Invasión, genocidio y holocausto
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Invasión, genocidio y holocausto

 


Los mexicas y zapotecos tenían profecías que anunciaban la llegada de hombres blancos y barbados que era la forma en la que regresaría el dios Quetzalcóatl y que se esperaba al final del reinado de Moctezuma.  Antes de su llegada, afirmaban, ocurrirían una serie de fenómenos naturales y catástrofes.  Los testimonios así lo enunciaban:

“De aquí a muy pocos años nuestras ciudades serán destruidas y asoladas, nosotros y nuestros hijos muertos…”

Y prevenían al emperador:

“perderéis todas las guerras que comiences y otros hombres con las armas se harán dueños de estas tierras…”

Las profecías comenzaron a cumplirse a los tres años de la ascensión de Moctezuma al trono.  En 1510 se sucedieron un eclipse de Sol y la aparición de un cometa.  Al poco tiempo Hernán Cortés desembarcó en las costas de México… y no pasó mucho tiempo para que los mexicas, mixtecos, zapotecos, nietzichus, mijes y chontales, tomaran conciencia de que solo eran vulgares ignorantes, asesinos y ladrones que venían a robar oro y vidas y no tenían nada que ver con el dios que aguardaban.

Dado lo irregular de la salida de Hernán Cortés de Cuba, y las contrariedades que eso le representó, para salvar las exigencias jurídicas, según él, aunque fuese de una manera forzada, y poder sacudirse de la tutela de Diego Velázquez y depender únicamente de la potestad del rey, el 10 de julio de 1519, desconoció a Diego Velázquez de León y para poder trabajar por su cuenta, dando un golpe de audacia, convocó a sus soldados para crear un  ayuntamiento, nombrando alcaldes y regidores entre su gente de confianza. 

Una vez constituido el cabildo se extinguió la autoridad de Diego Velázquez sobre los expedicionarios, ahora colonos. En ese acto, Cortés renunció al cargo de Capitán General de la expedición que le había conferido Diego Velázquez y fue nombrado Justicia Mayor y Capitán General por las autoridades del nuevo cabildo. 

Cargos que, para tranquilizar su conciencia y la de sus soldados, juró, ante Dios y ante sus hombres, cumplir y hacer cumplir.  

El segundo acto oficial del nuevo cabildo fue fundar, con el nombre de Villa Rica de la Vera Cruz, un asentamiento de chozas de palma que se convirtió en el primer municipio de América. La Villa Rica de la Vera Cruz, fue creado para organizar políticamente una sociedad local antes de que ésta realmente existiera, y se constituyó así un gobierno sin gobernados (Robles, 1987). 

Cuando cayó la Gran Tenochtitlan, Moctezuma entregó a Cortés el registro de los tributos y los mapas donde estaban señaladas todas la poblaciones importantes. En Texcoco estaban los archivos reales. El códice Moctezuma contiene el catálogo de tributos para saber qué se producía en cada región del país.  

Al examinar el Códice detectaron que los mixtecos y zapotecos de Oaxaca tributaban con oro, esmeraldas, joyas, mantas de algodón y tlapanochextli —grana—. También tenían referencia de la enorme riqueza de Oaxaca por los presentes en oro que llevaron a Cortés los principales enviados por los caciques y señores de los pueblos de Oaxaca.  

Esto despertó el deseo ardiente, excesivo y enfermizo por apoderarse del oro de los señoríos de Oaxaca. Los invasores decidieron de inmediato beber de este manantial de riqueza fácil para levantar su fortuna; esta es la razón por la cual Santa María Oaxaca fue la primer villa invadida por españoles en Oaxaca.

Fundación de la Villa de Santa María Oaxaca

Antes de la invasión de los españoles, las poblaciones autóctonas oaxaqueñas tenían nombres en zapoteco, mixteco, náhuatl (que estaba de moda) u otro y eran gobernadas por señores que sabían disfrutar de la riqueza y vivían con magnificencia; tenían cabildo, palacios, templos, mercados, escuelas, casas de cantería muy bien labrada, posadas y caminos. Sus habitantes usaban joyas y vestían mejor que los mexicanos. 

Se extendían en vastísimos y fértiles valles cubiertos de vegetación en dónde se cultivaba maíz, cacahuate, cacao, algodón, frutos y otras semillas de valor y los habitantes de estos señoríos eran ricos en conocimientos científicos y en metales preciosos.

Cortés ordenó poblar lo que ya estaba poblado, es decir, ordenó entrar por la fuerza. Organizó cuerpos de expedicionarios con la orden de invadir y destruir las poblaciones a las que llegaran, y con su autorización, en nombre del Rey y de dios, las repoblaran con mercenarios españoles, dándoles el nombre de villas que tenían como característica común, tener sitio (el territorio invadido); pueblo (invasores); cabildo, para la administración de sus intereses; casas consistoriales y repartimiento de esclavos indígenas. Así se inició la invasión, el genocidio y el holocausto.

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