Jueves Santo en Oaxaca
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Opinión

Editorial

Jueves Santo en Oaxaca

 


En tiempos normales, la Semana Santa se vive con gran intensidad en la capital oaxaqueña, particularmente y con mucha devoción entre los católicos, religión predominante en la entidad. Hoy Jueves Santo, es para los citadinos un día especial, amén del fervor religioso. Desde tiempos ancestrales se acostumbra visitar las “Siete Casas” que son, justamente, siete iglesias de las decenas que tenemos en la ciudad, expresiones la mayoría, de la bella arquitectura novohispana. Es común ver a familias enteras que han decidido por economía o religiosidad pasar estos días en sus casas, desfilar por el Centro Histórico, para visitar la Catedral Metropolitana, Santo Domingo, La Preciosa Sangre de Cristo, La Compañía de Jesús, San Francisco o los recientemente vandalizados templos de San Felipe de Neri y San Cosme y San Damián.

Para aquellos que viven en las colonias del norte de la capital, las más socorridas son la iglesia de Nuestra Señora de Los Pobres, que es de las pocas que se encuentran en dicho asentamiento humano. O la Iglesia de Guadalupe y la Capilla de Belén. Hablamos que esa es la costumbre en tiempos normales. Para este día y mañana, las autoridades tanto civiles como eclesiásticas han tomado serias restricciones para evitar el incremento en los contagios por Covid-19. Bajo esta perspectiva, seguramente habrá muchas familias que extrañen no visitar el ex Convento de Los Siete Príncipes, La Defensa, Consolación, Trinidad de las Huertas o Nuestra Señora de las Nieves. Aún más, la Basílica Menor de Nuestra Señora de La Soledad, El Marquesado, San José o San Juan de Dios.

No hay que olvidar que varias de nuestras iglesias coloniales están siendo objeto hoy en día de restauraciones, luego de las afectaciones que han sufrido por los sismos que han lacerado a Oaxaca, como por ejemplo los de septiembre de 2017. Desde hace años, el templo de Nuestra Señora de la Merced está cerrada al culto, al igual que la Nuestra Señora del Patrocinio y San Agustín. Este día, pues, muchos extrañaremos la vieja costumbre de recorrer nuestros templos y afuera de los mismos disfrutar de los ricos antojitos de la temporada. Por segundo año consecutivo ni los propios ni el turismo que nos visita podrá participar de las ceremonias religiosas que, por esta Semana Santa, suelen ser parte de las costumbres de nuestro pueblo católico. Las autoridades recomiendan, una vez más, quedarse en casa y salvaguardar la vida propia y de nuestras familias.

Prevención de siniestros

La temporada de sequía es, asimismo, proclive a los incendios forestales y otros daños ambientales. Hace al menos un mes se presentaron en la entidad no menos de cinco siniestros. Después de ello se han reportado algunos incidentes de este tipo, en los Valles Centrales y en la Costa oaxaqueña. Propietarios de fincas cafetaleras ubicadas en el distrito de Pochutla, han solicitado auxilio para sofocar este tipo de incidentes que han arrasado zonas boscosas y de cultivo. Y el domingo 28 de marzo, vecinos de la zona del cerro de “El Crestón” reportaron la existencia de fuego en dicha zona habitacional. Es decir, no nos hemos salvado de este tipo de siniestros que, de no atacarse a tiempo pueden convertirse en verdaderas catástrofes ambientales como el que ha dañado miles de hectáreas en la Sierra de Arteaga en Coahuila. 

Salvo aquellas comunidades que explotan a través de la autogestión sus recursos forestales, el resto de poblaciones que cuentan con esa riqueza, no están preparadas para hacer frente a estos siniestros, ni los vecinos han tenido la capacitación para ello, dejando a veces un saldo mortal. Existe en el organigrama del gobierno estatal, la Comisión Estatal Forestal (Coesfo) que, según se sabe, es sólo un membrete, pues no cuenta ni con el personal ni con el equipo necesario para combatir incendios. En lo que se refiere a las brigadas de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), al parecer son las únicas que funcionan en caso de siniestro. Sin embargo, lo más relevante para evitarlos es la difusión de medidas preventivas y que las propias comunidades vigilen su territorio para que los paseantes o familias eviten encender fogatas o dejar cristales que tarde o temprano se convierten en factores de combustión.

En tiempos pasados, en zonas boscosas como la Sierra Juárez o la Sierra Sur, los vecinos o propietarios de los predios advertían a la ciudadanía de los riesgos graves que implicaba arrojar colillas de cigarro o encender fuego. Letreros y anuncios eran comunes. En las comunidades forestales y sitios de ecoturismo, se sabe que si bien hay ciertas libertades también hay restricciones para evitar los siniestros referidos. Insistimos: lo que hace falta es la difusión de medidas de prevención que coadyuven a evitar mayores daños a nuestra naturaleza. Y es, justamente, lo que las autoridades federales y estatales han omitido atender.