¿Febrero loco o mes patriótico?
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¿Febrero loco o mes patriótico?

 


Si bien existe un recuento de hechos notables ocurridos en el mes de febrero, a muchos de éstos se les da uso político o se los oculta, a conveniencia de los regímenes y partidos que han ocupado el poder. Hemos de destacar esos hechos, que están relacionados con la Independencia de México y la llamada Revolución Mexicana.

Así, en febrero de 1821, la figura de Agustín de Iturbide es quien debe tener mayor relevancia, seguido de Vicente Guerrero porque ambos protagonizaron el famoso (pero poco probable que haya sucedido) “Abrazo de Acatempan”, el 21, hoy justamente hace 200 años, donde ambos personajes, uno realista y el otro insurgente, se reunieron para pactar la unión de fuerzas y llegar a un acuerdo pacífico que continuaría, el 24 de febrero, con la promulgación del Plan de Iguala, que contenía cuatro principios, mismos que han sido ignorados por la historia oficialista y  tales son: 1. Declarar la Independencia; 2. Establecer como única y oficial la religión Católica (unión de la Iglesia y el Estado); 3. Reconocer y mantener a Fernando VII como monarca; 4. Unión de todas las clases sociales  (antecedente del fin de las castas y de la discriminación, como aspiró Morelos).

El mismo 24, se ideó la bandera de las tres garantías: religión, independencia y unión, compuesta de tres franjas diagonales: al lado izquierdo blanca, en medio verde y roja la tercera, con una estrella dorada en cada franja, sin águila, serpiente o nopal. Es decir, la primera bandera del México independiente era muy distinta de la que hoy conocemos y el blanco simbolizaba la religión, como el principal valor del acuerdo Iturbide-Guerrero.

Diez años después, Vicente Guerrero sería fusilado en Cuilapan, Oaxaca, el 14 de febrero de 1831.

Entonces, hace dos centurias se definió la forma política de México consolidada en septiembre de 1821 con la entrada, el 27, del Ejército Trigarante a México, nombre originario de nuestra capital y, al día siguiente, 28, se proclamó el Imperio Mexicano, que se regiría por la Constitución liberal y monárquica de Cádiz.

Pasados 92 años de esos sucesos, en 1913, el país vivía en la turbulencia revolucionaria iniciada por Francisco I. Madero, que fue traicionado por mandos del ejército federal al iniciarse la decena trágica (9 a 19 de febrero), si bien el día 10 fue escoltado a Palacio Nacional, por cadetes del Colegio Militar, como regía y rige el protocolo: es la guardia de honor del presidente, quien éste sea, de tal suerte que se oculta que esos cadetes tuvieron también que escoltar, semanas después, al traidor Victoriano Huerta.

El 22 de febrero Madero era asesinado junto con su vicepresidente Pino Suárez en las cercanías de la Penitenciaría del Distrito Federal. La imagen de Madero es utilizada hoy en el emblema gubernamental, al suponerse que inició una “tercera transformación”, misma que, como es sabido y comprobado, condujo al caos, la división, la muerte y la pobreza de México

Éste es un recuento sucinto de acontecimientos ocurridos en el mes llamado “loco” (y marzo otro poco).

Pero en febrero de 2021 están ocurriendo también acontecimientos que afectan gravemente la vida institucional, política y económica de México. Harto sabido de los “apagones” o severos cortes de electricidad a lo largo del país, causados esta vez por la carencia de gas natural, resultado no sólo de la crisis climática gélida en Texas, sino por omisiones en la planeación y por caprichos ideológicos del pasado, al rechazar el uso de fuentes de energía limpias (gas natural, geotermia) y renovables (eólica y fotovoltaica), a contracorriente de la modernidad y sus avances. La pandemia de Covid-19 está exhibiendo la fragilidad de una administración, carente de un plan de vacunación y sin las vacunas de la que se ha hecho tanto alarde: no llegan en suficiencia y el manto fatal arrastra muertes y contagios en crecimiento exponencial. Y como broche dorado de este febrero, allá en Guerrero, cuna del último insurgente, se lanza como candidato a gobernarlo, una figura política execrable, con todo el apoyo de un partido retrógrado y de la investidura presidencial.