Semáforo rojo, otra vez
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Editorial

Semáforo rojo, otra vez

 


Si no hay cambios de última hora, Oaxaca regresaría a partir de hoy al semáforo epidemiológico color naranja. Hay expectación entre la ciudadanía. En realidad, no es ninguna novedad. A juicio de muchos jamás debimos transitar al semáforo naranja. Los casos de contagios y decesos, como mucho hemos dicho en las últimas semanas, han ido al alza de una forma brutal. Hay poblaciones que siguen dejando una estela de dolor y muerte por Covid-19. Un ejemplo es Juchitán de Zaragoza, cuyo contagio masivo en su principal hospital es sólo una parte de la emergencia. El jueves de la semana pasada la autoridad municipal reconoció que sólo en los últimos días habían muerto 90 personas, la mayoría de ellas en sus domicilios, es decir, sus lamentables decesos no estaban considerados en las estadísticas estatales de las que informan a diario los Servicios de Salud en Oaxaca (SSO). 

Un directivo de la Secretaría de Salud federal reconoció que sólo del 27 de junio al 4 de julio, se había dado el 18% de los contagios. La proporción de decesos en torno a los fallecimientos es superior al 11%, lo que no es algo privativo de nuestra entidad, dado que a nivel nacional casi vamos a la par. Y es que, aunque le purgue al gobierno de la Cuarta Transformación el comparativo con otros países, hemos superado en mucho a España o Francia en número de muertes, que fueron exitosos en el manejo de esta enfermedad. En Oaxaca, desde la semana pasada superamos los 8 mil contagios y rebasamos los 800 fallecimientos, nada simple en una entidad con una gran dispersión geográfica y con tanta pobreza. Con tantos municipios que, de manera ilusoria fueron considerados “de la esperanza”, cuando se asumían libres de contagios. En menos de una semana el mito se derrumbó.

Con certeza, con el semáforo rojo de nueva cuenta, habrá otras reglas. Se trata de una situación de excepción no de la normalidad plena que vivimos antes de la emergencia sanitaria. Que lo escuchen los soterrados promotores de los derechos humanos y los que buscaron el amparo de la Justicia de la Unión para demeritar el segundo decreto del gobernador Alejandro Murat, para hacer obligatorio el uso del cubre-bocas. Es más irresponsable dejar que la pandemia siga diezmando a la población que el gobierno asuma su papel de salvaguarda de la salud de sus ciudadanos. Urgen medidas más enérgicas. Ya se vio que el simple convencimiento no basta.

Guelaguetza virtual

Para no perder el espíritu de la tradición y el folklore que nos caracteriza a los oaxaqueños, el gobierno estatal presentó desde hace días el programa para este lunes 20 y el del próximo 27 de julio, para conmemorar nuestra fiesta máxima en su primera y la segunda emisión virtual, es decir, la Octava. Para ello, como se dio conocer en su oportunidad, se mencionó que habría una selección de los mejores bailes de fechas anteriores, para el disfrute de las familias oaxaqueñas y de los visitantes que lleguen a la entidad. Es más, para no perder la dinámica de nuestra fiesta máxima, hay hasta una obra artística de una pintora de apellido Steck, que será el símbolo de los festejos de julio. Bajo esta premisa, hay que reconocer que, desde el gobierno se trata de no dejar pasar estas fechas tan significativas en el olvido, sino alentar el amor por lo nuestro sin omitir la contingencia sanitaria que vivimos hoy en día.

No habrá pues un auditorio “Guelaguetza” a reventar ni presencia de las autoridades en el palco oficial. Extrañaremos la vivencia de las chirimías de San Antonino Castillo Velasco y Las Chinas Oaxaqueñas, en el inicio de este festejo ancestral que, salvo en 2006 y en este año, jamás se había suspendido desde que se creó en 1932, el llamado “Homenaje Racial”. Y qué decir de los ricos programas que nos llevan cada año a disfrutar de los bailes de las delegaciones de Juchitán, Tehuantepec, Ixtepec, Huautla de Jiménez, Pinotepa Nacional o Pochutla. O los nuevos eventos de movimiento y colorido que se han incorporado en los últimos años: Sola de Vega, Miahuatlán de Porfirio Díaz, Putla Villa de Guerrero o Juquila. 

Sin duda el Jarabe Mixteco, interpretado por ágiles bailarines de Huajuapan de León o Tlaxiaco y, el infalible baile de La Flor de Piña, que forma ya un ícono de nuestras fiestas anuales. Hoy, ante la crisis que vivimos por la pandemia de Covid-19, con su lastre de contagios y muertes, habrá que disfrutar de nuestras tradiciones de manera virtual. He ahí el por qué nuestra fiesta máxima fue cancelada o diferida para diciembre, si las circunstancias así lo permiten. Los daños colaterales, sobre todo en la industria turística, sin duda son brutales. Tardaremos años seguramente en recuperarnos de este revés económico. Por ahora lo importante es protegernos y proteger a la familia de este mal peligroso y letal.


aa

 

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