A tres años
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Opinión

Editorial

A tres años

 


Hoy se cumplen tres años del sismo de 8.1 grados que devastó la región del Istmo de Tehuantepec, particularmente Juchitán de Zaragoza. Todo mundo recuerda las reiteradas visitas presidenciales en esos días, el apoyo invaluable de las Fuerzas Armadas, el flujo de ayuda de la sociedad civil, el desfile de funcionarios federales que asumieron la responsabilidad presidencial de estar a cargo de algunos de los municipios devastados y de cientos de oaxaqueños que hicieron uso de sus propios medios para ayudar a los paisanos en desgracia. En la memoria colectiva prevalece la tragedia de decenas de comunidades istmeñas: Unión Hidalgo, Santa María Xadani, Chicapa de Castro, Asunción Ixtaltepec y otras más, y de miles de oaxaqueños que quedaron sin techo luego de haber perdido su patrimonio. Pero también de otras poblaciones de la región mixe o la Mixteca que fueron laceradas por movimientos de tierra que se repitieron en el mes de septiembre de 2017.

Luego de este siniestro vinieron otros, si bien de menos intensidad no por ello menos letales. El 19 de septiembre, de nueva cuenta la tragedia volvió, esta vez dejando una imagen desoladora en Huajuapan de León y otras poblaciones. Hace sólo unos días que el gobernador Alejandro Murat, acompañado de la Secretaría de Cultura del gobierno federal, Alejandra Frausto, entregaron ya remodelada la catedral de esta ciudad mixteca, afectada por el sismo de esa fecha. El 23 del mismo mes, de nueva cuenta la desgracia se volcó sobre los istmeños, pues aquello que quedó en pie del sismo del 8 de septiembre, se vino abajo. Una de las poblaciones que más resultó afectada fue Ixtaltepec. Sin embargo, pese a las constantes visitas de secretarios (as) del gabinete del entonces presidente Enrique Peña Nieto, las huellas del siniestro se mantuvieron por mucho tiempo.

En efecto, la ayuda llegó lentamente, algunas veces insuficiente o amañada, como aquellas tarjetas fraudulentas que llegaron a los damnificados en ceros, pues los vivales ya las habían vaciado. En otros casos, no se cumplieron las expectativas fijadas por las autoridades, ello sin soslayar la corrupción que prohijaron verdaderos buitres de la tragedia que se aprovecharon del momento para sacar ventaja económica. En algunas poblaciones istmeñas, hasta la fecha, cientos de damnificados siguen reclamando el apoyo gubernamental que jamás recibieron. 

Capital con más contagios

Si bien es cierto que según las autoridades federales Oaxaca entró desde el último día de agosto al semáforo epidemiológico amarillo, dejando entrever que contagios y decesos se han reducido, esto no debería aplicar para la capital oaxaqueña, habida cuenta que continúa como uno de los sitios que más contagios registra. Sin exceptuar a ciudades como Tuxtepec, Juchitán de Zaragoza, Salina Cruz o Huajuapan de León, que han registrado centenas de casos no podemos omitir que poblaciones y municipios conurbados como Santa Lucía del Camino, Santa Cruz Xoxocotlán, Santa María Atzompa, la Villa de Zaachila, entre otros, han tenido un crecimiento notable de contagios y decesos. Es por ello que, en algunos medios de comunicación se ha mencionado que, si bien toda la entidad está en amarillo, la capital debería estar en semáforo rojo. No se trata de una opinión superficial sino de una justificada razón.

Por otro lado, es importante subrayar que el llamado del gobernador a cumplir 40 días con cubre-bocas ha dado resultado de manera relativa. Aún se observan en las calles, parques y mercados, personas a las que nada ha convencido de usar dicha medida preventiva. Es más, los operadores del transporte público, algunas de cuyas fotografías hemos publicado en nuestras páginas, han hecho caso omiso de dicha prevención. No se diga en los taxis foráneos, en donde algunos choferes siguen sin respetar el transporte mesurado de pasajeros, habida cuenta de que ahí es imposible guardar la sana distancia en esas pequeñas unidades que entran y salen como hormigas de la capital oaxaqueña.

Si como dijo recientemente el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud del gobierno federal, Hugo López-Gatell, que se espera que el primer estado en semáforo verde sea por el mes de octubre y otros seguirán en la misma condición actual hasta noviembre, hay razón para pensar que estamos muy lejos de salir de esta crisis sanitaria. En tanto no haya medidas punitivas para obligar a la ciudadanía a respetar la sana distancia, el uso del cubre-bocas y el aseo permanente de las manos, el peligro de un nuevo crecimiento en los contagios estará pendiendo sobre nosotros, como una amenaza permanente. Es más, las mismas autoridades han permitido el relajamiento en la aplicación de dichas medidas, por ejemplo, en bares y antros, como mencionamos hace unos días. Es increíble que en la Colonia Reforma haya antros que, con la reapertura, permanezcan abiertos hasta las 2 o 3 de la madrugada.