se generan en las instituciones, pues el sistema político mexicano enseñó que así era, cuando llegaba un nuevo funcionario era señal de “limpia” en las instituciones y con él, llegaba —casi de la mano— el equipo de comunicación. Un personal que se encargaba de manejar las impresiones y movimientos mediáticos de la persona y en segundo plano de las instituciones.
Con el paso de los años, hubo generaciones que se profesionalizaron en la comunicación social, comenzó una ola sobre la comunicación en las organizaciones —que si bien hacía referencias hacia la iniciativa privada, fue representando una parte fundamental de las instituciones públicas— sin embargo, también se generó el fenómeno de los periodistas que “acompañaban” al personaje, eran los incondicionales, pero también no dejaban de trabajar en un medio de comunicación, generando un debate ético sobre hacer periodismo o comunicación social.
Con el paso de los años, la clase político comenzó a trabajar con periodistas y aquellos profesionales en la comunicación social, pasaron a ser —en el mejor de los casos— operativos en otros espacios del área, en el más común de los escenarios, prescindibles. Entendiendo que no importa la institución, sino el personaje.
Así vemos grandes desplegados diciendo que tal o cual personaje político, asistió, fue testigo, presenció, un momento político dentro de la administración pública, de la vida política o social.
“El presidente municipal paseó por el parque y saludó de mano a la ciudadanía…” (algo así).
Y les ha sido funcional, porque la cultura de la corrupción lo considera como algo natural, “es lo que hacen”, “así son los políticos”, etcétera.
En 2004, con la llegada de Facebook y posteriormente Twitter, las redes sociales tocaron las puertas de las oficinas de comunicación institucional.
Con las redes también se vino la inclusión del término “nuevas tecnologías de la información y la comunicación” (TICs), y si bien en ese entonces, pocos comprendieron el cambio de paradigma que significarían, hoy vemos que la brecha digital afecta severamente a la clase política.
Los apellidos políticos que prevalecen en la administración pública, se formaron en escuelas de renombre internacional, pero se mantuvieron fieles a la educación cultural del partido hegemónico.
Cambiamos de colores, pero no de formas de comunicar.
Vemos instituciones públicas presentando comunicados sobre la entrevista que tuvieron las autoridades municipales con tal o cual funcionario y la foto estrechando la mano. (¿De qué hablaron, a qué acuerdos llegaron? ¿En qué se beneficia la comunidad?)
Diputadas y diputados sonriendo con autoridades de uno de los municipios con mayor índice de pobreza y marginación en el país.
Y la fórmula de promocionar al personaje, sigue funcionando. La pregunta es ¿por cuánto tiempo más?
Hoy vemos al presidente del país, modificando las formas de comunicarse con la sociedad, con sus vaivenes y críticas, pero marcando un cambio en los modelos.
Desde la sociedad civil organizada, se comienzan a gestar nuevos espacios de exigencia, de rendición de cuentas a las instituciones, a los personajes de la política.
Las TIC’s no significan únicamente críticas y reproches en redes, pero son fundamentales para derrumbar el muro de “intocables” que se formaron alrededor de la clase política en la administración pública.
La irrupción social a través de las redes sociales va marcando la pauta de cómo comunicar, ¿lo están atendiendo las oficinas de comunicación? Probablemente sí. Entonces surge otra duda, ¿qué hacer para terminar con ese derecho a patrimonializar el empleo que la clase política cree tener? Hacer comunicación en instituciones, es gestionar la cosa pública, pensemos en cómo hacerlo mejor.

Dudas, al fin y al cabo.