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Shalala la la… Vive l’amour… Así inicia éste octubre para César Yáñez Centeno, el hombre más cercano al presidente electo Andrés Manuel López Obrador, que con bombos y platillos contrajo nupcias con Dulce María Silva… La suntuosa boda religiosa tuvo como marco la Capilla del Rosario, en el templo de Santo Domingo, en Puebla, y fue oficiada por el Arzobispo Víctor Sánchez.
Obvio el acontecimiento contó con la asistencia de invitados de postín. Si preguntamos a quienes votaron por AMLO qué les pareció el “fifí” evento, realmente poco o nada les importa, siguen confiando plenamente en él, y lo único que les interesa es que el próximo presidente de México, mantenga al país en productividad, y todos finalmente apostamos a que le vaya bien a la próxima administración.
Pero dicen que de las lunas la de octubre es la más bella, y cuanto más para los lunamieleros que derrochan amor, sólo por hoy sigamos con la nota romántica, al fin y al cabo los problemas, que no son pocos, pueden esperar al menos hasta el primero de diciembre que inicia la gestión AMLO.
Fue Benito Santos el “diseñador de famosas”, quién confeccionó para la empresaria Dulce Silva, tres vestidos que fueron utilizados en distintos momentos de la boda. Él mismo y su equipo de profesionales arreglaron a la novia en la suite presidencial del Hotel Rosewood. Por su parte el novio, se puso guapo con un smoking firmado por Jorge Saade.
Posterior a la ceremonia religiosa, en varios autobuses Turibús, se trasladó a los invitados al Centro de Convenciones de Puebla, donde se realizó el banquete en el salón San Francisco, el cual fue convertido en un “bosque encantado”, con follaje y miles de rosas y orquídeas blancas, gracias al productor de eventos Julián Jalil Dib.
Lo cierto es que más de uno hubiéramos querido estar presentes en la boda del año, para gozar de la atmósfera romántica, y departir con los invitados.
Los ahí presentes, degustaron un menú de cinco tiempos que constó de langosta con escamoles, ensalada de camarones y espárragos; bisque de langosta y nieve de guanábana; un filete de res a la bordalesa como plato fuerte; y una mesa de postres.
Dicen que a ser verdad lo mejor fue la tornafiesta, donde los 600 asistentes pudieron saborear antojitos poblanos como: chilaquiles, pozole, molotes de papa y tinga, enchiladas verdes, tamales, caldo de camarón, chalupas, churros y chocolate caliente. La chef Mariana Orozco opina que el costo del menú por persona osciló entre los 5 mil y 6 mil pesos, nimiedades.
A una semana del enlace, hay los envidiosos, que persisten en criticar el despilfarro, seguramente más por no haber sido invitados; ahí si se vio gacho César Yáñez, porque de haber estado entre los asistentes, yo si hubiera bailado una pieza con AMLO, y con el guapo gobernador Antonio Gali, aprovechando el show que dieron Los Ángeles Azules, el Grupo Matute así como Paco de María y su Big Band Jazz.
Pero en fin, la suntuosa boda –que sigue dando de qué hablar-, llegó a su fin y hoy los lunamieleros siguen derrochando amor por el viejo continente…
Ya habrá tiempo de trabajar por la cuarta transformación, mientras tanto que sigan explotando las redes sociales con el hashtag #BodaFifí, válvula de escape para aquellos resentidos.
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