Central de Abasto: urge una limpia
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Editorial

Central de Abasto: urge una limpia

 


Primero fue la detección de este centro comercial como uno de los principales focos de contagio por Covid-19. Las autoridades propusieron un cierre temporal, algo así como una cuarentena. De inmediato brincaron los dirigentes de una y veinte organizaciones que ahí se disputan el cobro a locatarios, bodegueros, camioneros que traen frutas y verduras, amén de los que debajo del agua manejan negocios ilícitos como la prostitución, el derecho de piso, el narco-menudeo y hasta la cadena de préstamos que operan bandas de colombianos. Se opusieron al cierre total de dicha zona comercial, admitiendo que sólo unas áreas no esenciales podían mantenerse cerradas totalmente. No pasaron ni 24 horas cuando en esos locales empezaron los robos y saqueos. Los mal pensados no dudaron en señalar a los mismos dirigentes de los mercaderes, coludidos con bandas de rateros y viciosos que pululan por ahí.

La Central de Abasto es una realidad aparte. Los peores vicios se han incubado ahí. Personas, incluso de la tercera edad que llegaron ahí desde su fundación, se muestran sorprendidos de la cantidad de drogadictos que pululan por los pasillos, llevando a veces clavada la jeringa de heroína y la forma tan ruin en la que operan los dirigentes, metidos hasta el fondo en negocios ilícitos. Pese a los operativos que han realizado las corporaciones policiales, hasta mercancía de procedencia ilegal se venden como si fueran nacionales, todo ello con la complicidad de los dirigentes, que son los principales obstáculos para cualquier medida de saneamiento, limpieza o rehabilitación La semana pasada, por ejemplo, el ex dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Hugo Jarquín, se opuso y hasta arrancó una lona, con la advertencia de que dicha zona era de alto contagio. Dijo que el coronavirus no existe.

Luego del incendio de más de 120 locales, con el siniestro del pasado miércoles 27 de mayo y las afectaciones a igual número de familias, el ofrecimiento del gobernador Alejandro Murat de que su administración aportará 100 millones de pesos para la reconstrucción, debe haber condiciones. No puede aportarse dinero público ante hechos consumados como los ocurridos al día siguiente, justo cuando el ejecutivo estuvo en el citado centro comercial, en donde locatarios secuestraron autobuses y bloquearon vialidades, en tanto que viciosos y malillas, se dedicaran a saquear comercios. Urge una limpia de dicho lugar, empezando por los dirigentes y sus negocios sucios.

Inseguridad galopante

El tema de la inseguridad en estos tiempos de contingencia y emergencia sanitaria, han sido recurrentes en nuestros espacios editoriales. Y no es una casualidad que, ante la vigilancia de filtros sanitarios y otros menesteres, las corporaciones tanto federales como estatales y municipales, hayan descuidado la responsabilidad que por ley se les ha asignado. La capital oaxaqueña y su área conurbada han sido rehenes privilegiados de bandas delictivas y ratas de poca monta. Asaltos a tiendas de conveniencia, a transeúntes, cuenta-habientes y casas habitación, son tan comunes que pocos ya se sorprenden de que ocurran a plena luz del día y queden en la impunidad. Fotos y videos de delincuentes en plena faena, son exhibidas en redes sociales, sin que los organismos de inteligencia policiales, tomen cartas en el asunto.

La necesidad que ha propiciado la pérdida de miles de empleos; la incertidumbre del salir a la calle ante el temor a contagios y la suspensión parcial de la actividad económica, entre otros factores, empiezan a exacerbar la comisión de ilícitos. Ante el cierre parcial de algunos mercados o la vigilancia policial en los filtros sanitarios, los delincuentes que ahí operaban a placer, han buscado otros sitios en donde cometer sus fechorías. Es el caso de los raterillos que se dedican al robo de teléfonos celulares en las zonas del Mercado de Abasto, que fueron cerradas temporalmente, como el área de venta de loza, muebles y otros. También los ladrones tienen que diversificar sus fechorías ante la reducción relativa del transporte o la actividad cotidiana, como hemos mencionado en este espacio.

La seguridad ciudadana, en estos tiempos de pandemia, debe ser una prioridad para los tres órdenes de gobierno. Estamos convencidos de que nada debe distraer de sus funciones a las corporaciones policiales. Los rondines, las tareas de prevención y contención deben prevalecer por encima de cualquier responsabilidad. En el caso de la ciudad capital, como lo reconoció el presidente municipal la semana anterior, hay varios elementos que están en aislamiento para prevenir que pudieran ser contagiados por el Covid-19. Ello contribuye a que la fuerza de tarea disminuya, por lo que se hace necesario contratar o renovar a la corporación para que, con personas físicamente más capaces, puedan cumplir fielmente su cometido.

 


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