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Opinión

Hoja por hoja

A sólo ocho días

 


Libertad amenazada, población agraviada, víctimas escarnecidas, pobreza lacerante, riqueza insultante, moneda en declive, desempleo creciente, delincuencia avasalladora, narcotráfico rampante, población creciente, inseguridad arrolladora, magisterio irresponsable, ideologías ausentes, tránsfugas por miles, ciudadanía desatendida, mujeres asesinadas, políticos ejecutados, periodistas perseguidos, migración recurrente, políticos mendaces, candidatos mentirosos, funcionarios corruptos, sindicatos vendidos, líderes enviciados, curas pederastas, justicia tarifada, procuradores “carnales”, jueces amañados, fiscales truculentos, elecciones muy caras, niños sicarios, delincuentes liberados, mafiosos amnistiados, enfermedades incurables…
Son los signos vigentes. Son los rasgos, señales e indicadores de una sociedad en decadencia; de una sociedad que ha optado por la gula, la lujuria, el hedonismo, excitadas por una lamentable crisis de valores, por una crisis del civismo, por la crisis de la religión, por el relajamiento de las costumbres, por el olvido de los principios.
Son los signos de una población engañada y traicionada por los políticos elegidos o impuestos por esa masa popular que actúa sin responsabilidad al emitir un sufragio, un voto no comprometido con la verdad y producto del engaño en campañas como la que hoy sufrimos y vivimos; esas campañas de promesas, de mentiras, de odios, de reproches, de bajeza, de insultos; campañas de hombres y mujeres de ambiciones desmedidas cuyo fin es lucrar del erario, del dinero público. Persecución de lujos, de comodidades, del hedonismo que ofrece la condición moderna; vivir en la frivolidad y en la superficialidad que los puestos legislativos regalan por encima del trabajo, por encima de la responsabilidad.
País de parias mentales, pobreza de espíritu, carencia de honor, de honestidad ausente; país con riqueza, pero eficaz en repartir pobreza. Gobernantes veleidosos y legisladores que cambian leyes para su provecho. País que no privilegia la inteligencia, que persigue la equidad de género como objetivo mentiroso de una igualdad no existente; sociedad que se desboca en tolerancias de minorías que no representan nada más que al desenfreno; diversión como meta, drogadicción y alcoholismo como medios para alcanzar un placer gratuito que esperan caiga del cielo a costa de sangre; deporte como espectáculo televisivo y no como práctica personal para mejorar esos cuerpos obesos y flácidos que se apoltronan en las butacas de los auditorios gigantescos y en las gradas de los estadios, en donde se desfogan las frustraciones con gritos insultantes a guardametas contrarios.
Sociedad que será gobernada por ganapanes de la política, por paniaguados del sistema, que el primer día de julio serán elegidos tal vez por zombis con credencial vigente, por quienes caigan o caigamos en el engaño y en las promesas de un futuro idealizado por palabras de incoherencia, por la verborrea de mentirosos profesionales, por remedos de Chávez, de Maduro, de Ortega o de Evo; imitadores de Marine le Pen y de Pablo Iglesias; émulos ridículos de Eva y Juan Perón; Mussolinis de closet o hitlerianos en potencia, próximos mafiosos del poder.
No sólo eso: también por emisarios del sistema que defiende y protege a líderes petroleros de charrismo trasnochado, que ocultó una casa blanca, que tapó la estafa maestra, que en altos puestos no hizo nada brillante; hilarante discurso dirigido a una marioneta. Ahí estará en la competencia un aspirante a mutilador y un niño precoz de la política que desmembró a un partido de grandes ideales.
Yo tengo, tú tienes, él tiene y ella tiene, nosotros tenemos, vosotros tenéis, ellos tienen…credencial para votar (que no de elector). Usémosla, sea en contra de quien no queremos, sea a favor del que mejor nos ha engañado, sea con voto de castigo, con voto útil o para expresar la inconformidad, según nos indique el inconsciente. Uno quedará y será irremediable, irreversible.