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Las generaciones actuales y futuras de investigadores de la historia de Oaxaca  deben conocer nuestras raíces, para determinar si son las verdaderas.  El barrio de El Marquesado se llamó, oficialmente, Santa María Oaxaca.

El decreto No.11, dado en el Salón de Sesiones del Congreso del Estado, el 7 de diciembre de 1908 y lo firman, Emilio Pimentel, Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de Oaxaca y Joaquín Sandoval, Secretario; quienes mandaron que se imprimiera, publicara, circulara y se cumpliera. Fue publicado, el 9 de diciembre de 1908, en el Periódico Oficial No. 99, Tomo XXVIII,  Sección Oficial. 

Y cito textualmente: “El pueblo de Santa María Oaxaca, conocido, igualmente con el nombre de El Marquesado, dejará de serlo en el sentido legal de la palabra, pasando a formar parte de la Ciudad de Oaxaca de Juárez, de la que constituirá el Cuartel Noveno. Hasta aquí la cita.

Por este decreto sabemos que oficialmente, el barrio de El Marquesado es un pueblo que se llama Santa María Oaxaca, cuya historia han tratado de desaparecer inútilmente, pero la verdad se empieza a filtrar como el agua entre los dedos, poco a poco. Santa María Oaxaca fue parte de El Marquesado del Valle de Oaxaca.

El archivo del pueblo de Santa María Oaxaca está perdido. Fue entregado el 1 de mayo de 1909, mediante inventario formal, al Jefe Político del Centro y certificado por un juez civil. Igual entrega hicieron de su archivo, los alcaldes de El Marquesado al Alcalde Primero del municipio de la ciudad de Oaxaca. En esta fecha cesaron el ejercicio de sus funciones el Ayuntamiento de Santa María Oaxaca y el Decreto tuvo pleno cumplimiento extinguiéndose legalmente el pueblo. 

El libro que contenía las actas originales del cabildo de Santa María Oaxaca, desapareció misteriosamente después de que lo tuvo en sus manos el Pbro. José Antonio Gay. 

Él cuenta que cuando tenía 29 años, durante la intervención francesa, 1862 – 1867,  vio el libro que contenía el acta de la fundación de la ciudad ⎯se refiere a Santa María Oaxaca⎯ y las primeras actas de su ayuntamiento que circulaba en las manos de la plebe, pero que no le fue posible adquirirlo. 

Ya como barrio sus límites eran, al Oriente, La Rayita, dónde está el mercado IV Centenario y el Jardín Morelos; al Poniente La Garita; al Norte el cerro de El Fortín y al Sur, el río Atoyac. 

La Garita era una aduana donde los comerciantes pagaban peaje por introducir, en carretas, sus mercaderías a Antequera. La única ermita que queda de la Época Colonial es la ermita de La Soledad, que está frente a La Garita. 

La Villa de Santa María Oaxaca duró 387 años, 1521 a 1908, era la puerta de entrada o salida para la ciudad de Oaxaca. Tenía parroquia, ermita, tianguis, mercado, panteón, estación de ferrocarril, Cabildo, Casa de Cabildo, cabecera judicial con dos juzgados de lo criminal, cárcel, dos jardines públicos, uno de ellos con kiosco para audiciones musicales tres ahuehuetes, garita, calle central adoquinada, un camino real, terminal de tranvías; el Ojito de Agua y el Jardín de la T, lavaderos públicos, gasolinera, alumbrado público, fábrica de cerveza, cuatro molinos de trigo, huertas, cuatro pasajuegos, danza folklórica de Los Jardineros; plaza de toros y de peleas de gallos. 

La puerta del pueblo era un enorme arco de piedra que estaba diez metros antes de la Garita de El Marquesado. Para transportar las mercaderías, de la Garita de El Marquesado al centro, había servicio de tranvías tirados por un tronco mulas y transportaban la mercancía en plataformas. El servicio fue inaugurado de manera formal, el domingo 26 de junio de 1887.

En 1920, el primer vehículo de motor que transitó en El Marquesado y segundo en circular en la ciudad de Oaxaca, fue un camión para pasajeros marca Wichita, de color rojo, que trajo el Sr. Francisco García, panadero, que vivía en la calle de División de Oriente; fue bautizado por el pueblo con el nombre de Cinco Centavos, que era lo que cobraban por subirse a él y darse un circuito, es decir, una vuelta completa a su itinerario.

Aún se conserva el trato respetuosos hacia los mayores. A mediados del siglo pasado (1950) en la familia se acostumbraba saludar a padres, abuelos y padrinos, cruzando los brazos sobre el pecho para pedirles la mano y besárselas diciendo: la mano papa (así, sin acento. Otra costumbre característica es el uso del diminutivo para designar cosas y lugares: la capillita, la pilita, la Rayita. El niñito Dios. Mi tía Clarita le decía ti i to a mi abuelo.

La calle central se llamaba Av. Morelos, hoy Calzada Madero y las cuatro primeras cuadras de División Oriente se llamaban: Avenida Juárez.

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