La noche de San Juan
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Estratega

La noche de San Juan

 


Ayúdame a descubrir y a usar los dones que me has dado

Sigo el relato de la semana pasada. . . Contó Lucas el señor que cura, que era descendiente de los constructores de Monte Albán, que guardaban celosamente los secretos de la razón de su creación en ese lugar; secretos elementales que se transmitían de boca a oído a los hijos elegidos, a los que preparaban física y mentalmente desde niños con prácticas de respiración que complementaban con  baños de aire, baños de agua fría, ayunos, caminando descalzos sobre la tierra antes de que los rayos del sol rebotaban sobre la tierra, abrazando troncos de árboles y tallos de plantas poderosas, para recibir el magnetismo y el efecto curativo de manera natural, en comunión íntima con la Tierra; para finalizar, ofrecían sus meridianos y los plexos de su cuerpo y permitían que el flujo de la energía vital, iluminara y energiza su cuerpo con toda la potencia de las fuerzas naturales.  

La noche de San Juan, 24 de junio, en el ámbito sagrado en Monte Albán, el Consejo de Ancianos se sentaban en círculo y en medio el elegido en actitud profundamente receptiva, recibía, por revelación, la gran cantidad de conocimientos esenciales que le cedía el Consejo de Ancianos para que los usara con prudencia y sensatez.

Detalló que nació con manchas azules en todo su cuerpo y de acuerdo con la tradición era la señal sobrenatural esperada en el pueblo para saber que era el siguiente Guardián de los Secretos de Monte Albán; en San Juan, siguiendo las indicaciones del cura, la mayoría no creía en esta predicción, decían que si esto en verdad sucedía sería el anuncio del nacimiento de un brujo y esperaban el momento en que viniera al mundo el que tuviera la marca para matarlo. 

Para ponerlo a salvo, sus padres lo envolvieron en un petate que amarraron al lomo de un burro encima de dos tercios de leña, y sin que nadie los viera, oscurita la mañana se marcharon del pueblo. 

Dijo que era el Vigilante, el custodio de Monte Albán, lugar en dónde acababan de hacer una ceremonia a cielo abierto con trece personas a la que sólo llegaron once y él; de manera oportuna, se podría decir, providencial e inexplicable, de la tumba 105 salió un gringo con aspecto de hippie que había pasado la noche allí y sin dudar lo invitaron a participar. 

Sin pedir permiso empezó a tomar fotografías, nadie le dijo nada, al terminar la ceremonia la tapa de atrás de su cámara fotográfica se abrió solita y se saltó el rollo estirándose hacia el suelo borrando todo lo que tenía impreso.

Y siguió, ahora tratando de explicar, según su experiencia, cuales son las causas probables por las cuales se desarrolla el cáncer en algunas personas y las medidas que debes adoptar para prevenir este mal.

Hay en cambio otras personas que al verlas te sientes seguro, protegido y escucharlas sabe uno que no mienten nunca y que lo que dicen es verdad y si te interesan sus palabras las guardas como recuerdo para siempre. 

Al fondo a la derecha Juan José hizo algunas preguntas que contestó Lucas; de pronto se calló y dijo con firmeza: “Tú, señalando a Juan José, eres médico, vienes por curiosidad y no aceptas lo que aquí se dice”. Hubo un momento de silencio y de sorpresa porque nadie había dicho que Juan José fuera médico.

El hombre de barba y túnica blanca dijo que conocía el caso de un Vigilante en Panamá, que realizaba el General Manuel Antonio Noriega Moreno que desempeñaba un papel estratégico; fundamental para bien de la humanidad en la unión del Norte con el Sur. 

Durante la sesión llegó una mujer de mediana edad quejándose de un dolor terrible y suplicaba a gritos que Lucas, el señor que cura, la atendiera de inmediato; él se levantó y de un jarro de barro grande de Atzompa que estaba en el piso, a su izquierda junto a la pared, sirvió agua en una jícara que tapó con su mano derecha extendida y pronunció unas palabras al agua y le dio a beber a la mujer a la que dijo “con esto se te va a quitar el dolor, luego te atiendo terminando”. La mujer se quedó sentada sin quejarse ya de ningún dolor.

A Julián Rosas le escuché decir que era vegetariano y explicó que durante el día comía barras de pan francés rellenas de pasta italiana —espagueti— y que era la causa de su sobrepeso. Miguel Hernández venía a tratar de vender al de San Juan unas figurillas, esculturas y recipientes de cerámica y de joyería hecha en obsidiana, encontradas por él mismo de casualidad en una necrópolis que data del período clásico de la cultura zapoteca (650-900 a. C.) llamada Huijazoo.

[email protected]