La paz y la ley
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Opinión

Editorial

La paz y la ley

 


Durante la enésima gira de trabajo del presidente Andrés Manuel López Obrador a la entidad, correspondió a la comunidad de San Vicente Coatlán, recibirlo. Ahí, el ejecutivo federal encomendó al gobernador Alejandro Murat y al titular del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), Adelfo Regino, ser los responsables de que dicha comunidad y Sola de Vega, rivales desde hace décadas, tal vez siglos, suscriban la paz y que la civilidad sea el motor del desarrollo. Es más, el presidente amenazó con volver para constatar la firma de un eventual acuerdo de paz. Vale la pena recordar que no son sólo los problemas agrarios los que han confrontado a ambas comunidades, sino viejas rencillas que tienen que ver –y ello no es un secreto- con cultivos no precisamente lícitos. Decenas y decenas de personas han muerto en las balaceras y encono entre ambas poblaciones, inclusive, policìas estatales han sido emboscados por los chenteños. 

La paz no puede construirse en donde se ha privilegiado la violencia y la impunidad. De los cinco policías estatales que fueron masacrados hace al menos año y medio, no se ha ejercitado acción penal contra los autores materiales. Es más, luego del crimen y de que se hacían homenajes a los jenízaros muertos, aparecieron en Facebook, fotos de sujetos con armas de alto poder, en abierto desafío al gobierno y al Estado. En junio de 2018, en plena campaña electoral, un candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), a diputado local, fue igualmente emboscado y asesinado junto con cinco de sus colaboradores, en jurisdicción de la misma comunidad. Tampoco hubo detenidos. Sorprende pues que no se haya aplicado la ley. Pareciera que hay complicidades para no ejercitar acción penal en contra de los criminales.

Un acuerdo de paz entre comunidades pues, debe ser algo más que buenas intenciones, sino además, un llamado severo de parte de los tres órdenes de gobierno para hacerlos entrar en razón y conminarlos a respetar la ley. Solapar atrocidades como las que han cometido vecinos de San Vicente, es simplemente validar la impunidad. Todos, todos, debemos ser medidos con el mismo rasero de la ley. Hace uno meses, durante la movilización de elementos de la Policía Estatal, aparecieron las viudas de los policías masacrados, exigiendo las prestaciones que la ley les otoga, No sólo perdieron a sus seres queridos, esposos o hijos, sino que también se les estaban regateando los beneficios a los que tienen derecho.

Capital caótica

El sábado 12 de junio, en la visita que llevó a cabo el presidente municipal electo de Oaxaca de Juárez, Francisco Martínez Neri, a este diario, dio un panorama de la desigualdad que prevalece en la capital y sobre los diversos rubros que tendrá que atender durante su gestión, para devolver a nuestra ciudad su ancestral señorío, luego del abandono en que ha estado sometida por malas administraciones. En efecto, este Patrimonio Cultural de la Humanidad, distinguido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) desde 1987, ha ido arrastrando problemas de ambulantaje, falta de agua potable, carencia de áreas verdes, zonas conflictivas por la inseguridad, deforestación, vialidad caótica y, particularmente, falta de obras públicas. Hay que subrayar que el primero de enero de 2022, recibirá una ciudada en completo abandono y sin visos de haber resuelto algunos de sus mayores problemas.

Al inicio de la gestión de Oswaldo García Jarquín, con el bono ciudadano numeroso que lo llevó a la presidencia municipal, hubo entre la población un gran optimismo de que cambiara esa imagen de deterioro que presenta la capital. Es penoso admitirlo, pero lejos de aliviarse la problemática urbana, ésta creció de manera exponencial. Sólo hay que ver el crecimiento inédito que ha tenido el comercio en la vía pública que ha engullido, materialmente, el primer cuadro de la ciudad. Es más, la imagen de uno de nuestros sitios culturales más emblemáticos, Santo Domingo de Guzmán, luce hoy en día invadido de puestos y mercancías de toda naturaleza. Es más, se dice que algunos funcionarios municipales han sido los beneficiarios de esta invasión pues tienen decenas de puestos.

El reto pues, para Martínez Neri, no será fácil. En torno a este problema se ha comprometido a agotar el diálogo y también aplicar la ley, lo que suena bien a la población harta de tanta componenda e impunidad. En la visita a El Mejor diario de Oaxaca, subrayó que no tiene compromisos con los dirigentes de las organizaciones que regentean el comercio en el zócalo de la capital, lo que abre una luz de esperanza de que durante su gestión al frente del gobierno de la ciudad, el corazón de la Verde Antequera quede libre de ese espectáculo grotesco que asemeja hoy. Por el lado que quiera verse, la capital oaxaqueña ha dado un paso atrás en lo que se refiere a la solución de la problemática urbana.