Programas sociales: ¿Un fiasco?
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Editorial

Programas sociales: ¿Un fiasco?

 


La oportunidad y velocidad con la que hoy en día fluyen las noticias, datos e imágenes, particularmente en las redes sociales, han generado una sociedad cada vez más crítica, pero también informada. Si bien la inmediatez y celeridad ponen muchas veces en tela de juicio dicho flujo informativo, también es cierto que hoy en día los medios tradicionales tienen en el mismo, un pivote que coadyuva para difundir información verificada y más elaborada profesionalmente. Nadie puede negarse hoy en día a esa realidad, inimaginable apenas hace algunos años. Al respecto, hace unos días se difundieron en redes sociales videos de una de las visitas del presidente Andrés Manuel López Obrador a Oaxaca, para verificar el programa de caminos rurales. Dicha visita se dio hace algunos meses, en una zona serrana en la que aplaudió una obra. Dicho material gráfico es comparado con dicho camino hace tal vez un mes, después de las intensas lluvias que cayeron en la entidad, totalmente colapsado. 

La justificación del presidente para entregar los recursos directamente a los beneficiarios, sin duda no es descabellada. Que sean los propios pobladores los que, a través de tequios o jornadas comunitarias, construyan sus propios caminos. Sin embargo, ni son ingenieros civiles ni arquitectos; tampoco albañiles o directores de obra. En tanto no tengan la asesoría de profesionales, podemos decir sin temor a equivocarnos que las mismas estarán destinadas al fracaso. Por ejemplo, en lo que se refiere al Programa Sembrando Vida, tampoco se han dado buenos resultados. El campesino, el pequeño propietario requiere de la supervisión y asesoría permanente de expertos, agrónomos y otros especialistas.

A dos años de haberse iniciado el gobierno llamado de la Cuarta Transformación, algunos programas se han dejado al arbitrio del tiempo y las circunstancias. Con la criticada extinción de 109 fideicomisos, entre ellos algunos que estimulaban a la ciencia y la tecnología, poco se puede esperar del éxito de los sobados programas sociales. En el país, hay que reconocerlo, hay inconformidad, desencanto y desilusión, ante el cambio que se esperaba. Nada de lo prometido se ha cumplido, justamente porque la corrupción que tanto se cuestiona en el pasado, se está arraigando en el actual régimen. He ahí por qué en los programas destinados al campo, se dan semillas de baja calidad y ganado enfermo.

Saqueo impune

Ha sido nota a nivel nacional, el oportunismo, la voracidad y la persistencia de estar al filo de la ley, de grupos con supuestas reivindicaciones sociales, que toman casetas de cobro en todo el país. Con argumentos vagos y demagogia, dirigentes de organizaciones sociales han tomado ya dicha acción ilegal, como un negocio. Las empresas que manejan las carreteras de cuota, bajo control de Caminos y Puentes Federal de Ingresos, S.C. (Capufe), reportan pérdidas millonarias, pues en lugar de cobrar el peaje, se encuentran con que dichos grupos van justamente al atraco del mismo, imponiendo la suya: cincuenta o cien pesos por vehículo. Cuando algún automovilista u operador de autobuses o vehículos de carga se niega a cooperar “de manera voluntaria”, es agredido, vejado y la unidad es objeto de actos vandálicos. 

Si bien es cierto que ese fenómeno lo hemos vivido en Oaxaca desde hace años, además de otros ilícitos como el secuestro de vehículos utilitarios, los cuales son saqueados con “fines sociales”, en el tramo carretero Huajuapan de León, por la vía federal o Tehuacán-Oaxaca, en la súper carretera Oaxaca-Cuacnopalan, por parte de las estudiantes de la Escuela Normal “Vanguardia”, de Tamazulapan del Progreso, la toma de las casetas de Huitzo, Suchixtlahuaca o Ixtepec, se ha vuelto algo común. En este espacio editorial hemos sido recurrentes, ni el gobierno federal, que es el responsable de dichas vías, menos el gobierno estatal, han tomado cartas en el asunto. En nuestro estado, la toma de casetas y el atraco en las mismas forma parte del boyante negocio de membretes, colonos, comuneros, normalistas y maestros.

La denuncia que ha estado tomando visos de escándalo en algunos medios nacionales, debe ser un argumento válido para que legisladores de todos los partidos políticos, dejen de fingir demencia y aprobar iniciativas o decretos que acoten o sancionen este tipo de prácticas. Ya es tiempo de que dichas casetas de peaje dejen de ser tomadas como ejes de asaltos, robos con violencia o atracos. Ningún argumento debe justificar estos atropellos a las vías generales de comunicación y libre circulación. En Oaxaca ya es parte de la imagen cotidiana ver a unos cuantos sujetos pidiendo “cooperación” voluntaria para poder transitar, poniendo en riesgo la vida de pasajeros y automovilistas, al no tener el boleto de la caseta de peaje, que es, asimismo, el seguro del viajero.