SSO con cáncer terminal
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SSO con cáncer terminal

 


La gran corrupción que sembraron en la Secretaría de Salud en los dos últimos sexenios, terminaron por hacer de esta institución un onagro.
Unos 18 mil trabajadores han construido una burocracia que de tan obesa tiene aterrado al mismo gobierno. La gran corrupción entre funcionarios y líderes sindicales llegó a su clímax con el asesinato del director administrativo Rafael Pérez Gavilán cuando se aprestaba a destapar la cloaca. Es la hora en que nada se sabe de las investigaciones sobre este crimen.
Con el paro de casi una semana que hicieron los de la subsección 07 que encabeza Alberto Vázquez Sangermán, quedó claro que unos 18 mil trabajadores, la mayoría de ellos burócratas y muchos sin tarea específica (igual que en la Sección 22 del SNTE) se engullen casi todo el presupuesto que debería servir para salvar las vidas de los oaxaqueños más pobres.
Para paliar momentáneamente la presión sindical, el gobernador autorizó 3.2 millones de pesos para comprar medicamentos. Esto es una especie de mejoral para tratar de curar el cáncer en estado terminal que padece la SSO.
Aunado a la fatalidad de la obesa burocracia que estimulan los líderes sindicales, están los contratos leoninos que firman altos funcionarios para la compra de medicamentos, distribución, almacenamiento, etc. Otra veta de corrupción que se conoce es la compra sospechosa de los uniformes de trabajo. Gastan 130 millones de pesos para adquirir vestuario que costaría, en una transacción cabal, 60 millones de pesos.
En una breve revisión de la situación que tiene sumida a la SSO en el desorden total, hay datos que indican que son tantos los “trabajadores” que muchos no tienen tarea específica. Esto trae consigo otro entorno preocupante. Metidos en el ocio, se las ingenian para sangrar la institución. A eso atribuyen el “robo hormiga”.
En mayo pasado dije aquí que el diagnóstico es que el sistema de salud pública en Oaxaca ¡está colapsado! Todo el mundo conoce la manera en que la delincuencia organizada de Gabino y sus 40 ladrones, saquearon pero pocos saben del robo hormiga de medicinas, material y hasta equipo, que lleva a cabo el personal sindicalizado en centros hospitalarios. Este hecho no solo lo toleran, hasta fomentan líderes sindicales como el tal Sagermán y Mario “El Gato Félix”.
Un botón de muestra: El método de robo es conocido como “pastilleo”. Cuando empezó a hacer crisis la escasez de medicamentos en hospitales públicos de la capital, el Istmo y Tuxtepec, llamaron a uno de los proveedores para aclarar el asunto. Iniciaron la investigación contra la voluntad del “gato Félix” y secuaces. Descubrieron que algunos médicos y enfermeras se recetaban y ellos mismos pedían en la farmacia del hospital la dotación de capsulas, pastillas o cualquier tipo de medicamento. Le daban al paciente una dosis y se llevaban el resto en los empaques. Al siguiente turno hacían lo mismo. Con esta práctica, las dotaciones de fármacos “volaban”. Esta es una de las causas de la escasez endémica en la SSO. Este ilícito ni siquiera intentan frenarlo por la confabulación sindical.
“El gato Félix” y sus delegados apegados a la misma escuela del cártel 22, encubren a ultranza a sus agremiados hasta llegar a la ignominia.
Otro ejemplo: En los quirófanos del hospital civil, el sindicato hizo un paro. Alegaban que no tenían gorros para entrar a operaciones. Vino otra investigación y descubrieron que un día antes firmaron de recibido por dotación de gorras pero, ¡se las querían robar! “El gato Félix” se las ingenió y con gran cinismo alegaron que “la huelga es porque nos dieron gorras blancas pero queremos azules”.
Otra pillería. Después de tantas gestiones, algunas ONG y la SS, dotaron al hospital de la niñez, equipo e instrumental para los pequeños con cáncer. Las entregaron empacados, ni siquiera las abrieron y nunca se supo dónde quedaron. Los sucesivos directores de ese nosocomio, Ernesto Garzón, Armando Altamirano y Dinorath Díaz, nunca confesaron quién se las llevó.
Previendo su reelección, el “gato Félix” en los últimos días del “gabinato”, otorgó plazas en ese mismo nosocomio. Como siempre, entregó puestos administrativas para sus recomendados. No cubrió una sola vacante de médicos, de especialistas ni técnicos. Hace dos meses hizo lo mismo.
Si el robo es un crimen, hurtar lo que salvaría la vida a miles de niños y adultos oaxaqueños en pobreza extrema, es doblemente canallesco. Esto es lo que solapan los líderes sindicales con sus paros locos. Ahí queda para la ignominia el drama de los oaxaqueños más necesitados que llevan a su enfermo de un hospital público a otro, sin que nadie lo atienda, hasta que muere.

Ganan los más corruptos
Pregunté a uno de los sindicalistas que bien conoce las entrañas de la sección 35 del sindicato de la Secretaría de Salud ¿si su dirigente Mario Félix Pacheco es tan corrupto porqué lo reeligieron?
La repuesta fue contundente: Su corrupción estaba ligada al gobierno de Gabino; metió mucho dinero sucio a la campaña para comprar votos, por la misma complicidad le autorizaron miles de plazas sin sustento y todo cuanto pedía.
Esto explica el caos en la SSO. Los cálculos que hacen los que conocen el problema, son fatales. Dicen que los mejoralitos para el cáncer en fase terminal que padece no sirven. Deben someterlo a una profilaxis total o se muere.
¿Esto qué quiere decir? Que deben reducir su gran burocracia que se engulle casi todo el presupuesto.
La Secretaría de Salud que debería cuidar la salud de unos 1.5 millones de oaxaqueños, requiere, cuando mucho, de unos 10 mil trabajadores, principalmente médicos, enfermeras, técnicos pero tiene 18 mil. Entre ellos, 7 mil empleados de base, unos 4 mil regularizados, eventuales dos mil 300 y los de confianza son incontables. No hay presupuesto que pueda saciar a este monstruo burocrático.
Aquí vale hacer una comparación. El IMSS en Oaxaca, atiende más de 2 millones de derechohabientes y del programa IMSS-Prospera, y lo hace con 7 mil empleados.
Pero mañana seguimos.

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