El retorno de Quetzalcóatl
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El retorno de Quetzalcóatl

 


La profecía decía que “una de las encarnaciones de Quetzalcóatl fue enterrada entre las raíces del árbol, y en cuanto los primeros rayos del sol naciente del nuevo ciclo de cielos —calendario maya—, penetre hacia las profundidades de la Tierra, billones de diminutos espíritus irrumpieron desde el corazón de Quetzalcóatl. Se elevan lentamente a través del tronco hacia las ramas y copa, apareciendo como destellos de luz para circular por el globo, cada espíritu se implantará por si mismo dentro del corazón de un ser humano, donde será un cristal de paz y amor” retornaría el 16 de agosto de 1987, en 144,000 semillas para traer una era de luz, de paz y armonía para la humanidad.

Retomo el relato de la semana pasada: 

No entendías lo que decían pero todos los asistentes que cantaban o tocaban algún instrumento, trasmitían paz y armonía como si se tratara de una sola familia o de un

solo hombre. El viajero llegado de Alaska chocaba sus tejos de plata que sonaban como si fuera una campana gigante y su sonido quedaba vibrando en el aire largo tiempo.

Del lado de los monjes budistas alguien pidió en español que anotaran en un papel todos los momentos de dolor ocurridos en nuestra vida y con ellos se hizo una fogata, mientras se quemaban se llevaban lo negativo y se borraba de nuestra vida para siempre; fue llegando un vientecillo frío al acabar de ocultarse el sol, mientras los cantos y las danzas continuaron durante la noche iluminada por una luna llena de domingo en todo su esplendor.

El momento en que el sueño iba acabando de dominarme, alguien gritó ¡Ya viene el sol! ¡Ya viene el sol! ¡Ya viene el sol! Una alegría contagiosa y desbordante despertó a los dormidos, era un suceso extraordinario, una experiencia que nunca más se repetiría en su vida; de no sé dónde, enmedio de la excitación, empezaron a salir banderas de cada país asistente que colocaron sobre la tierra en dirección del sol naciente que entró en diagonal, de izquierda a derecha directo al árbol.

Los cantos y la danza continuaron con más alegría, palmeando y escuchando el sonido vibrante de los tejos.

Nuevamente nos pidieron que encendiéramos el fuego sagrado con papel en el que previamente estuviera anotado todo lo bueno que cada uno quería que llegara a su vida, a su familia, a su pueblo; alrededor de la fogata la alegría era contagiosa.

Al lado izquierdo del atrio, al fondo y frente al árbol, pegada al muro del templo estaba la casa parroquial de la que salió un gringo gritando en inglés que “todo lo que estaba pasando era un circo; que el único Dios verdadero era Cristo”; al final del corredor había una llave de agua y una cubeta de plástico verde de cinco litros; el gringo la llenó de agua y caminando muy rápido, casi corriendo venía furioso, con los ojos desorbitados en dirección de la fogata; en voz alta se escuchó la orden que nadie tratara de detenerlo, todos se quedaron quietos; misteriosamente tropezó y cayó tirando su agua, nuevamente, más furioso, fue por más agua y otra vez se cayó.

La algarabía subió de tono, había armonía, felicidad y paz que se demostraban con cantos y danzas. Cuando el sol tocó el árbol, hubo gritos de júbilo y emoción. 

Y sigue diciendo el comunicado: “La bestia rastrera, terrestre, es transformada en dragón, simbolizando el trueno, la energía eléctrica, el poder del cambio y la transformación en sí misma.”

“1987 será el año cuando los 144,000 iluminados instructores de la Danza del Sol despertaran totalmente en su propia serpiente emplumada o ruedas serpentinas aladas para llegar a ser una fuerza mayor de luz para auxiliar al resto de la humanidad a danzar el despertar de su sueño.” 

“Un maestro de la Danza del Sol es todo ser humano que ha despertado, que ha equilibrado sus defensas, que ha ganado el sueño cuerpo – mente y que honra a todos los senderos, a todos los maestros, a todos los sistemas.” 

Un año después en Villa Hermosa, Tabasco le contaba  a un amigo que yo había estado presente en el renacimiento de Quetzalcoatl, el señor del amanecer, que otros llaman Serpiente Emplumada, Maestro de Maestros, Kukulcan y Gucumatz entre los Mayas. Al relatar mi aventura, el recuerdo despertó en mí un sentimiento muy intenso de paz y de  alegría que abrió mi mente y en este estado de excitación logré entender que yo era una de esas semillas y que mi amigo al escuchar el relato se convertía en una semilla más, y ahora ustedes que me leen se han transformado también en una de esas semillas que facilitaran el Gran Despertar que nos permitirá a todos, aceptar y experimentar nuestra divinidad.

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