Obediencia ciega
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Opinión

El Crematorio

Obediencia ciega

 


Obediencia ciega exige el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, a su gabinete y colaboradores cercanos, pues solo deben obedecer sus designios, sin dudarlo. Aspira a que nadie tenga la capacidad para entrometerse y cuestionar sus decisiones para dirigir el destino de México.

Se puede dilucidar que vamos rumbo a una dictadura. Esto refleja más que un horror y terror. El horror de pensar que quien debe dar una solución a los problemas de este país —que cada día se incrementan más— es un hombre con la mirada irracional e iracunda, que no está dispuesto a escuchar razones, consejos y menos opiniones, pues al grito “del Estado soy yo” nadie osa contradecirlo ni alzar la voz, y ni se diga de las críticas, porque entonces te convierte en su enemigo.

Ese es, en realidad, el drama histórico de México. Una especie de sacralización de ideas tan artificiosas como vanas, que tenemos que padecer durante muchos años, pese al deseo de los ya numerosos mexicanos que piden un cambio, ante la incapacidad palpable de López Obrador para gobernar un pueblo como el mexicano, tan contrastante, diverso y dividido, desde hace muchos siglos, entre pobres y ricos, pues antes de la llegada de los españoles ya existía la diferencia de clases y jamás —a pesar del pueblo sojuzgado— existió la igualdad; así seguiremos obedeciendo ciegamente a un gobierno que empieza a rayar en la dictadura.