El desahucio de Colón
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El desahucio de Colón

 


Figura histórica y trascendente para la vida y el avance de los pueblos lo es y ha sido Cristóbal Colón (Cristoforo Colombo 1451-1506) que, al servicio de los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, era un convencido de la redondez de la tierra y que, navegando hacia el oriente por el Océano Atlántico, llegaría a las Indias, evitando el largo trayecto por las costas africanas hasta el Cabo de Buena Esperanza y el Océano Indico.
Su idea era acertada y el incondicional apoyo de la reina Isabel, permitió que el navegante y aventurero, emprendiera aquel famoso viaje que partió del Puerto de Palos, en la desembocadura del río Tinto, provincia de Huelva en Andalucía, aquel 13 de agosto de 1492, cuando España despegaba para ser dominadora y maestra de la navegación y los mares, cuando emergía el gran imperio en cuyos dominios no se ponía el sol.
El viaje era a todas luces incierto, pocos imaginaban una esfera por la cual navegar. De manera que las tripulaciones de las tres carabelas “La Niña”, “La Pinta” y la “Santa María”, eran gente improvisada y aventurera, sin faltar delincuentes remisos que ignoraban a cabalidad los fines de ese viaje que duró casi dos meses, cuando el 12 de octubre por la madrugada, Rodrigo de Triana lanzaba el grito famoso de ¡Tierra!
Al toparse con la isla de Guanahaní, Don Cristóbal y sus acompañantes tenían la fuerte sospecha que habían llegado a las costas del oriente lejano, y que eran justamente la meta a alcanzar. Los sucesivos viajes de Colón y los avances de la cartografía, mostraron que en realidad se había topado con todo un continente, gigantesco, más grande que Europa y lleno de pueblos, lenguas y costumbres extraños para la cristiandad: eran pueblos paganos a los que se debía evangelizar y al mismo tiempo se llegaba a tierras donde había riquezas incalculables, en metales preciosos y en variedades botánicas no conocidas.
Como se sabe gracias a las investigaciones documentales, Colón había ofrecido a sus protectores, que las riquezas descubiertas se destinarían a la defensa y propagación de la religión en los territorios del reino donde persistían las creencias judaizantes y del islam. Pero al saberse el potencial económico y comercial del Nuevo Mundo, no faltó la codicia, la ambición de muchos que lo vieron sólo como objeto de explotación.
Poco se difunde hoy en día, por mal efecto de la “Leyenda Negra” urdida por Inglaterra y Holanda, irónicamente iniciada por Fray Bartolomé de las Casas que, al enterarse de los excesos de otros descubridores y colonizadores, la Reina Isabel ordenó la promulgación de las Leyes de Indias, destinadas a la protección de los naturales y considerarlos aptos para la conversión y dignos de todo respeto en su calidad de seres humanos.
Colón realizó una hazaña inmensurable. Fue precursor de una visión global del mundo al cual permitió unir por la navegación y el comercio. Las ciencias físicas, la geografía, la botánica, la misma antropología, fueron producto de los descubrimientos colombinos.
Pero la necedad y la obcecación de quienes ven exterminio –que no lo hubo– de los pueblos naturales, ha generado la distorsión seudo histórica de que sólo hubo males en las conquistas y colonización de lo que hoy es América.
Hoy la autoridad de la Ciudad de México, con el apoyo presidencial, sin duda, y con ese conocido resentimiento contra lo que huela a España, ha decidido, sin consulta o sin revisión legal, remover el gran monumento a Cristóbal Colón, junto con los frailes Gante, Marchena, Deza y las Casas. Quedan desterrados del Paseo de la Reforma y colocarán un presunto monumento a la mujer indígena, justamente a esa mujer que tienen en el abandono y la miseria, a la que impulsan a seguir en el atraso, en el sometimiento y el sobajamiento de los intocables usos y costumbres. Esa es su transformación.