¿Colapso hospitalario?
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Opinión

Editorial

¿Colapso hospitalario?

 


S i bien es cierto que no es una decisión fácil para el gobierno estatal y los Servicios de Salud en el Estado (SSO), cancelar la contratación de los 2 mil 200 trabajadores: médicos especialistas, generales, enfermeras (os), empleados administrativos y de servicios, etc., pues el sistema de salud no puede ya mantener la estructura laboral vigente, también lo es que mandar a la calle y dejar cesantes a miles de dichos trabajadores dejará al sistema hospitalario en una situación complicada, habida cuenta que todos ellos ya tenían su acreditación en los diferentes nosocomios que los SSO tienen a lo largo y ancho de la entidad. Se presume que el despido masivo y necesario para sanear las finanzas del sector salud y aminorar el multimillonario adeudo que tiene el gobierno estatal, traerá consigo una cadena de problemas, incluso la posibilidad de un colapso hospitalario.

A lo largo de la semana anterior y con las protestas que se llevaron a cabo, se pudo percibir que hay hospitales que quedarán prácticamente sin neumólogos, pediatras, urgenciólogos, etc., pues la mayoría de los que estaban laborando en dichos nosocomios, fueron suspendidos de sus tareas, al cancelarles el contrato. De igual manera, en redes sociales han aparecido notas de médicos que dejan a sus pacientes, a quienes atendieron durante años de sus males, prácticamente a la deriva. Se entiende pues lo complejo de la disyuntiva que tiene en sus manos el gobierno de Alejandro Murat, pues por un lado no es nada lucrativo echar a la calle y dejar sin trabajo a tantos oaxaqueños y, por la otra, tampoco es correcto dejar que la deuda de más de 9 mil millones de pesos que los SSO de salud mantienen solamente con el ISSSTE y otra cantidad similar con las autoridades hacendarias, siga creciendo de manera exponencial.

La lección que nos legó el régimen pasado, de la contratación de más de cinco mil trabajadores sanitarios, sin prever el techo financiero para cubrir sus salarios y prestaciones, no debe pasar otra vez. Es una forma dolosa de engañar a quienes por necesidad prestan sus servicios, dejándolos al garete, sin contratación definitiva y sin las prestaciones a que cualquier trabajador tiene derecho. Pero también, de mantener fuera a los gremios sindicales y dirigentes que, en su afán de incrementar la membresía son cómplices de estas irregularidades. Porque hoy se rasgan las vestiduras, sin reparar su corresponsabilidad en las mismas.

¿Hacia nuevos mitos?

L as pasadas fiestas patrias dejaron en millones de mexicanos muchas dudas respecto hacia dónde exactamente se encamina México, bajo el mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador. Las arengas a la democracia, a la fraternidad universal y a la honestidad en la ceremonia de El Grito de Independencia, minimizando el nombre de los héroes nacionales, situación que se repitió en estados, municipios y alcaldías gobernadas por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), permite atisbar que estamos entrando a una fase de culto a la personalidad, poniendo en entredicho la propia historia de México, para crear una nueva, tal cual la República Bolivariana de Venezuela. Para el anecdotario político y el escarnio histórico quedará la mención de López Obrador, cual si fuera un héroe de la Patria, en la ceremonia que encabezó la periodista Isabel Arvide, Cónsul de México en Estambul.

La política exterior del país, que antes nos mantuvo en un lugar privilegiado en el mundo, parece estarse yendo a pique. La relación con nuestro socio, vecino mayor y comercial, que son los Estados Unidos de América, con quienes compartimos una frontera común de más de 3 mil kilómetros se ha dañado, desde la necedad presidencial en no reconocer el triunfo del actual mandatario Joe Biden. El resultado es brutal, más aún con la defensa de Cuba del bloqueo norteamericano. Miles y miles de mexicanos que traspasan la frontera de manera ilegal, son deportados. Asimismo, la política migratoria del gobierno mexicano, laxa y flexible para los centro, sudamericanos y otros que penetraban por la frontera sur, a los que AMLO les ofreció al inicio de su gestión hasta visas de trabajo, se ubica hoy mismo, como en efecto lo somos, el patio trasero y represor de los norteamericanos.

Nuestra relación con España es pésima, luego de los constantes cuestionamientos sobre la conquista y el pasado colonial. Ello se ha traducido en una afrenta en contra de estatuas y monumentos, en un afán torpe y burdo de pretender darle una vuelta a la historia de México y acomodarla a los designios del nuevo Tlatoani. Lo paradójico es que sean las Sheimbaum, Müller, Clouthier o los Ebrard y otros, de raíces europeas, como el mismo AMLO los que cuestionen ese pasado histórico del que muchos hemos abreviado, sin renunciar a nuestra identidad indígena. Se trata de bandazos para construir un nuevo entorno de la historia oficial, en donde aparezcan nuevos íconos, ligados a esta farsa de la Cuarta Transformación.