Bloqueos: ¿Hasta cuándo?
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Editorial

Bloqueos: ¿Hasta cuándo?

 


El bloqueo a carreteras o a vialidades en la capital oaxaqueña se ha convertido en el modus vivendi de pillos que buscan algún beneficio económico, pero toman como bandera a gente necesitada, a la que llevan como carne de cañón. Es tal el cinismo de algunos dirigentes que, para protegerse de un eventual desalojo, llevan a mujeres y niños al frente. La ciudadanía oaxaqueña ya no puede más. La región del Istmo de Tehuantepec que, se presume es el pivote para la generación de empleos e inversión extranjera, ahora que Salina Cruz fue declarada Zona Económica Especial, es a menudo rehén de dichos grupos que montan hasta diez bloqueos al día. En EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca hemos insistido en que, de no haber los mecanismos legales para acabar con esta práctica absurda y contra derecho, seguiremos viajando quién sabe por cuánto tiempo, en el atraso, la marginación y la ingobernabilidad. En Oaxaca, el bloqueo es como una oración: “el bloqueo perpetuo de cada día”. Lo hacen vecinos inconformes con determinada acción de gobierno, padres de familia cuyos hijos acuden a una escuela en donde hay problemas, maestros de la Sección 22, que es su mecanismo para doblegar al gobierno, taxistas, moto-taxistas, camioneros, vendedoras de los mercados, etc. Cualquier hijo de vecino lo utiliza como la medida idónea de chantaje.

El lunes pasado, sin decir nada, decenas de moto-taxistas bloquearon el transitado crucero denominado del Parque del Amor, generando un espantoso caos vial y la molestia del ciudadano. Durante toda la semana anterior, miembros del STEUABJO, en su afán de notoriedad, bloquearon un día y otro, la circulación en el Boulevard Eduardo Vasconcelos. Si se les ocurre a los dirigentes, se van a la Terminal de Autobuses, o al Mercado de Abasto o a cualquier parte. El objetivo es afectar a la sociedad como un mecanismo perverso de lograr los favores del gobierno.

Desde la sociedad civil mucho se han insistido para que los miembros de la LXIII Legislatura del Estado, aprueben iniciativas o leyes que sancionen a quienes de esta forma conculcan el libre tránsito. Pero nada ha caminado. Se filtra que algún diputado o diputada lo propuso, y empieza la presión, la persecución o el ninguneo de sus mismos compañeros del PRD o MORENA, que validan y justifican esta práctica perniciosa. Es decir, avalan que se tome como rehén a la ciudadanía para lograr propósitos personales o de grupo.

Operativos necesarios

Hay que reconocer a las autoridades la instrumentación de operativos en algunas zonas de la entidad, particularmente la capital del estado. Se trata de acciones enérgicas para acotar la comisión de delitos del fuero común que se han convertido en una práctica cotidiana. Hace unos días se montó un operativo en la zona de la Central de Abasto, en donde hay casos evidentes de trasiego de droga, cobro de derecho de piso, asaltos a transeúntes y robos a negociaciones. En el citado operativo participaron diversos organismos y dependencia, principalmente el Ejército Mexicano, la Policía Federal, la Fiscalía General del Estado, la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI), la Secretaría de Seguridad Pública, la Policía Estatal y la Municipal. Aunque se dice que no fue del todo exitoso, habida cuenta de la filtración que existe en algunas corporaciones, el factor sorpresa sigue siendo un elemento básico para sorprender las operaciones ilícitas. Nadie ignora que ahí se cometen desde delitos menores como robo de bolsas y aretes, hasta el cobro de derecho de piso y el trasiego de droga. Sin embargo, dichos mecanismos que inhiben la comisión de ilícitos son insuficientes o poco eficaces, si no se asumen como una práctica cotidiana.

Hasta hace algunos años funcionaron como mecanismos que evitaron la comisión de crímenes, asaltos a mano armada y otros, las famosas Bases de Operaciones Mixtas (BOM), sin embargo, la sobada política de los derechos humanos marcó la pauta para desmantelarlas. El resultado es sangriento. Sólo hay que ver las ejecuciones cotidianas en Juchitán de Zaragoza o en Tuxtepec para darse cuenta que el asunto de los derechos humanos a lo único que ha contribuido es a llenar más de sangre nuestras calles y hogares. Si bien es cierto que algunas quejas de abusos permearon entre las autoridades, también es cierto que las actividades criminales se dispararon, provocando una cadena interminable de ejecuciones y homicidios. La cifra de dichos ilícitos nos ubican e nivel nacional como una de las entidades más violentas. Si a ello se agrega los abusos y atropellos de grupos, sindicatos y organizaciones sociales, conculcando los derechos civiles, el asunto de la inseguridad figura como un serio dolor de cabeza para las autoridades. Hay que continuar pues con los operativos conjuntos, que aquello que la sociedad oaxaqueña demanda es una mayor seguridad. Los criminales deben estar en prisión.