Inequidad electoral
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Opinión

Editorial

Inequidad electoral

 


Muchos ciudadanos nos preguntamos: ¿cuál es el fondo de la resistencia del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para empecinarse en no cumplir con la ley electoral vigente, en materia de prohibiciones y veda, creadas ex professo para impedir que, con el argumento de los logros gubernamentales, éstos se conviertan en ventaja para un partido político? Desde la creación del Instituto Nacional Electoral (INE), hace treinta años, todos los gobiernos, sea federal o estatales, se han aplicado a cumplir con la norma. Sorprende hoy que algunos gobernadores emanados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), salgan con que apoyan al presidente en su encono en contra del INE y de los órganos autónomos, acusando censura. El pueblo mexicano ha sido testigo de la constante y permanente violación del primer mandatario a las disposiciones legales ya establecidas.

Sólo hay que ver la distribución de la vacuna contra el Covid-19, en cuya tarea se ha desplazado a todo un ejército denominado “Servidores de la Nación”, que son una especie de salvaguarda de la aplicación de la misma, pero que en el fondo de todo lleva consigo un instrumento electorero. Ante el riesgo de perder la mayoría aplastante y la sobre-representación en la Cámara de Diputados, los asesores electorales de la mal llamada Cuarta Transformación, han desplegado las formas más burdas y torpes para afianzar al partido en el poder. Desafortunadamente, no hay forma de contrarrestar estos afanes autoritarios, habida cuenta de la sumisión de los órganos jurisdiccionales y hasta del máximo tribunal de justicia en el país, que pone en tela de juicio la división de poderes.

Para el presidente López Obrador, en pleno proceso electoral, hay que seguir con las giras de trabajo, con los informes y las conferencias matutinas, con el avieso propósito de apuntalar a su propio partido, algo que no ocurrió ni en los peores tiempos de la mafia del poder y de los “gobiernos neoliberales”. Sin duda, México vive tiempos difíciles, más aún de los que ha traído consigo la pandemia, manejada con torpeza y veleidad. El riesgo mayor es que el mismo que juró ante la Constitución respetar los principios, las leyes y los reglamentos, sea el primero que, asumiéndose víctima, los viole. La veda electoral no es ni censura ni prohibición, simplemente, busca la equidad en un proceso que se asume, todos los partidos deben competir en un plano de igualdad.

Pésima labor legislativa

Si hay algo que ofende a la ciudadanía en general y a la oaxaqueña en particular es que, luego de un pésimo desempeño, sin haber perfilado algún liderazgo o gestión a favor de sus distritos, ahora nos venga nuestra bancada en San Lázaro a pedir de nueva cuenta el voto ciudadano. No es un secreto que nuestros diputados federales, que obtuvieron la mayoría de votos en el proceso de julio de 2018, han tenido un desempeño poco menos que lamentable. La semana pasada circuló una encuesta en donde sólo dos o tres rebasan la calificación de 6 en una escala de 1 al 10. Como ya hemos comentado en ocasiones, hay diputados (as) que jamás han abordado tribuna o sus iniciativas nunca han cuajado en el ánimo legislativo, por lo que no pasan de comisiones. Un caso emblemático es el de la diputada Irma Juan Carlos, presidenta de la Comisión de Asuntos Indígenas, cuyo desempeño ha sido nulo para favorecer a los grupos étnicos que existen en la entidad.

La mayoría de nuestras lumbreras legislativas se han dedicado a la politiquería barata; a promoverse a sí mismos; a hacer negocios con el cargo que ostentan, como es el caso del legislador Daniel Gutiérrez, a quien no quieren ni ver en decenas de comunidades de la Sierra Sur. Otros, a dos años de gestión, son unos perfectos desconocidos no solamente en Oaxaca sino en el mismo Congreso. Está también el caso de la diputada Carmen Bautista Peláez, cercana al senador Salomón Jara, a quien conocen sólo porque una vez llegó al pleno legislativo disfrazada de Chica Maravilla, haciendo solamente el ridículo y generando hilaridad entre sus compañeros (as) de bancada. Como si el quehacer legislativo fuera algo digno de una tira cómica o para lucirse de manera caricaturesca.

Existen asimismo casos enfermizos de voyeurismo legislativo y nula preparación. Hay diputados que suelen publicitar hasta la cita o reunión más intrascendente que tienen con sus colegas de partido o correligionarios. Tratan de acaparar las miradas de los potenciales electores, aunque en sus tareas de gestión sean unas verdaderas nulidades. Poco, muy poco tienen que agradecerles los oaxaqueños de los diez distritos electorales federales a sus representantes populares, cuya gestión da más pena que gloria. Lo más vergonzoso es que con ese pésimo desempeño, insistan en ir de nueva cuenta en la boleta, asumiendo que los ciudadanos no tenemos dignidad o memoria.