Puentes largos, un respiro
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Puentes largos, un respiro

 


Puentes largos, un respiro

Luego del llamado “puente largo” de principios de febrero, estamos ya en ruta de otro: el relativo a la conmemoración del natalicio del Benemérito, don Benito Juárez, con su correspondiente día de asueto, ya sea oportuno o adelantado. Los también llamados “fines de semana largos” iniciaron en el gobierno de Vicente Fox (2000-2006). Su propósito fue estimular a la industria turística, pero, sobre todo, alentar entre los mexicanos el hábito del descanso vacacional. Miles y miles de ciudadanos abandonan su vida citadina y laborar, para acudir con sus familias a playas, ciudades coloniales, sitios de recreo, etc. Lo hacen aprovechando los paquetes promocionales para el turismo nacional y estimular a nuestra industria sin chimeneas. Luego del pasado puente, el titular de la Secretaría de Turismo, informó de los millones que habían dejado de derrama económica en la ciudad de Oaxaca y los dos destinos de playa: Huatulco y Puerto Escondido.

No fue casual pues, que cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador, señalara su posible suspensión, con el propósito de celebrar a los héroes nacionales o símbolos patrios, en las fechas que caen, hubo una serie de críticas y reclamos por parte de los grupos empresariales ligados al turismo y de los destinos más socorridos, como es el caso de Oaxaca. Los aludidos “puentes largos”, son en realidad un respiro para los prestadores de servicios, la industria hotelera y restaurantera. Reciben beneficios las agencias de viajes, los mercados o tiendas de artesanías, los museos, plazas comerciales, etc. Es decir, hay una buena derrama económica que, obviamente, en caso de cancelarse, habrían de generar grandes pérdidas económicas. Porque también hay que reconocer que, no obstante considerarse una industria rentable, las políticas públicas del gobierno de la llamada Cuarta Transformación, han fustigado al sector, con recortes y programas cancelados, como es el caso de “Los Pueblos Mágicos”.

Cancelar esos fines de semana sería dar una nueva estocada al turismo, ya de por sí lastimado por cuestiones presupuestales. Hay que subrayar que los recursos disponibles para promoción y publicidad son cada vez más raquíticos y miserables. Es decir, no se ha visto al sector turismo como un elemento pujante de la economía nacional, sino como si fuera una carga para el erario que, obviamente, no lo es.

Deforestación citadina

La ciudad capital y el área conurbada han estado padeciendo una deforestación perniciosa, que está dejando zonas áridas y peladas, en donde antes hubo frondosas palmeras, jacarandas o laureles. Ya hemos comentado en este espacio editorial, la forma tan burda de las cuadrillas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), para podar árboles, dejando solamente troncos, con el riesgo de que las especies afectadas mueran. Pero hay algo más. Desde hace años se llamó la atención del gobierno de la ciudad, respecto a las plagas que estaban afectando a las añejas palmeras que hace una década lucían en todo su esplendor. En el Boulevard Eduardo Vasconcelos, no más de cinco quedaron vivas. El resto fueron cortadas ante el peligro que representaban para unidades de motor y transeúntes. Algo similar ocurrió en Heroico Colegio Militar y Manuel Ruiz, de la Colonia Reforma. Y dichas especies se siguen tirando ante la abulia de las autoridades locales y estatales.

Todos recordamos que, en 2005, cuando dio inicio el adoquinado del Centro Histórico de la capital y la rehabilitación de sus calles y avenidas, hubo grandes protestas cuando se pretendió derribar gigantescos laureles del zócalo. Es más, hubo hasta un movimiento para proteger la flora citadina. La férrea oposición a los abusos gubernamentales para imponer su criterio, encontró la resistencia de la sociedad civil. Ahora, sin embargo, se advierte una inexplicable apatía por lo que sucede. Hay pues, abulia gubernamental para atender el problema de la deforestación urbana. Hace al menos tres años, fueron derribados árboles ya crecidos en la zona del Periférico, cerca de la Glorieta Lázaro Cárdenas. Hubo personas que protestaron, pero poco después nada se supo.

La plaga que afectó a las palmeras siguió su escalada perniciosa y aún en estos días, se siguieronderribando dichas especies. En la Calle de Las Rosas en la Colonia Reforma, el pasado viernes 6 de marzo, cuadrillas de trabajadores derribaron dos más, sin que al parecer nadie repare en ello. Nos estamos quedando sin árboles. Nuestra ciudad está cada día deforestándose sin que las autoridades reparen en el peligro que ello representa. Los calores y climas extremosos que trae consigo el cambio climático se harán cada día más insoportables en una entorno deforestado y devastado. Aún estamos a tiempo para que nuestros gobernantes estatales y locales, reaccionen ante este fenómeno, cuya dimensión no se ha sabido ponderar.