Diálogo versus ley
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Diálogo versus ley

 


Concluyeron los festejos de julio, con todo el glamour que trajeron consigo. Durante ese período salieron a flote protestas, chantaje, presión y el oportunismo de dirigentes de organizaciones. Afloró un propósito insano de torpedear el período vacacional. Éste ya terminó. Ahora hay que ver qué grupos siguen en la brega. Ya no hay a quién sorprender o utilizar para sacar raja económica. El gobernador Alejandro Murat está justo a cuatro meses de concluir su gestión al frente de la gubernatura. Durante este sexenio hubo una práctica de Estado recurrente: diálogo y más diálogo. Sin embargo, no todos entendieron el mensaje. Y se empecinaron en seguir con las manidas prácticas del bloqueo, de poner contra la pared a la ciudadanía y exigir prebendas de las que no tienen ni derecho ni representación para pedirlas.

Según fuentes oficiales, en Oaxaca existen cerca de 400 organizaciones sociales que viven –así como se lee- del erario estatal. Sus dirigentes no han sido electos en procesos democráticos, sino que se han asumido representantes de comunidades y grupos por sus cojones. ¿Quién los nombró? ¿Con cargo a qué exigen recursos para obras o apoyos económicos para grupos sociales o municipios? Sólo ellos lo saben. Sin embargo, el mismo gobierno los ha ubicado en un pedestal. Y con prepotencia llegan a las oficinas gubernamentales esgrimiendo la amenaza de bloquear carreteras o cruceros; oficinas o plazas comerciales. En virtud del miedo a que cumplan su amenaza, que es su modus vivendi, los funcionarios les han abierto las puertas. Y en las mesas de diálogo manotean, insultan, se asumen intocables. Y reciben, de espaldas al pueblo, millones y millones.

Pero no sólo es eso lo que reciben. También exigen obras, concesiones de transporte y una y mil canonjías. En la pasada temporada vacacional tuvimos a tres de estos especímenes: los dirigentes de CIPO, CODECI y CNPA. Los primeros venían por 20 millones de pesos, cada uno. Según sus demandas, el gobierno no les había cumplido y por eso bloquearon los cuatro carriles del Cerro de “El Fortín”. Dichos grupos de presión se han multiplicado de manera exponencial en los dos últimos sexenios. El mejor negocio es crear un membrete social y explotarlo a placer. La estrategia es hacerse notar, amenazar al gobierno y crear un infierno para la sociedad, para que su chantaje sea efectivo. ¿El gobierno que entrará en funciones el primero de diciembre seguirá alimentando a esta lacra de vividores?

 

Una Meca cultural

 

Hay una realidad irrebatible: el rubro de cultura, siempre va a la zaga de las prioridades gubernamentales. Se percibe como algo marginal. Sin importancia. Algunos regímenes han buscado la coordinación de turismo y cultura, habida cuenta del enorme potencial que tiene Oaxaca en ambos temas. Pero en los hechos se privilegia más la rentabilidad de la industria sin chimeneas. En los últimos años, desconozco si la pandemia o la apatía oficial dieron al traste con festivales que le dieron renombre a la entidad a nivel nacional e internacional. Nos referimos, por mencionar sólo dos, al Festival “Eduardo Mata” o el conocido como “Instrumenta”. Ambos eran un imán para amantes de la buena música o de artistas que venía a perfeccionar sus habilidades con maestros de reconocido prestigio. Oaxaca es un referente, más allá del arte pictórico.

Porque nuestro estado no sólo es semillero de reconocidos pintores como Tamayo, Toledo, Morales, Zúñiga, Hernández, Amador, Santiago, Rojas y muchos más, sino también de músicos. De San Lorenzo Cacaotepec, es uno de los mejores trombonistas del mundo. Nuestras comunidades, aún las más rezagadas y pobres tiene sus bandas de música. Hay comunidades en donde los niños antes de conocer el alfabeto leen partituras musicales. Hoy mismo tenemos grandes instituciones, como el Centro de Capacitación Musical de Santa María Tlahuiltoltepec, Mixes, semillero de consumados músicos. Tenemos una Facultad de Bellas Artes en la UABJO. Casas de Cultura en donde se enseñan los rudimentos básicos de guitarra, violín, piano, instrumentos de aliento, percusiones y marimba.

Hace algunos años se llevaron a cabo encuentros de bandas de música, teniendo como escenario el Auditorio ubicado en el Cerro de “El Fortín”. Centenas de niños, niñas, jóvenes y adultos bajo una sola batuta. Interpretaban piezas con singular maestría lo mismo clásicas que tradicionales. Es decir, Oaxaca es mucho más que folklore, que todo el jolgorio que precede a La Guelaguetza. No se trata de demeritar nuestra fiesta máxima sino de recrear aún más el entorno cultural. Esto es, hay que dejar atrás la gravitación de que nuestra capital es sólo guelaguetza, Noche de Rábanos, Procesión del Silencio y dos o tres eventos que atraen al turismo nacional y extranjero, sino reintegrarle su papel como una verdadera Meca cultural. Del arte musical, de la pintura y de la danza. Si para el gobierno es una carga demasiado onerosa, hay que buscar patrocinios privados, pero recuperar aquellos festivales que se han perdido en el tiempo.