¡Manipulado, delincuente, conservador, traidor!
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Opinión

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¡Manipulado, delincuente, conservador, traidor!

 


Cuatro calificativos le son aplicables si Usted cae en algunos de los supuestos siguientes: si puede leer en inglés, en francés, algo de alemán, eespecialmente si lee The Economist, The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal, Financial Times, Le Monde, Die Welt. Y si en español lee artículos editoriales de Milenio, El País, Reforma, El Universal, Excélsior. Entonces usted no está informado, está manipulado; por tanto, comete el delito de enterarse de la vida en el mundo real y en México y lo extranjero es pernicioso.

Si Usted ha trabajado muchos años de su vida como empresario pequeño, mediano o grande; o si ha sido empleado, ejecutivo, gerente, directivo y por ello ha tenido que usar camisa y corbata, entonces es usted es parte de la “delincuencia de cuello blanco”, merece balazos. Pero si se dedica al narcotráfico, entonces es de la delincuencia “buena” y merece abrazos.

Si se ha ocupado de leer historia de México, con bibliografía de reconocidos historiado res, especialmente Enrique Krauze con su enorme contribución en beneficio del conocimiento de nuestras raíces y circunstancias, entonces es usted un vil conservador. Agregue a este autor, otros, como Héctor Aguilar Camín o Gabriel Zaid. También usted delinque por tener un buen bagaje cultural. ¡Ah! Y si tiene usted licenciatura y posgrado: ¡Sea anatema!

Si usted escucha por la radio a Joaquín López-Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Carlos Loret de Mola, José Cárdenas, entonces usted se deja llevar por la propaganda nefasta contra el pretendido nuevo orden; especialmente por enterarse de que todas las mañanas se dicen incorrecciones, inexactitudes, falsedades, ataques, inquina, encono, odio, división y otras virtudes de una transformación sin programa y sin proyección positiva para la sociedad mexicana; entonces es usted es víctima de propaganda deleznable y atenta contra los intereses de purificación nacional.

Si usted reside o tiene parientes y amigos y se hospeda en alguna de las alcaldías del poniente de la capital del país, o bien, el mismo escenario si visita Naucalpan, Atizapán o Tlalnepantla en la conurbación mexiquense de la Ciudad de México, vaya y anótese como un “fifí” antipatriota de la deleznable clase media. (“Una multitud analfabeta es más fácil de gobernar”. Irene Vallejo).

Si usted forma parte de alguna organización no gubernamental, como Artículo 19 o MCCI y por ello sus actividades son parcialmente apoyadas por la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo ─que también da dinero al gobierno federal─), sencillamente es usted traidor a la patria.

Finalmente, si el 6 de junio, cumplió con el deber cívico de votar y lo hizo por partidos o candidatos no pertenecientes al bando (o a la banda) gubernamental federal, y si además simpatiza con el Instituto Nacional Electoral (INE); lo único que merece es la pérdida de ciudadanía y de sus derechos civiles, si no es que el destierro de este paraíso que va destruyendo las instituciones.

La retahíla de señalamientos flamígeros parecería broma, si no es porque desde el lunes 7 de junio, un día después de las elecciones, el ciudadano que reside en el Palacio Virreinal, se ha dedicado ininterrumpidamente a arremeter contra todos aquellos que, aún de manera mínima, expresen o manifiesten desacuerdos o diferendos con el criterio que se está imponiendo como dogma que, de ser violado, debe sufrir consecuencias inquisitoriales semejantes a las que Calvino ─el gran ídolo de Juárez─ aplicaba a los disidentes, a los pensadores libres, al que le cayera mal: enemigos verdaderos o inventados, víctimas de la “justicia” del poderoso.
La retahíla de señalamientos flamígeros parecería broma, si no es porque desde el lunes 7 de junio, un día después de las elecciones, el ciudadano que reside en el Palacio Virreinal, se ha dedicado ininterrumpidamente a arremeter contra todos aquellos que, aún de manera mínima, expresen o manifiesten desacuerdos o diferendos con el criterio que se está imponiendo como dogma que, de ser violado, debe sufrir consecuencias inquisitoriales semejantes a las que Calvino ─el gran ídolo de Juárez─ aplicaba a los disidentes, a los pensadores libres, al que le cayera mal: enemigos verdaderos o inventados, víctimas de la “justicia” del poderoso.