Golpes al turismo
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Opinión

Editorial

Golpes al turismo

 


La administración del gobernador Salomón Jara ha ubicado al turismo como un eje importante de su programa de gobierno. Ya se creó la marca: “Oaxaca, tierra orgullosa de sus raíces”, que se presentó en un evento de relevancia mundial: la Feria Internacional de Turismo –la FITUR- celebrada en Madrid, España, del 18 al 22 de enero. En dicho evento participó Oaxaca. La industria sin chimeneas es uno de los pivotes de la economía estatal. Nuestra entidad es, según los especialistas, un destino completo desde el punto de vista turístico. Tiene playas, sitios arqueológicos, monumentos coloniales, ecoturismo, playas limpias, gastronomía, artesanía, etc. Es decir, hay de todo. Una capital considerada como una de las más bellas de México y dicen que de Latinoamérica. Una posición geográfica envidiable. Sin embargo, vamos a la zaga de otros destinos.

Hay varios factores. Uno de ellos, es que el gobierno federal, siempre nos ha mantenido marginados. En los años ochenta del Siglo XX, despegó el Proyecto Bahías de Huatulco a través de Fonatur. Pero, a diferencia de otros como Ixtapa o Los Cabos, avanzamos más lentamente. Somos, en efecto, un destino muy socorrido, pero no en los parámetros de afluencia y derrama económica que nos corresponden. Se cacarea mucho la conectividad aérea a Oaxaca, Puerto Escondido y Huatulco. Pero las vías terrestres están para llorar. Son un suplicio para el turismo. Hay otro desafío más: los bloqueos carreteros. ¿Alguien en su sano juicio se arriesgaría a transitar por San José del Pacífico, en la vía 175 para llegar a Huatulco, en perpetuo conflicto político con San Mateo Río Hondo y una carretera hecha pedazos? ¿O vía Salina Cruz, con bloqueos perpetuos e intermitentes en Astata, El Morro Mazatán o Huamelula?

El martes 17 de enero, con la bandera de pedir la liberación del agente municipal de Puente de Madera, Tehuantepec, un grupo de seguidores bloqueó la carretera 190 entre Tehuantepec y Juchitán. Quemaron vehículos y demás desfiguros. Ahí, durante horas, un grupo de 33 turistas franceses quedaron atrapados. Los rescató la Guardia Nacional. El sujeto detenido, torciendo la ley, fue liberado más tarde. La pregunta es: ¿y así le apostamos al turismo como un eje del desarrollo económico? O más bien, ¿si el hecho de aprehender a un presunto transgresor de la ley, tuvo tales resultados, para qué detenerlo, si al final se violenta la norma?

 

Migración y negocio

 

A lo largo de las últimas décadas, el territorio oaxaqueño se convirtió en el paso obligado de la migración proveniente de Centro y Sudamérica, en su camino hacia los Estados Unidos. Es más, el año pasado, se creó hasta un albergue para migrantes de Venezuela y otras naciones en la población de San Pedro Tapanatepec. Se habla de 25 mil migrantes varados ahí, en tanto podían obtener una visa humanitaria para transitar libremente por nuestro país. Al suspenderse dicho beneficio, muchos quedaron prácticamente atrapados en la entidad. Y hoy en día se les ve caminando por parajes solitarios de la carretera 190, entre Oaxaca y Tehuantepec. Hay otros más que deambulan por poblaciones del Istmo e, incluso, por la capital del estado solicitando apoyo monetario. Un drama lacerante que conllevan las olas migratorias que hoy mismos se desplazan por el mundo y, en especial, por nuestro estado.

Si bien es cierto que las mismas han traído magros beneficios económicos por las poblaciones de tránsito, en donde adquieren agua, refrescos y alimentos, también han dejado grandes beneficios. Y no sólo a quienes se enriquecen con el tráfico humano, llamados vulgarmente polleros, sino a agentes del Instituto Nacional de Migración y hasta corporaciones castrenses y policiales locales. Cual más, cual menos, le han entrado al negocio. Cualquier observador o viajero puede constatar los dólares de migrantes que circulan en las garitas migratorias de Novillero o La Venta en el Istmo, o la que tiene la Policía Estatal en Reforma, Yautepec. Aquellos que descienden de las unidades del transporte para eludir las garitas y recorren a pie cerros y parajes, ya son esperados por camionetas de redilas que los trasladan kilómetros adelante, como si fueran animales.

Las corporaciones federales y estatales conocen como pocos las rutas del tráfico humano ilegal en el Istmo, por la zona huave, por los Mixes. Y las explotan a placer. Y las bandas delictivas locales y los grupos criminales no se quedan atrás, lo mismo que algunos ediles por las zonas de tránsito. Van por los dólares que familiares envían desde sus países de origen, a quienes buscan el sueño americano. Si bien es cierto que el citado fenómeno migratorio no es de competencia estatal, la seguridad y el tránsito por territorio oaxaqueño sí lo es. Bien haría pues la administración del gobernador Salomón Jara en investigar los abusos y atropellos, pero, sobre todo la cadena de corrupción que se da con el paso de miles y miles de migrantes.