La sombra de la apoteosis
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Editorial

La sombra de la apoteosis

 


El pasado primero de julio, justo cuando el presidente de México preparaba el evento del llamado Segundo Informe, no el oficial, desde luego, sino el segundo aniversario de su triunfo en los comicios electorales, la mala nota de alguien muy cercano a sus afectos, su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, habría de empañar tan esperada apoteosis. Cuando la señora, que siempre se negó a ser denominada “Primera Dama”, emitió un comentario respecto al “verdadero proceso democrático”, en donde triunfó su marido, un usuario de Twitter le hizo respetuosamente una pregunta: “¿cuándo atenderá personalmente a los padres de los niños enfermos de cáncer”. La respuesta fue digna de anécdota: “no soy médico, a lo mejor Usted sí. Ande ayúdelos”. Nadie, absolutamente nadie esperaba una respuesta tan burda, torpe, insensible y preñada de un sentido de prepotencia absoluta.

Las “benditas redes sociales” –ahora malditas, para el presidente de México- se dieron vuelo haciendo comentarios al respecto. Los señalamientos provinieron de miles y miles de ciudadanos (as) mexicanos (as). Profesionistas, amas de casa, periodistas, estudiantes, etc., casi de manera simultánea abordaron uno de los temas que tanto han lacerado al pueblo de México: el recorte presupuestal a las instituciones de salud y el abandono de centenas de menores de edad que siguen padeciendo los efectos de la falta de medicinas, a quienes el gobierno de la llamada Cuarta Transformación ha dado la espalda. A pesar de los supuestos “logros”, éste no ha podido superar el estigma, habida cuenta de que subyace en el sentimiento más profundo de nuestro pueblo, la forma tan burda en la que, enajenado en la lucha anti-corrupción que ha sido hasta hoy una farsa, se afectó la salud de millones de mexicanos.

La señora Gutiérrez Müller quiso darle la vuelta a su comentario desafortunado, con tan mal tino que sólo incrementó el repudio popular. Esa empatía que caracterizó a algunas esposas de ex presidentes para con los marginados y desvalidos, hoy es totalmente nula. La insensibilidad, la soberbia y la megalomanía siguen permeando en el gobierno federal, haciendo de las promesas de campaña, la supuesta austeridad, la lucha contra los corruptos y la seguridad, simples mitos. Pese a los sobados “logros presidenciales”, México va mal y encaminándose a un callejón sin salida, además con un manejo torpe de la pandemia de Covid-19 y de la economía.

Pandemia: ¿Estrategia fallida?

Si bien es cierto que el tema de la pandemia, es decir, del crecimiento acelerado de contagios y muertes no es privativo de nuestra entidad, sino que se inscribe en un entorno nacional, es válido poner en tela de juicio la manera tan irresponsable en la que dicha emergencia ha sido vista por la Federación, sobre todo cuando escuchamos al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en una de sus tortuosas “mañaneras”, insistir de nueva cuenta, que la pandemia “ya está aplanada” y al Subsecretario Hugo López-Gatell afirmar que “vamos bien”, con más de 29 mil muertos y teniendo México una de las mayores letalidades en el mundo. Lo que a todos nos quedado claro es que el gobierno federal tuvo una estrategia equivocada para paliar la emergencia sanitaria. He ahí el porqué de tantos cuestionamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la ligereza con la que el gobierno de la Cuarta Transformación ha visto el Covid-19 y la poca seriedad en las declaraciones oficiales.

Hay muchas voces que coinciden en que la estrategia oficial ha sido equivocada; que ni el gobierno federal ni el citado funcionario federal han escuchado las recomendaciones de la OMS ni de expertos mexicanos y que ha politizado las estadísticas y el manejo oficial de las cifras, acorde a los que el presidente de México quiere escuchar. Dicha situación refleja la falta de profesionalismo, de ética y sentido común. He ahí el por qué seguimos escuchando lo que ya se venía diciendo desde el mes de mayo: que la pandemia “ya estaba domada”, que la “curva estaba aplanada” y que saldríamos a la brevedad a la calle. Pero nada –salvo de manera relativa- ha ocurrido en el país. Es obvio que no vamos bien, aunque hoy varios estados del país estén en semáforo anaranjado o amarillo. La amenaza de repunte está a la vuelta de la esquina.

En efecto, el sistema hospitalario, tanto en México como en Oaxaca, parece no haber colapsado, sin embargo, los 5 mil o 6 mil contagios que se incrementan a diario ha formado en la conciencia colectiva la idea de que no vemos la salida al final del túnel. Hasta que exista un tratamiento seguro o vacuna, sólo entonces tal vez volvamos a la normalidad, no obstante que, a la vuelta de la esquina nos espera una crisis económica nunca vivida en el país, ni siquiera en los peores momentos de su historia. Mucho de ello, gracias a la visión poco seria del llamado gobierno de la Cuarta Transformación.


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