Biden, La Virgen, Juárez, don Porfirio
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Biden, La Virgen, Juárez, don Porfirio

 


En la conversación telefónica entre los presidentes de México y de Estados Unidos, el lunes 1° de marzo, el ejecutivo mexicano, en uso de la voz, se mofó y parafraseó un dicho atribuido al presidente Porfirio Díaz; de paso enalteció a Juárez, incurriendo en una imprecisión histórica y política. Usó a la Virgen de Guadalupe para mostrar su empatía con un Joe Biden, que con franqueza declara su fe católica, sin dobleces.

Joseph “Joe” Biden, es el segundo presidente católico de los Estados Unidos de América. El anterior fue John F. Kennedy, asesinado en 1963 y había visitado México en julio de 1962, siendo presidente Adolfo López Mateos. Kennedy acudió a la Basílica de Guadalupe, junto con su esposa Jacqueline; se hincó e hizo oración. Con ello sellaba una indisoluble unión con el pueblo mexicano, de acendrado fervor guadalupano. Biden expresó también su devoción por la Patrona de América.

En México se mantiene una grande y espontánea devoción a la guadalupana. Nada ni nadie puede detener las peregrinaciones y los actos de culto a la Virgen de Guadalupe. Es auténtica y verdadera esperanza de un pueblo siempre fiel, como dijera Juan Pablo II.

En México es obligatorio, por leyes y decretos, rendir culto a Benito Juárez, tanto el 21 de marzo cuanto el 18 de julio, fechas de su natalicio y muerte. A los actos oficiales en honor de Juárez no acude nadie de manera espontánea, son acarreos forzados. Salvo el apotegma famoso, el pueblo no sabe mayor cosa sobre Juárez, usado como bandera política y, por algunos—los masones—como líder de un ideario que separó a la Iglesia del Estado y promulgó las leyes de reforma, que dividieron al país y ocasionaron guerra, sangre y muerte. Juárez ocupó la presidencia por 14 años, sólo la muerte lo separó del cargo. Sus elecciones y reelecciones siguen considerándose dudosas, si no es que ilegítimas.

Es falso que en México se guarde fervor generalizado a Juárez. Más bien los enterados mantienen una reserva, si no es que desprecio. Está, por disposición oficial, entre próceres y reformadores de México.

Porfirio Díaz, incansable guerrero, se mantuvo en lucha 13 años continuos, de 1854 a 1867, defendiendo justamente al gobierno de Juárez y, de manera sobresaliente, combatió exitosamente a las tropas francesas, austriacas y húngaras que invadieron México desde 1862 y durante el Segundo Imperio. Fue un héroe de guerra, Soldado de la Patria y un personaje de gran popularidad en su tiempo y ahora.

Como estadista, Porfirio Díaz mantuvo más de tres décadas de paz, en un país que llevaba en absurdas luchas desde 1810 y hasta 1876. No sólo eso, durante su largo gobierno propició el crecimiento económico de México e introdujo al país en la modernidad. Gracias a sus atinadas designaciones en el gabinete, las finanzas públicas se mantuvieron estables y con registros positivos en la Balanza de Pagos, con José Ives Limantour en Hacienda. En el espacio educativo, apoyó a su ministro Justo Sierra, para impulsar la instrucción pública y la creación de la Universidad Nacional. Fue un gobierno de grandes obras y de modernidad. Sin duda, el pueblo de México guarda respetuosa memoria al Soldado de la Patria y Estadista, al contrario de la inquina oficialista.

El gobierno de Estados Unidos, desde 1909, incómodo por la simpatía de Díaz a las inversiones europeas, propició la asunción y levantamiento de Francisco I. Madero en 1910, utilizado perversamente por la Casa Blanca, que, a través de la embajada en México, se deshizo de él, en 1913, cuando no se plegó a los designios yankees.

La historia siempre se ha usado por la perversidad, para manejos torcidos, a conveniencia del mando gubernamental, con los libros de texto y discursos de servilismo; crea imágenes a modo: virtuosos y perversos, sin que sus versiones se apeguen a la verdad.

Al final, la conversación entre los presidentes de México y EE.UU. fue insípida, incolora e improductiva. No hubo ningún acuerdo favorable para México: entre desiguales no los hay.

El pueblo mexicano sigue en busca de la corrección democrática y la exactitud y verdad de nuestra historia, hoy tan manipuladas y tergiversadas.