Crónica de la fundación de Oaxaca
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Crónica de la fundación de Oaxaca

 


Cuando las raíces son profundas, más grande es el árbol y mejores sus frutos; esta es una de las razones por las cuales debes conocer tus raíces, tu pasado, porque del pasado viene nuestra fuerza.

Cuando el pasado te empieza a revelar sus secretos te das cuenta de todo lo que te falta por aprender.

Con el crecimiento propio del paso del tiempo, se fue apagando el bullicio de las diligencias, carreteras y los innovadores tranvías tirados por mulas; también desaparecieron los mugidos de las vacas y los relinchidos de los caballos en los establos y potreros de la región. Solo algún intrépido gallo quedó para rememorar los orígenes campiranos de esta zona.

El pueblo que escogió, en esta región, Hernán Cortés, para que fuera su Marquesado, antiguamente fue un pueblo independiente que se llamó Santa María Oaxaca, lo que ahora es el barrio de “El Marquesado”.

Como ya casi todos saben no debemos confundir Oaxaca, la ciudad de mexicanos, con Antequera, ciudad española en Oaxaca, que eran lugares diferentes. Esto se puede comprobar fácilmente viendo los mapas antiguos de Oaxaca. Santa María Oaxaca fue siempre Oaxaca, la de la loma de los guajes es decir Huaxyacac, Guajaca, Tepeaca, Segura de la Frontera, Santa María Oaxaca y a partir de 1972: Oaxaca de Juárez, la de los oaxaqueños, la de los mexicanos.

Al inicio de la invasión de los españoles, estos acostumbraban anteponer el nombre de un santo al nombre del lugar y conservar el nombre original, de allí vino el nombre de Santa María Oaxaca.

Mediante sus delegados, Cortés fundó en 1526 la Villa de Santa María Oaxaca, en donde antes había sido Huaxyacac. La villa de Santa María Oaxaca que después formó parte de El Marquesado del Valle.

La frontera oriente de Santa María Oaxaca era La Raya; actual mercado IV Centenario, Jardín Morelos y la Calle de Victoria; y cruzándola empezaba Antequera, que era otro lugar, con otra historia y con otros fundadores.

Si el objeto de las nuevas generaciones es conocer la verdad o el deber ser, deben estudiar el pasado de Oaxaca, de los documentos escritos de primera mano que se sometan al método científico.

En su Historia de Oaxaca, José Antonio Gay no cita sus fuentes documentales, ni su bibliografía y sí por comodidad, pereza o falta de recursos monetarios, hay que recurrir a él, en todo caso, sería, con muchas dudas, una fuente secundaria de investigación.

Los archivos de la fundación de Santa María Oaxaca se perdieron, como el mismo José Antonio Gay lo dice, después de que los tuvo en sus manos y vio los documentos de la fundación de Oaxaca y las primeras actas de cabildo.

Estamos acostumbrados a ver la ciudad de Oaxaca tal como se encuentra actualmente, pero debemos tener presente que no siempre fue así, hay que observar hasta donde llegaba el cerro del Fortín, los ríos y El Marquesado del Valle.

Los invasores que llegaron, según cuenta Fray Bartolomé de las Casas, los habían sacado de las cárceles, eran albañiles, herreros, carpinteros, pastores, vaqueros, soldados, panaderos, carniceros, agricultores, comerciantes; españoles en su mayoría, pero también llegaron portugueses, turcos, judíos, africanos; eran aventureros ignorantes en busca de fortuna fácil.

Llegaron a ciudades pobladas por indígenas cultos, con conocimientos científicos que siguen sorprendiendo a la humanidad y que se reían de los españoles porque trabajaban con las manos.
Este es un breve relato de lo que fue la verdadera Oaxaca, llamada en la época de la Colonia, Villa de Santa María Oaxaca de El Marquesado del Valle; no es la historia de un pueblo como cualquier otro; es lo que pienso es la verdadera historia de Oaxaca.
El tema es un tema natural en una persona que trata de escribir sobre el lugar en donde nació; sin perder la objetividad ni la seriedad de la investigación y sin dejarse engañar por los historiadores que te llevan de la mano hacía Antequera, sin que te des cuenta, salvo que pienses, vas descubriendo, comparando, desechando, analizando, y al ir encontrando cosas nuevas te vas dando cuenta de todo lo que te falta, a pesar de haber planeado y delimitado previamente el tema.
Bebí de las fuentes históricas, las versiones oficiales de los invasores y las de los curas católicos, que aunque no son fuentes primarias, son las únicas que, en las circunstancias, tuve a mi alcance; las vivencias personales las fui extrayendo de mi memoria; hablo de los lugares donde jugaba, caminaba, estudiaba y parecía que se habían quedado dormidos para siempre; hoy salen como fantasmas para dar su testimonio para bien de la humanidad.
Trato de dar una visión de la importancia que tiene la cultura en el progreso de Oaxaca; un esbozo de la historia de Santa María Oaxaca en la época prehispánica y en la época del Virreinato, convertida en Villa, en pueblo, en ciudad y después en barrio, refleja, yendo de lo particular a lo general, la vida de provincia donde el tiempo transcurre más despacio; hablo de lo que el tiempo se llevó, lo que ya no existe y que fueron lugares de referencia, como el arco triunfal de piedra, la garita, la Ermita de La Soledad, la rayita, la pilita, los ahuhuetes, el río Atoyac, el ojito de agua, la fábrica de cerveza, los pasajuegos, el camino real.
Cuento con algunas anécdotas personales que son realmente anécdotas de los que crecimos en el barrio; el templo de Santa María; el señor de Santa María; el retablo; el jueves de los compadres; la danza del árbol; la noche de la República y algunos cuentos.
La vocación de los oaxaqueños, para lo que servimos es para el turismo, y todas nuestras actividades deben estar orientadas a esta actividad para aprovechar al máximo los recursos naturales y culturales de nuestro estado; por la trascendencia que tiene el impacto económico del turismo, pienso que es necesario saber primero, dónde estamos, y para saber dónde estamos, es indispensable conocer con exactitud de dónde vinimos.