No mentir, no robar, no traicionar
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Opinión

El Crematorio

No mentir, no robar, no traicionar

 


No se sabe si en la gestión presidencial de Andrés Manuel López Obrador se estén aplicando las sentencias de no mentir, no robar, no traicionar al pueblo, pues lo vemos en los diferentes estados del país: se sigue mintiendo, se sigue robando y traicionando. Ya que la corrupción en vez de disminuir ha aumentado alarmantemente, tal y como ocurre en los conocidos escándalos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Comisión Federal de Electricidad (CFE), Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado (Indep) y otros más.

La corrupción aflora a simple vista y nadie dice nada, mucho menos la Secretaría de la Función Pública, que encabeza la cuestionada Irma Eréndira Sandoval, pues todos tienen callos que les pisen, por lo que así no se puede detener el saqueo brutal de las arcas públicas. ¿Qué pasará con el presidente López Obrador?, que muy a pesar de sus cotidianas mañaneras continúa en campaña y se olvida de gobernar más que todo vigilar sus preceptos, que le fructificaron en votos, a través de su renovación moral, la cual todavía no llega. 

Y no hablemos de Oaxaca, en donde también no se ve, no se oye, no se dice nada en torno a la corrupción, pues parece que todos son honrados y aunque el arca esté abierta, nadie roba ni nadie miente, y a los gritos de atrapen al ladrón con pruebas en las manos, la Secretaría de Salud a cargo de Donato Casas Escamilla; en Caminos y Aeropistas de Oaxaca (CAO), David Mayrén y en el Colegio de Bachilleres del Estado de Oaxaca (Cobao), Rodrigo González Illescas, generan a pasos agigantados a nuevos ricos, habitando en zonas residenciales, con camionetas de lujo, robándole al pueblo más pobre de México. Se ha denunciado públicamente en los medios de comunicación los latrocinios más escandalosos y comprobados en estas dependencias. Sin que intervenga el contralor general del Estado, Jesús Ángel Díaz Navarro, quien —al parecer— está miope o ciego o simplemente no quiere ver. La corrupción es invisible a sus ojos, porque para él, en “este gobierno todos son honrados”.