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Editorial

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En el interesante reportaje que publicó recientemente El Mejor diario de Oaxaca, respecto al bajo perfil académico de nuestros (as) diputados (as) federales, exhibe lo poco que cada uno de ellos ha aportado a la agenda legislativa y la nula labor con que han contribuido para los distritos que representan. No es la primera vez que nuestra flamante bancada oaxaqueña, formada en su mayoría por representantes populares emanados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), quedan exhibidos frente a la ciudadanía como diputados (as) de medio pelo, sin preparación, sin una formación académica que contribuya al quehacer legislativo de la más alta tribuna del país. No es un secreto que hay quienes si acaso tienen terminada la preparatoria o ni siquiera eso. Sin embargo, la mayoría de ellos pretende reelegirse, poniendo una vez más sobre la mesa, su aspiración de seguir sorbiendo de la ubre de nuestros impuestos, sin responder a las expectativas ciudadanas.

En al menos dos de los procesos electorales federales pasados, el efecto Andrés Manuel López Obrador ha sido determinante para tener esta bancada. No han sido la imagen política, su ascendiente sobre los electores o la labor de campaña lo que ha llevado al triunfo a quienes hoy se regodean en las curules del Palacio Legislativo de San Lázaro, sino la imagen del hoy presidente la que ha aparecido en la boleta. Por ello, hace unos días abordamos el tema y bajo la premisa de que dicho fenómeno no se habrá de repetir, el ciudadano que acuda a las urnas debe razonar su voto y emitirlo en verdad, con aquellos (as) que asuman el compromiso de velar por los intereses y necesidades de los oaxaqueños. Ya no con simples levanta-dedos que, como dóciles ovejas, sólo siguen al de la campana. 

Oaxaca ha tenido poca fortuna con sus representantes populares, sean éstos, federales o locales. Aquellos, con escasa formación académica y cultural; los segundos, voraces, ventajosos e improductivos. Tal como lo publicamos el inicio de semana, cada diputado l0cal cuesta a los oaxaqueños un promedio de 42 mil pesos diarios. Es decir, tener una clase ociosa que no produce, ni aprueba leyes ni discute cuestiones elementales de la agenda política local, sino que se ha dedicado en los dos años que lleva de gestión, a ajustar cuentas entre sí, apropiarse de las obras que competen a los municipios y lucrar con ellas a placer.

Burocratismo municipal

Uno de los ejes de la llamada cuesta de enero, que este 2021 ha sido más empinada por las razones que mucho hemos esgrimido en estos espacios editoriales, ha sido el pago de impuestos: predial, servicios municipales, etc. Instituciones que reciben impuestos han delineado políticas que eviten que la ciudadanía acuda personalmente a hacer dicho pago. Sin embargo, como si fuera síntoma de retroceso, atraso o indolencia, en el gobierno del municipio de Oaxaca de Juárez, que preside Oswaldo García Jarquín, hacer el citado trámite parece anclado en la prehistoria. Filas enormes de personas desde primera hora, la mayoría a la intemperie, con el frío o sol encima y, sobre todo, poniendo en riesgo su salud, al estar contagios y decesos por Covid-19, en la fase más alta desde que inició en el mes de marzo del año pasado.  

A todo ello hay que agregar que las oficinas recaudadoras de impuestos funcionan con un horario burocrático, de 9 a 15 o 16 horas. Dos o tres cajeros a lo mucho atienden a centenas de contribuyentes que quieren aprovechar los descuentos de pronto pago. El caso es que los contribuyentes tienen que pasar un verdadero calvario para poder cumplir con sus obligaciones fiscales, lo que contrasta con los llamados del ayuntamiento a acudir a las oficinas recaudadoras que están insertas, como ya hemos dicho, en un pernicioso burocratismo. En el horizonte, una ciudad sumergida en el abandono y la indolencia. Calles llenas de baches, un sistema de semáforos parcialmente colapsado, parques olvidados, inseguridad y violencia, propiciada por bandas de delincuentes que operan en la impunidad. 

Que no se quejen pues quienes hoy encabezan el ayuntamiento de la capital, si hay quienes no acuden a pagar sus impuestos. Hacerlo es un verdadero suplicio, contrario a las medidas que han sugerido las autoridades sanitarias, además de disponer, como ya hemos dicho, de dos a tres horas para hacerlo. Es urgente que la Tesorería instrumente formas más eficaces, modernas y actualizadas para cumplir con las citadas obligaciones, que eviten el desgaste ciudadano y lo pongan en riesgo. Es increíbles que en pleno Siglo XXI se sigan usando formas arcaicas inusuales para ello. Hasta en eso muestra Oaxaca atraso tecnológico y rezago informático. Esta es sólo una muestra de la forma tan torpe en la que se ha gobernado la capital, la cual ha generado decepción entre la ciudadanía.