Elecciones: Un balance
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Editorial

Elecciones: Un balance

 


El pasado domingo 6 de junio se celebró la jornada electoral 2021. Como se advertía, Oaxaca se pintó de Morena. De nueva cuenta el partido en el poder arrasó en diputaciones federales, locales y, se estima que en presidencias municipales. Como en cada proceso electoral hay triunfadores y derrotados. Son los gajes de la democracia. Según el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana –el IEEPCO- hubo una gran participación. En promedio el 63% del padrón acudió a las urnas. Una buena señal. Éste fue también el proceso electoral más violento de que se tenga memoria. Hubo comunidades en las cuales, por seguridad, no se autorizó la apertura de casillas. No faltaron, hasta el último momento, acciones fuera de la ley. En la entidad se registraron incidentes que fueron calificados como menores en Santa María Xadani. Y otros graves como en Lagunas, en donde irrumpió un grupo armado e intimidó a funcionarios de casilla. Hubo robo de papelería en Miahuatlán. En Laollaga, trascendió la muerte de una persona. 

En Oaxaca, el equipo del candidato de la coalición “Va por Oaxaca”, Javier Villacaña, fue objeto de agresión de la Policía Municipal de la capital. En las elecciones municipales, no es un secreto, siempre hay violencia. Los procesos democráticos tienen sus pormenores y asegunes. Es la dictadura de las mayorías. No se trata de elegir a los mejores sino, incluso, a los peores. La kakistocracia le llamó Michelangelo Bovero, politólogo italiano, al gobierno de los peores.

Como ya es común en este tipo de eventos, habrá inconformidades. Vendrán los litigios. Se documentarán anomalías y violaciones a la ley vigente. Y el triunfo o la derrota, que deberían emitirse luego del conteo de los votos, se dará en los órganos jurisdiccionales, local o federal. Es decir, en la mesa, poniendo en entredicho la voluntad ciudadana depositada en las urnas. Lo importante para muchos ciudadanos es que terminó la veda electoral y se reactivarán las funciones de gobierno. Seguramente, el ejecutivo estatal habrá de meter al orden a funcionarios mayores y menores que han estado ausentes, despachando en la Ciudad de México o en otras partes, dando a esta administración la sensación de atonía o desinterés. Porque tal parece que yupies y yopes, como se han calificado con ironía –con sus contadas excepciones- con aquello de la Covid-19 y la veda, siguen pensando en el cargo como un nicho de confort y farándula perpetua.

¿Quién arreglará los daños?

La populosa Colonia Reforma, una de las más antiguas de la capital oaxaqueña, conocida hace más de cincuenta años como la Colonia Moderna, luce hoy en día, como si hubiera sido escenario de un bombardeo. Es, como la calificó la portada de El Mejor diario de Oaxaca, una zona de guerra. La carpeta asfáltica semidestruida, banquetas perforadas, hoyos, zanjas abiertas, montones de tierra, cables expuestos, etc. Las rampas por las que se desplazan los discapacitados ya no existen. Del tema ya hemos comentado. Desde hace al menos cuatro meses, una empresa foránea, que realiza trabajos para meter en el subsuelo fibra óptica de conocido consorcio nacional de cable, telefonía e internet, ha generado una justificada crispación social. En un abierto atentado a los derechos civiles, ha abierto cepas, dañado jardineras y destruido accesos a domicilios.

Como si fuera un corolario infeliz de la crisis económica que ha traido la pandemia, hay negocios que están en la quiebra total, pues los daños ocasionados a la carpeta asfáltica impiden la llegada de los clientes. El área responsable del municipio citadino que autorizó dichas obras privadas ha guardado total hermetismo. Porque la citada empresa, con absoluta prepotencia, ni siquiera cuidó la instalación de los usuales señalamientos o el clásico “usted disculpe”. Nadie sabe qué benficios traerá; tampoco si se trata de una obra prioritaria y para quién. Se han cerrado calles para las maniobras de la maquinaria pesada; el ruido de los taladros o cuchillas es infernal. Las mismas han afectado la red de agua potable y hasta interrupciones de la energía eléctrica han ocasionado. Hay sitios en donde sólo se observan montones de tierra que, con la lluvias de estos tiempos, penetran por la red de alcantarillado. Los resultados graves aún no se han visto. Es más, hay cuadras completas en las calles en donde lucen los rollos de cable, como si la vía pública fuera patio de maniobras.

En una omisión imperdonable y violetando el derecho a la información contemplado en el artículo 6º de nuestra Carta Magna, sobre el derecho del ciudadano a saber, ninguna autoridad ha dado cuenta de qué se trata dicha obra privada, qué beneficio traerá a la ciudadanía, cuándo termina y quién será responsable de reparar los daños, porque no es ético ni de buen gobierno, dejarle al que viene pagar los platos rotos. 


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