Capital devastada
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Editorial

Capital devastada

 


Una gran tristeza se apodera del ciudadano común y corriente cuando tiene que transitar en su automóvil o a bordo de un autobús de pasajeros, por calles y avenidas con la carpeta asfáltica, prácticamente destruida. Las redes sociales, como hemos dicho en este mismo espacio, se han vuelto ventanas de denuncia cotidiana, pues difunden imágenes en tiempo real, que va mucho más allá de las disculpas oficiales. La imagen de este Patrimonio Cultural de la Humanidad, considerada por revistas especializadas en el tema turístico, como una de las ciudades más bellas del mundo, es deprimente. Hay vías en las que transitar es un verdadero desafío. Debajo de los puentes que rodean al Mercado de Abasto y que son libramientos para evitar congestionamientos viales, se han convertido en verdaderas lagunas, intransitables, a riesgo de hundirse en el fango. 

He ahí el exhorto que hiciera el miércoles de la semana pasada la mayoría de diputados (as), acreditados (as) en la LXIV Legislatura, para que tanto el presidente municipal de la capital como sus homólogos de los municipios conurbados, pongan en marcha un programa de bacheo y rehabilitación de las vías, a fin de evitar mayores molestias a la ciudadanía. En efecto, cualquier ciudadano que paga sus impuestos tiene derecho a exigir vialidades dignas y decorosas. No hay argumentos válidos para justificar la abulia o irresponsabilidad gubernamental. Es increíble que hasta en zonas y colonias consideradas de alta plusvalía, haya calles que están prácticamente intransitables. Hoyos por aquí, socavones por allá, baches más allá. Las lluvias han hecho su labor, pero más la ha hecho el descuido y apatía oficial para reparar o rehabilitar los daños.

Por si ello no fuera suficiente, desde hace al menos tres meses que el sistema de semáforos está averiado y no ha sido reparado. Algunos cruceros –como hemos comentado en otras ocasiones- se han convertido en trampas, en donde automovilistas particulares o conductores del servicio público se juegan la vida. Se sigue insistiendo en poner en marcha en la capital el programa “Hoy no circula”, pero nada se propone para evitar la entrada y salida de los taxis foráneos, que circulan por miles dentro del casco urbano. ¿Cómo aplicar un programa como éste, en una ciudad con una vialidad anárquica y desordenada, a cuyo suplicio ciudadano hay que sumar esas pequeñas unidades que parecen hormigas cómo se mueven en la capital?

Casetas: Generoso botín

Hace al menos un par de meses, en una de sus clásicas y tediosas conferencias de prensa matutinas, el presidente Andrés Manuel López Obrador apuntó a que su gobierno enviaría iniciativas para sancionar la toma de casetas de cobro en carreteras nacionales. Una medida que se hace necesaria por la recurrencia de grupos, sindicatos, normalistas, comuneros, etc., en acudir a dichos lugares e imponer por la vía de la fuerza o la intimidación, cuotas que rebasan a veces lo que cobran en dichas casetas de peaje. En Oaxaca ya es común este ilícito. Quienes más han recurrido a dichas patrañas son los miembros de la Coordinadora de Estudiantes Normalistas del Estado de Oaxaca (CENEO), particularmente las que realizan sus estudios para ser maestras, en la Escuela Normal Rural “Vanguardia”, de Tamazulapan del Progreso, últimamente dedicadas, además, al robo de camiones de mercancía, los cuales vacían de su carga, con el pueril argumento de que están en lucha. 

Sin embargo, comerciantes de la región Mixteca, colindante con Puebla, han denunciado la venta de dicha mercancía a bajos precios. Ese vil robo jamás ha recibido castigo. La semana pasada circuló en redes sociales una carta suscrita por un famoso comité estudiantil, acreditándose el robo de una camioneta de productos lácteos, con la justificación de que dichas estudiantes están en lucha. Sólo basta que sus manipuladores de los comités les den cuerda, para que, en la capital oaxaqueña, alumnos (as) del Centro Regional de Educación Normal (CRENO), secuestren autobuses urbanos o de mercancías, y utilicen las unidades para ir atracar a la caseta de cobro de San Pablo Huitzo. Un par, tres o cuatro horas de estar cobrando el peaje les deja a estos delincuentes muchos miles de pesos, que tienen otro destino, no precisamente llegar a las arcas de la Federación.

La semana anterior, al menos dos grupos tomaron esta caseta, exigiendo cuotas obligatorias a los automovilistas. Esperamos que el ofrecimiento presidencial se haga realidad y este ilícito deje de ser en Oaxaca una práctica impune, para cuyo castigo todos se lavan las manos. Es obvio que se trata de un atraco carretero que, bajo ninguna circunstancia debe dejarse al arbitrio de las circunstancias. De la misma manera, debe imponerse un alto a las normalistas que, bajo la bandera de que están en lucha –quién sabe de qué- asaltan vehículos utilitarios, que en nada las diferencia a las bandas delictivas y su modus operandi.