Aplicar reglamento
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Editorial

Aplicar reglamento

 


Aunque el titulo puede ser utópico, habida cuenta de que en el municipio citadino leyes, reglamentos y ordenanzas son prácticamente letra muerta, hay un caso en el que toda omisión contribuirá a atentar en contra de nuestro Centro Histórico, ya de por sí mancillado por tanto desorden y dirigentes sin escrúpulos. Nos referimos al famoso “memorial de las víctimas de la represión” en Asunción Nochixtlán, Oaxaca, en los hechos del 19 de junio de 2016, que un grupo de pseudo radicales instaló frente a la Catedral Metropolitana, sin autorización ni permiso alguno, sino motivados por simple protagonismo y hacer bandera los fallecidos en esos eventos trágicos. A todas luces se trata de una afrenta a nuestra ciudad capital, reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987.

No se trata de un hecho menor, habida cuenta de que existe una gran molestia entre la ciudadanía por lo que hace días calificamos como afrenta al espacio más emblemático de muestra capital. Por un lado, porque los hechos violentos de los que acusan represión del Estado no ocurrieron aquí sino en otra parte del estado y, por otro lado, porque ya basta de tanto teatro de querer pretender hacer héroes a desconocidos que fueron llevados al matadero por dirigentes sin escrúpulos. Hay que recordar que el famoso “Comité de Víctimas” es un membrete que ha servido como manzana de la discordia entre dirigentes y organizaciones sociales, habida cuenta de que lo ven como una veta de oro para poder extorsionar al gobierno estatal y federal, además de aprovechar el estatus de víctimas para lucrar en el antes tranquilo municipio mixteco.

La ciudadanía demanda del Cabildo, cuyo primer concejal es Martínez Neri, actuar en consecuencia ante este atentado a la imagen histórica del centro de la ciudad. Quienes participaron en esta acción violenta han sido ya sometidos a proceso, en el caso de los policías federales y estatales. Sin embargo, las armas se accionaron en ambos bandos, sólo que la victimización prohijada por las comisiones de derechos humanos, han contribuido a hacer que, en el afán de establecer un martirologio, se tome ahora a nuestra capital como rehén de nostálgicos y verdugos de ayer, que ahora enarbolan la bandera de inocentes víctimas.

 

Una imagen deplorable

 

Estamos ya a unos días de que inicie el mes de julio, que para autoridades y oaxaqueños, es tiempo de fiesta. En efecto, el 25 de este mes y el 1 de agosto, se llevarán a cabo las cuatro presentaciones de nuestra fiesta máxima: La Guelaguetza. Hace poco más de una semana, el presidente municipal de Oaxaca de Juárez, acompañado del director artístico y creador de “Donají, la leyenda”, anunció su presentación luego de dos años en que fue suspendida por la emergencia sanitaria de Covid-19, como lo comentamos la semana anterior. Es decir, se están echando las campanas al vuelo para hacer de la capital el tradicional teatro de actividades culturales, artísticas y demás, que son el atractivo principal del turismo del país y el extranjero. No hay que olvidar que somos el destino cultural por excelencia en el país, el lugar de los restaurantes caros, de los chefs internacionales y de mucha faramalla, que pretende meter en el rincón de los trebejos, lo más sagrado para todos los oaxaqueños: nuestras costumbres, tradiciones y legado histórico.

Empero, en sentido contrario a esta parafernalia y ambiente festivo, la ciudad asemeja –sin exagerar- algunos territorios de Ucrania, en su lamentable conflicto armado con la Federación Rusa. Es decir, la entrada y salida de la ciudad, sea en las carreteras 190 o 175, lucen en condiciones deplorables, hoyancos por aquí por allá; baches en calles y avenidas. La justificación de las autoridades es que estamos en plena temporada de lluvias y las tormentas torrenciales que han caído en los últimos días, han hecho pedazos la carpeta asfáltica. Es decir, el mismo rollo del anterior presidente municipal, que se desentendió totalmente de los problemas citadinos, bajo su responsabilidad. Esto es: es la triste imagen de la ciudad que se les ofrecerá a los visitantes del país y el extranjero que llegarán a la capital en los próximos días.

A todo este panorama desolador, hay que agregar otros rubros como la falta de mantenimiento en el sistema de semáforos. Importantes cruceros citadinos se han transformado en trampas mortales para pasajeros, automovilistas o transportistas. Siempre que en este espacio hemos reclamado de este tema, la respuesta ha sido la evasión de la responsabilidad oficial con el argumento de que no hay recursos para hacerlo. Si a ello añadimos el crecimiento del comercio en la vía pública en céntricas vialidades como García Vigil o el mismo Centro Histórico, nuestra imagen citadina poco de bonito tiene que vender ante la industria turística.