Lo grave no ha llegado
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Editorial

Lo grave no ha llegado

 


Según los pronósticos oficiales, la punta de la pandemia o fase más grave de contagios por Covid-19, podría darse en esta semana y la próxima. Esto es, lo grave aún no ha llegado. Ello implica que lo que hemos vivido hasta hoy no se compara con lo que falta por venir. El pasado lunes teníamos más de mil contagios y poco más de cien decesos. Es decir, el 10% de fallecimientos, en proporción a los oaxaqueños contagiados. El camino para llegar al fin relativo de este mal, o al menos de la onda de contagios, se presenta muy tortuoso todavía. Y es que, como mucho hemos insistido, la movilidad en la capital oaxaqueña –el principal foco de contagios- y los Valles Centrales, continúa sin control alguno. Las autoridades han insistido en el llamado a quedarse en casa, pero ha sido inútil. Desde que un juez de Distrito otorgó la suspensión para una organización que buscó protegerse para las medidas punitivas que había dispuesto el Decreto que firmó el gobernador Alejandro Murat, la movilidad se hizo evidente.

Y hay también muchos intereses de dirigentes de organizaciones y grupos políticos que pretenden inhibir y aún boicotear las acciones gubernamentales. Es el caso, por ejemplo, del ex diputado federal y es dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), hoy militante del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Hugo Jarquín, que luego de que el ayuntamiento de la capital puso en marcha los filtros sanitarios a las entradas y salidas del Mercado de Abasto, el sujeto aludido arrancó una manta y quiso convencer a los policías municipales, de que el mal no existe. Es evidente que fingió, pues todo mundo sabe que tiene en usufructo una propiedad del municipio de Oaxaca de Juárez, ubicada justamente en el predio conocido como “Parque del Amor”, el mismo que ha convertido en tianguis, de cuyos puestos y renta obtiene jugosas ganancias.

Como hemos apuntado en días anteriores en este espacio editorial, en la medida en que no se tomen medidas enérgicas para limitar –que no suspender de manera definitiva- la citada movilidad, los contagios y muertes irán en ascenso. La Iglesia católica y desde diversos foros oficiales y privados, se ha insistido en que quien puede que se quede en casa, pero en tanto no existan medidas de presión, será muy difícil que la ciudadanía entienda la difícil lección que nos está dando el Covid-19. Hay un sector importante de la población que circula sin tapabocas, el mismo que insiste en que este mal sencillamente “no existe”.

Asoma mayor pobreza

A más de dos meses de haber iniciado la contingencia sanitaria por el nuevo coronavirus, SARS-COV2 o Covid-19, se observan ya los latigazos de lo que se asoma desde el punto de vista económico: más pobreza, más carestía, más inseguridad. Como hemos mencionado, hoy en día suman más de cinco mil personas las que han perdido su fuente de trabajo y no ven el día en que puedan resarcirse del salario perdido. Si bien es cierto que se han puesto en marcha programas de apoyo, como el que hace más de un mes anunció el gobierno de Alejandro Murat o el programa de empleo temporal que puso en marcha el ayuntamiento de la capital –que por cierto fue suspendido-, son insuficientes para satisfacer a una población desempleada o subempleada creciente y urgida de apoyos, no de trámites burocráticos. 

Es visible el impacto que ha tenido la pandemia en la industria turística. Hoteles, restaurantes, playas cerradas, etc. ¿Qué harán los transportistas de autobuses o camionetas para transportar a los turistas del país o el extranjero por las diversas rutas, si los viajes fueron cancelados y el Aeropuerto ha suspendido sus operaciones en un 95%? La industria restaurantera sobrevive con penurias, no obstante, los servicios “para llevar”. Las tiendas de artesanías, incluyendo el mismo mercado, ante la advertencia de que no son negocios prioritarios, han cerrado. A ello hay que agregar las restricciones de las autoridades municipales, por decir, de San Bartolo Coyotepec, Teotitlán del Valle, Tlacolula de Matamoros o la Villa de Mitla, en donde se han tomado sus propias providencias. En todo ello, el principal afectado es el artesano; el que entrega sus productos a los mayoristas o aquellos que tienen sus negocios en los mercados.

Aunque hay quienes ven el futuro inmediato con optimismo, como el mismo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para quien la pandemia estaba “aplanada” desde hace al menos un mes, los analistas y estudiosos de la problemática económica del país, los organismos que miden la pobreza, etc., ven las cosas con mayor realismo. La emergencia va a pasar, sin duda, pero en tanto no haya vacuna o medicinas acertadas para su tratamiento, la realidad mundial y la de México en particular, será diferente a los tiempos que hemos vivido hasta antes de la contingencia. Pero hay algo en lo que no se equivocan los estudiosos: habrá una verdadera crisis económica, como pocas veces hemos visto en los últimos cincuenta años. 

 


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