A la cola de las prioridades
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

A la cola de las prioridades

 


No ha sido fortuita nuestra insistencia en que, con el gobierno de la llamada Cuarta Transformación, habida cuenta de las constantes visitas del presidente Andrés Manuel López Obrador y “su compromiso con los indígenas y los pobres”, podría pasar igualmente que con los gobiernos anteriores, en los cuales Oaxaca siguió caminando a la zaga del progreso y de las prioridades nacionales. El mejor ejemplo de ello son las súper carreteras al Istmo y a la Costa, hoy en día casi paralizadas, pese a los reiterados ofrecimientos de la Federación de que se terminarían en 2022 y en 40 meses. Como lo publicamos en nuestra nota del pasado domingo 24 de mayo, ambas vías carreteras no han avanzado un ápice, pese a la participación de conocidas empresas constructoras como Coconal, S.A. de C.V. Hay que recordar que en las citadas carreteras han fracasado varias constructoras, incluyendo algunas mexicanas que han hecho obras en otras partes de Latinoamérica, como Ingenieros Civiles Asociados (ICA) o el Grupo Carso.

Sin embargo, ya es común que se sigan mencionando en los discursos oficiales como un hecho. Vienen funcionarios federales y en compañía de otros estatales recorren “las obras carreteras”, en lo que muchas veces hemos interpretado como darnos atole con el dedo. Se entiende que en los momentos de emergencia sanitaria en que vivimos, existen otras prioridades para las autoridades. De ello no hay discusión. Pero en los gobiernos federal y estatal debe también entenderse que, si el avance ha sido nulo o poco significativo, es mejor callar que echar inútilmente las campanas al vuelo. Nobleza obliga a veces callar y no hacer olas, en algo que en realidad no vale la pena.

En este espacio editorial hemos mostrado cierto escepticismo respecto a los grandes proyectos presidenciales. Criticamos el programa que puso en marcha el ex presidente Enrique Peña Nieto, con las Zonas Económicas Especiales (ZEE), ya desaparecidas y hemos cuestionado mucho el llamado Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), por varios aspectos. Uno de ellos es, ¿cómo validar socialmente un gran proyecto, como es la construcción de un tren en el que puedan transitar mercancías del Océano Pacífico al Atlántico, haciendo competencia terrestre al Canal de Panamá, teniendo al Istmo prácticamente aislado de la capital mexicana y oaxaqueña, por vía carretera? Es decir, con una vía construida hace casi cien años, sinuosa, peligrosa y no acorde a los tiempos en que vivimos. Por ahí debería haber iniciado el gran proyecto presidencial.

4T: ¿Hacia dónde vamos?

El gobernador del vecino estado de Puebla, fue nota el pasado fin de semana, al aprobarse un decreto para tomar el control de la educación privada en dicho estado. No es el primer exabrupto del citado mandatario que, como todo mundo recuerda, ha estado sumergido en el escándalo y los desatinos. Vale la pena recordar cuando afirmó que el nuevo coronavirus sólo afectaba a los ricos. Los pobres tenían una especie de inmunidad, porque, además, dicho mal que ha diezmado al mundo, se podía curar con un mole de guajolote. Cuando “le cayó materialmente el veinte”, como se dice vulgarmente, se le vio protegido con cubre-bocas. Su dicho, vulgar y torpe, sólo quedó para el anecdotario político, sin repercusión alguna en el entorno político. Pero ha seguido cometiendo torpezas y desatinos, que distan mucho –creemos- de aquello que los poblanos requieren para su entidad.

Sin embargo, con el golpe que se prepara para “estatizar” el sistema de educación privada, la misma que, según la ley que aprobó el Congreso del Estado, estará sometida a la fiscalización del ejecutivo estatal, quien además podrá “regular cuotas y que sus bienes sean considerados parte del sistema educativo estatal”, es una muestra que evidencia la tendencia a la que se están orientando los gobiernos estatales sumisos a la llamada Cuarta Transformación (4T). Hay que recordar que hace unos días, justo cuando se discutían las fechas del regreso a clases, cuya decisión compete por ley al titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el ejecutivo poblano dio por terminado el ciclo escolar 2019/2020. Esta decisión fue simplemente “por sus pistolas” y en desafío al Pacto Federal.

Es posible que esta medida no sea más que un exceso para el entorno mediático, igual que lo fue la intención del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), para acotar y limitar la construcción de plantas de energías renovables, orquestada por el titular de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la Secretaría de Energía, que ha traído consigo decenas de suspensiones provisionales. La idea de “estatizar” la educación privada es un agravio a aquellos mexicanos que, ante las deficiencias de la educación que imparte el Estado Mexicano, han optado por los colegios y universidades privadas. Es decir, tanto el decreto del Congreso poblano como la actitud de su gobernador, atentan en contra del clima de libertades que dispone nuestra Carta Magna.   


aa

 

Relacionadas: