Sin plan económico
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Opinión

El hombre y su palabra

Sin plan económico

 


El mundo enfrenta una crisis económica que no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial. Y es que para disminuir el contagio de Covid-19, los gobiernos han recomendado, incluso obligado, a sus ciudadanos el aislamiento, cuarentena y distanciamiento social. Mientras estas medidas buscan evitar una crisis sanitaria, por otro lado, frenan y disminuyen la actividad económica.

De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el Covid-19 tendrá impactos graves en la economía; en el corto plazo podría incrementar el desempleo, disminuir los salarios e ingresos, aumentar la pobreza y pobreza extrema, incrementar los costos del sistema de salud, así como la fragmentación y desigualdad en su acceso; en el largo plazo podría haber quiebre de empresas, reducción de la inversión privada, menor crecimiento económico, menor integración en las cadenas de valor y deterioro de las capacidades productivas y de capital humano.

El organismo regional estima una contracción de la actividad económica del país de entre 3.8 y 6 por ciento para este año. Por su parte, el Centro de Estudios Espinosa Yglesias advierte que el Covid-19 puede aumentar en 21 millones el número de pobres en México, con esto, el total de pobres ascendería a 73.4 millones, equivalente al 57% de la población.

Por lo anterior, el día domingo, los mexicanos esperábamos un plan económico que incluyera apoyos específicos para los más afectados por la contingencia: personas en condición de pobreza, trabajadores informales y pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, nunca se anunció tal plan. En general, se reiteraron las medidas anunciadas en días anteriores: no aumentar impuestos, devolución del IVA a contribuyentes,  2 millones 100 mil créditos personales de vivienda y para pequeñas empresas del sector formal e informal, ampliación del programa Sembrando vida a 200 mil campesinos,  apoyos directos a 190 mil pescadores, 65 mil millones de pesos para Pemex, disminuirá el salario de altos funcionarios públicos y se eliminarán aguinaldos desde subdirectores hasta el del presidente, se reducirá la publicidad del gobierno, continúa la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, rehabilitación de las seis refinerías y construcción de la refinería de Dos Bocas.

Generó expectativa que el presidente López Obrador anunciara la adquisición de deuda y con ello enfrentar el panorama actual. Si bien las medidas anunciadas representan un incremento del gasto público, es insuficiente.

Por una parte, los apoyos se concentran en los Programas de Bienestar, en los que hay 22 millones de beneficiarios, lo cual está por debajo del número de pobres que es de 52 millones. No hay apoyos para los trabajadores del sector informal, lo que hace imposible que este grupo de la población pueda estar en cuarentena.

Por otro lado, en la concepción del presidente la deuda es por sí misma mala. Para él, la contratación de deuda lo rebajaría a ser neoliberal, sin embargo, no es neoliberal adquirir deuda para financiar las necesidades actuales. Lo neoliberal es que esa deuda sea utilizada para rescatar a las grandes empresas y bancos, y que al final sean los ciudadanos los responsables de pagarla. En esta situación, la deuda hubiera servido para apoyar a las pequeñas y medianas empresas, las cuales son las principales generadoras de empleos.

Otro elemento que desconcertó fue el anuncio de que continuaban en pie los megaproyectos: refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Corredor Interoceánico. Éstos consumen una importante cantidad recurso que podrían haberse movilizado para reactivar la economía, no obstante, siguen siendo proyectos prioritarios para el presidente.

El momento porque que atraviesa México marcará la vida de millones de personas, por eso era fundamental que se anunciaran apoyos monetarios para los pobres, trabajadores del sector informal y pequeñas y medianas empresas. Con lo anunciado, no se observa que el Presidente se encuentre preocupado por ellos. Sigue apelando a la familia, la cultura y los valores para enfrentar la crisis sanitaria y económica. Sin embargo, esta situación no requiere buenos deseos sino un Estado que proteja a los grupos vulnerables y dinamice la economía.