Lealtad
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Opinión

El Crematorio

Lealtad

 


Un mal endémico por naturaleza y que se recrudece en tiempos de pandemia es, sin duda,   una epidemia que se está reproduciendo de forma alarmantemente en el ser humano, es la imposición de la deslealtad,  que está ganando cada vez más terreno en forma consciente dentro de la esfera gubernamental, y lo vemos todos los días, pues es muy fácil convertir al amigo en enemigo de la noche a la mañana, y todo por la codicia y el poder, que hacen que el hombre rompa su fidelidad y traicione al hermano, al amigo y a los suyos.

Para entender la lealtad hay que recurrir a las nociones de firmeza, de respeto a la ley y cumplimiento de esta; en tanto que la deslealtad va asociada a la traición, al desprecio de la ley y, como consecuencia de ello, a su incumplimiento. En conclusión, de la seguridad que da el saber que ni todo el oro del mundo será capaz de torcer su voluntad, porque no se puede comprar la virtud del hombre bueno y leal; que el codicioso desordenado hoy te dejará por otro que le dé más, aunque le hayas hecho todos los bienes del mundo; que donde hay mucha codicia no puede haber amor, ni fe, ni lealtad; sino todo movimiento de voluntad y obra. Estos desleales son conscientes de su traición a la ley y, para ocultar su vergüenza, suelen poner en marcha una maquinaria propagandística en la que se invierten los términos, disfrazando la deslealtad de tolerancia y equiparando la lealtad con la intransigencia. El resultado es una atmósfera social en la que la corriente lleva a aceptar la falta de respeto a la ley como algo socialmente positivo y prestigioso.

La “masa” formada por ignorantes culpables sigue la corriente. Esta gente de personalidad amorfa traiciona la ley para no diferenciarse del grupo y formar así parte del colectivo de los “tolerantes”. Con frecuencia oímos decir frases como “yo respeto todas las ideas”, como si todas las ideas, incluso las contrarias a la ley, fueran ellas –y no las personas– las dignas de respeto.

En estos tiempos que corren de verdadera incertidumbre, nos reclaman una humanidad idéntica y diferente en convivencia. Urge, pues, que los abanderados de la lealtad sean los primeros y en realidad son tan pocos, que, ni la Cuarta Transformación lo ha contemplado, por ello estamos viendo el ocaso de Morena.