Controvertido semáforo
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Editorial

Controvertido semáforo

 


El pasado jueves trascendió que Oaxaca pasaba de nueva cuenta al semáforo amarillo, lo que en otros términos implica que hay mejoría en contagios y decesos, como ocurrió, justamente, hace como un mes. Nada más lejos de la realidad. En la entidad oaxaqueña la pandemia de Covid-19 no nos ha dado tregua. Para ejemplificar: el mismo día en que se dio a conocer dicha medición de las autoridades sanitarias federales, tuvimos 185 nuevos casos de contagio y 9 decesos. Asimismo, habíamos rebasado los 20 mil casos positivos y 1 mil 600 decesos. Ello, para nuestra entidad, como ya lo hemos comentado, no es un asunto menor. Es evidente que el incremento en las estadísticas no es fortuito. Se ha incrementado la movilidad y ese tipo de anuncios, como el hecho de que pasamos a semáforo amarillo, hacen disparar la excesiva confianza ciudadana y de que muchos asumen que el peligro ha pasado y todos felices y contentos. Obviamente no es así.

El pasado viernes, el ejecutivo estatal anunció –ello bajo la premisa de que los gobiernos estatales son ahora responsables del citado semáforo epidemiológico- que su administración estaba considerando la posibilidad de mantenerse en semáforo naranja. Una vez más insistimos en que, pocos conocen los criterios de la Secretaría de Salud federal para validar dichas calificaciones que, muchas veces resultan ser contradictorias con la realidad que se vive, como es el caso de nuestra entidad. La ocasión anterior en que pasamos a semáforo amarillo, ocurrió una situación similar. Justo cuando nos ubicaron en semáforo amarillo se habían disparado contagios y decesos. Sólo dos semanas estuvimos ahí para regresar al naranja.  

Nadie ignora que estamos en temporada de festejos por el “Día de Muertos”, en que, pese a los llamados de las autoridades a tomar precauciones y aplicarse las medidas sanitarias, habrá muchas personas que dichos llamados los echarán en saco roto, no sólo en la capital sino en las comunidades. Siempre hemos insistido en la urgencia de campañas de publicidad para concientizar a los oaxaqueños para evitar concentraciones de personas, calendas –como hace unos días en una agencia municipal de la capital oaxaqueña- comparsas y demás. Está por demás decir que la costumbre y los usos habituales terminan por imponerse. Es necesaria la aplicación de medidas punitivas, aunque sean interpretadas como violaciones a los derechos humanos. Que se entienda, estamos en una situación de excepción.

Afanes electoreros

La calentura sucesoria, cuando el gobernador Alejandro Murat no termina aún su cuarto año de gobierno, parece haber contagiado a tirios y troyanos. Oaxaca empieza a vivir esos episodios de rumores, trascendidos y chismarajos. Hoy a favor de unos; mañana en contra de los mismos. El ambiente político se ha empezado a contaminar y enrarecer en un momento en que la pandemia de Covid-19 nos sigue fustigando. Desde la semana pasada rebasamos los 20 mil contagios y cerca de 1 mil 600 muertes. No es una cifra simple, sino motivo de preocupación. Según el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (IEEPCO), el proceso electoral para el 2021 inicia el primero de diciembre. En el mismo se prevé la participación de 12 partidos políticos, incluyendo a tres que recientemente validó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), como si de partidos, parásitos de nuestros impuestos, estuviera urgido el país.

Lo que ha estado en la crítica ciudadana es que el ejecutivo estatal tiene empeñada su palabra en al menos cuatro grandes proyectos antes de concluir su gestión al frente del gobierno oaxaqueño: las dos súper carreteras, al Istmo y a la Costa; el Libramiento Sur, que recién anunció como una prioridad y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que se pretende llevar a cabo con el apoyo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Es importante subrayar que, durante los casi cuatro años de gestión que lleva Murat Hinojosa, no ha habido una sola obra de importancia que se haya ejecutado durante su mandato. Es decir, acelerar los tiempos y precipitar el relevo es aún prematuro.

Lo que deben hacer tanto legisladores como funcionarios públicos con aspiraciones cercanas o remotas es ponerse a trabajar. Aún hay mucho por hacer. Oaxaca requiere de funcionarios o representantes populares de tiempo completo, porque sólo la responsabilidad y la lealtad institucional dará la pauta para elegir al mejor aspirante. Es penoso que en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), emulen al senador Salomón Jara Cruz, a quien, desde hace meses, ya se le cuecen las habas para montarse en una incierta candidatura en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en lugar de ver por los intereses del estado que representa en la Cámara Alta, en donde no ha sido capaz de proponer alguna iniciativa viable, sino una sarta de incongruencias y banalidades, que sólo han generado hilaridad.


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