UABJO: Un cambio de rumbo
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Opinión

Editorial

UABJO: Un cambio de rumbo

 


La Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca –la UABJO- vive de nueva cuenta un período de crisis. La agitación, la protesta y la excesiva politización han sido su mal congénito. En 1977, luego de la caída del ex gobernador Manuel Zárate Aquino, nuestra Alma Mater se convirtió en rehén de grupos políticos: uno afines al PRI, otros de partidos de izquierda y unos más de grupos en la clandestinidad. Nada de academia. Nula investigación. Desde esos años, hace más de 45, se fueron enquistando grupos porriles, cacicazgos y clanes familiares, que han infestado la institución de vicios, complicidades y corrupción. Y ahí siguen, eternos e inamovibles. Reflejo de esa descomposición son los seis o siete sindicatos que mantienen a nuestra Máxima Casa de Estudios, materialmente de rodillas. Desde inicios de cada año, uno tras otro, van emplazando a huelga, para exigir mejoras salariales y otras prebendas.

Así como el porrismo, financiado con el erario universitario, han tomado carta de naturalización el narcomenudeo, la venta de calificaciones, el acoso sexual y la comercialización de espacios en ciertas escuelas y facultades. En algunas, como la de Derecho y Ciencias Sociales, dicen que el secreto para terminar la carrera de abogado, es inscribirse y no morirse. Se sabe que hay ahí quienes operan una red de corrupción, para quienes terminan la carrera y quieren titularse. Les venden tesis profesionales clonadas, ponen jurado a modo y hasta fiesta de graduación y anillo incluye el paquete. La pregunta es: ¿cómo llegó nuestra antes prestigiada institución a esos niveles tan bajos de degradación? Todo ello bajo el argumento burdo de la autonomía universitaria.

La detención de un ex rector por presunto delito equiparado a defraudación fiscal agravada, más allá de su carga política con miras al relevo en la rectoría, debe dirimirse en las instancias jurisdiccionales competentes, no en la calle. Hay en la sociedad un hartazgo generalizado. Como hay también, la demanda de que la UABJO cambie el rumbo. Es urgente ya, desmantelar esos perniciosos cacicazgos y exterminar el porrismo. Es una institución pública que, por el bien de miles de jóvenes que buscan ahí el espacio para su formación profesional, debe seguir como tal y no como coto de poder de grupos y cofradías. Nuestra universidad pública debe refundarse. Recuperar su esencia formativa. Retornar a sus orígenes. No más vicios, componendas y complicidad, solapadas por las autoridades, acotadas por una mal entendida autonomía.

 

Covid-19: Los beneficiarios

 

El país –y Oaxaca, por supuesto- padece una nueva ola de contagios por Covid-19. Se trata de la nueva cepa, ómicron que, si bien no ha dado visos de gravedad, letalidad o aumento de hospitalización, no deja de ser preocupante. Para los escépticos, esos que siguen pensando que el virus de SARS-CoV2 no existe –por religión o ignorancia- hay que meterles en la cabeza que el único método, una vez que alguien se contagió y busque salir adelante, es la vacuna. Nada más. A poco más de dos meses de cumplir dos años de haberse declarado la contingencia sanitaria, la pandemia ha dejado tras de sí –como ya hemos comentado- no sólo muerte, dolor y zozobra, sino una economía lacerada en diversos rubros. Los primeros golpes dieron de lleno con las fuentes de empleo. En el turismo y los servicios. Y de aquellas comunidades que se habían mantenido a salvo de los contagios, sólo queda el recuerdo.

Pero, así como hizo a los pobres, más necesitados, hay hoy en día negocios que han multiplicado sus ganancias. Un ejemplo. El monopolio de los exámenes de PCR o pruebas de antígenos en pocas manos ha fomentado abusos. Los costos son excesivos en algunos, en otros más moderados, pero al fin de cuentas, el ciudadano sólo debe acudir a los que están certificados por la Secretaría de Salud. Ante la saturación y carencias de los hospitales públicos, han sido los privados los que han hecho su agosto. Y así como hemos aplaudido y reconocido el heroísmo de médicos y enfermeras, luchadores de primera línea contra el virus, algunos de los cuales entregaron sus vidas, también los ha habido que el juramento hipocrático les ha valido gorro.

No podemos ignorar que, ante el fracaso del gobierno federal para dotar de insumos y medicinas a hospitales de diversos niveles, centros de salud y demás, creó primero un mercado negro de cubre-bocas, de gel anti-bacterial y hasta de alcohol. Y después de medicinas, de lo cual, la única beneficiaria ha sido la industria farmacéutica. La especulación y el beneficio de los vivales en estos tiempos de crisis sanitaria se ha perfilado incluso, hasta en quienes han vendido espacios en las filas para recibir la vacuna. Y qué decir de las funerarias. Los coletazos de la pandemia pues, no han pegado parejo. Mientras unos han lamentado su desgracia otros han disfrutado de ella. Ahora que la cepa ómicron está a todo lo que da, ¿sería mucho pedirle a los Servicios de Salud, que pongan en marcha módulos de pruebas rápidas, es decir, quitarle un pelo al gato de los monopolios privados?