Una queja justa
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Editorial

Una queja justa

 


Con toda razón los prestadores de servicios turísticos están molestos e indignados con la absurda medida presidencial de suspender los llamados “puentes largos”, con un argumento banal: devolver los días en que caen de manera natural, para homenajear a los héroes y símbolos nacionales. La puesta en marcha de esta medida, según se sabe, desde el gobierno de Vicente Fox, no fue algo descabellado. Fue con el propósito de estimular no sólo la economía sino de darle la oportunidad a los mexicanos, para que, junto con sus familias, pudieran visitar los sitios turísticos e históricos de México. No se trató, ni mucho menos, alentar la frivolidad u olvidar a nuestros héroes nacionales o los Símbolos Patrios. El propósito de hoy –así se advierte- es seguir demoliendo la precaria economía del país, a la par de un crecimiento irrisorio de sólo el 1%. Esta vez con un supuesto nacionalismo atípico y enfermizo, por no decir torpe y acelerado.
A nivel nacional las protestas no se han hecho esperar. Diversas cámaras como es el caso de la industria hotelera, de alimentos y la de la transformación han hecho ver su inconformidad. Para los empresarios que prestan servicios al turismo en Oaxaca dicha medida, de aplicarse, sería letal, habida cuenta de que como lo publicamos la semana pasada, sólo en el “puente largo” del pasado inicio de febrero, dejó una derrama económica importante. Suspender esta medida es, sencillamente, una aberración, sólo producto de una mente enferma e ignorante. Lo extraño es que el primer mandatario ni siquiera se tomó la molestia de asesorarse por conocedores y peritos en materia económica, sino que la aventó al aire, sin razón ni argumentos válidos. Es decir, echar para atrás lo que ya es tradición y ha probado su eficacia.
No hay que minimizar la justa protesta de miles de familias que en Oaxaca viven del turismo. No es algo simple. Quitarles el pan de la boca no es una política de buen gobierno y no sólo aquí, sino en muchas partes del país en donde viven de los visitantes del país y el extranjero. No tengo la menor duda de que habrá la presión suficiente para dar marcha atrás en esa medida absurda que ni siquiera los fanáticos de la Cuarta Transformación y los chairos, han asimilado. El presidente Andrés Manuel López Obrador debe reconocer que en muchos sentidos se ha equivocado, como es el caso del controvertido tema del avión presidencial.

El proyecto camina

La semana anterior los medios de comunicación, nacionales y locales se dieron vuelo para destacar que el gobierno federal había asignado ya contratos a cinco empresas para desarrollo el proyecto denominado Tren Transístmico. Ello implica que dicho proyecto, considerado como una prioridad para la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, va sobre pasos firmes. Sin embargo, como ya hemos comentado en este mismo espacio editorial, en un principio había cierro escepticismo, habida cuenta de que, para dicha región oaxaqueña, no ha faltado sexenio que no lo incorpore en sus planes prioritarios. Así nació el proyecto Puente Multimodal Transístmico, Ferrocarril Interoceánico, Plan Alfa Omega, la Zona Económica Especial de Salina Cruz, etc.
Es decir, ha tenido al menos cinco nombres diferentes, sin que se haya concretado ninguno. Con mucha razón pues, entre la ciudadanía se había creído que el del presidente Andrés Manuel López Obrador, era uno más. Ya vemos que no es así. Sin embargo, no todos ven el citado proyecto con optimismo y fuente generadora de empleos. Algunos lo ven como botín. Nos referimos a los grupos y organizaciones que mantienen acotada a la ciudadanía y a la soterrada costumbre de bloquear carreteras y obstaculizar la libre circulación. No ha sido fortuito que a menudo sigamos insistiendo en que el gobierno de Alejandro Murat debe poner su parte para que la ciudadanía de dicha región se conduzca en apego a derecho y los negociadores oficiales atenúen todo aquello que incida en la toma de carreteras y bloqueos a las vías generales de comunicación, como pasó la semana anterior que, por dos asuntos locales, un grupo no mayor de veinte personas, montaron bloqueos en al menos cinco puntos carreteros.
Mueve a risa que la exigencia de indemnización a un ex policía municipal de Juchitán de Zaragoza, quien dicen laboró catorce años en dicho ayuntamiento y un constructor a quien no le liquidaron obras de drenaje y alcantarillado, hayan sido los motores de los bloqueos que se mantuvieron por tres días. ¡Vaya, hasta el más ingenuo debe saber que lo que procede es el desalojo! Pero no. Existe una aversión en esta administración para todo lo que es el uso de la fuerza pública. Un grupo de diez personas puede frenar la economía y paralizar al aparato productivo, ante el miedo cerval del gobierno a usar los instrumentos institucionales que tiene en sus manos.