Patrimonio en ruinas
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Opinión

Editorial

Patrimonio en ruinas

 


Un simple paseo por el Centro Histórico de la capital oaxaqueña, el mismo que cautivó al Comité del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en 1987, para ubicar a la capital en un honroso lugar de la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad, podrá dar cuenta del grave deterioro que padecen edificios públicos, monumentos de arquitectura novohispana y viejas casonas que están a punto de venirse abajo. En efecto, no sólo se observa el daño que las pintas y el grafiti han hecho en las añejas canteras sino, además, el abandono en que se encuentran decenas de casas de adobe que, por economía o desinterés de sus propietarios, están en franco deterioro, constituyendo un peligro para los transeúntes o automovilistas.

Esta situación ocurre, a pesar de la existencia de un área en el gobierno de la ciudad que está a cargo del patrimonio monumental y específicamente del Centro Histórico en cuyas calles existen, insistimos, decenas de viejas casonas, deshabitadas y casi cayéndose a pedazos. Algunos de dichos inmuebles están catalogados como monumentos históricos. Es también prudente señalar que uno de los obstáculos para que los propietarios remodelen sus propiedades son las restricciones que impone el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en su propósito de conservar la originalidad de las construcciones. Sólo los empresarios, banqueros y artistas que tienen posibilidades de financiar construcciones o rehabilitaciones tan costosas, son quienes han adquirido dichas casonas.

Existen viejas propiedades que han sufrido remodelaciones en su interior, que están muy lejos de devolverle su originalidad. Para dar una visión de autenticidad sólo conservan las fachadas. Con el boom de la capital como destino turístico privilegiado, dichas remodelaciones se pueden observar en hoteles, restaurantes y bares de moda. Los inmuebles, inclusive coloniales, están completamente transformados con un toque modernista. Nada de originalidad. Esto implica que la autoridad responsable, es decir, el INAH o el área del gobierno local, no aplican la norma de manera pareja, sino que hay distinciones y discriminación. Algún día propusimos que los referidos inmuebles fueran adquiridos por el municipio de Oaxaca de Juárez. Sin embargo, ello ha quedado descartado al saberse la situación económica tan precaria del mismo.

 

Urge nuevo relleno sanitario

 

Durante la crisis de la basura en la capital oaxaqueña, durante la segunda quincena de diciembre, se puso en evidencia, asimismo, el tema de la capacidad ya rebasada del actual relleno sanitario, que se ubica en jurisdicción de la Villa de Zaachila. En efecto, al inicio del gobierno de Alejandro Murat, trascendieron gestiones y anuncios publicitarios de la Secretaría del Medio Ambiente, Energías y Desarrollo Sustentable (Semaedeso), en torno a la construcción de un nuevo relleno sanitario. Nada se supo después. Lo que sí es cierto es que, desde hace al menos quince años, en algunas campañas a la presidencia municipal de la capital, se ha escuchado como uno de los buenos propósitos de quienes buscan el cargo la construcción de un nuevo relleno sanitario.

Sin embargo, nada se ha avanzado. Se habla de predios ubicados en San Andrés Zautla o en Tocuela, Ocotlán. Sin embargo, a veces las mismas autoridades o los falsos protectores del medio ambiente sacan la cara para negarlo. Nadie quiere el tiradero cerca de sus comunidades, por salud o simplemente por una negativa soterrada. Y es que ninguna autoridad quiere que ocurra lo que pasó en el actual. Miles de paracaidistas y personas sin casa se avecinaron invadiendo los predios cercanos. Actualmente hay no menos de diez colonias, en las que se han asentado no sólo malvivientes, sino células de grupos criminales, solapados por líderes del transporte o agitadores que, cada en cuando le cobran las facturas al gobierno capitalino. Para ello cierran el crucero que comunica al tiradero o los accesos para que entren los camiones recolectores a dejar su carga.

Por las condiciones económicas que el edil Francisco Martínez Neri recibió de la administración se considera una tarea nada fácil pensar en la construcción de un nuevo relleno sanitario. Estamos ciertos de que es una inversión de muchos millones de pesos. Sería posible si fuera una obra conjunta con el gobierno estatal o con fondos de la Federación. La otra alternativa, ya la hemos planteado en este espacio editorial, es concesionar a particulares tanto la recolección de basura como la construcción del área que servirá para su aprovechamiento industrial. Es decir, pensar más a futuro y no como alternativa inmediata. Esperamos que las nuevas ideas que trae consigo el edil y su equipo de trabajo, dé a los capitalinos expectativas modernas de vivir.