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Opinión

Debates y Deslindes

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Durante muchos años, los presidentes, caciques, jefes políticos o mandamases de un país han tenido como privilegio participar en el nombramiento de sus sucesores. Aquí en México, Venustiano Carranza, que se empeñaba en hacer uso de ese privilegio, pero había escogido a la persona equivocada, fue asesinado por Álvaro Obregón. Salvo esa terrible equivocación y desde esa fecha los presidentes de la república, y casi todos los gobernadores de los estados, han podido nombrar, o al menos participar, en la designación de sus sucesores. Así nos acostumbró el PRI durante más de 70 años.

Con las últimas reformas electorales que se establecieron, en dos o tres ocasiones se ha respetado la voluntad popular expresada por el voto de los ciudadanos en las elecciones, máxime como en la última elección presidencial donde no había lugar a dudas, hasta sus actuales enemigos votaron por López Obrador. Enrique Peña Nieto tuvo ese extraño privilegio de agotar la paciencia de los mexicanos. Eso y una campaña de 18 años, llevó a que se respetaran los votos depositados en las urnas.  

Comento esto porque en las últimas semanas el presidente de la república se ha dedicado a decir una y diez veces a los mexicanos que él no hará uso de ese privilegio de decidir quién será su sucesor. Será el pueblo de México el que decida y el que salga, el que decidan los mexicanos, “a ése, yo lo voy a apoyar incondicionalmente”, manifestó.   

No tenemos por qué no creer que haya tomado esa decisión y que la respete. Es un tema delicadísimo para tomarle el pelo a los ciudadanos y tratar de engañar a sus seguidores. Que en estos momentos son cerca del 70 por ciento de los electores. Sus argumentos son firmes. Si yo elijo y me equivoco se equivoca el partido y vamos a perder la presidencia. El pueblo nunca se equivoca y si apoyamos a quien el pueblo elija vamos a seguir gobernando este país.  

Normalmente, en todo el mundo cuando un partido de oposición llega al poder los electores le dan dos o tres periodos de gobierno para que demuestre la validez de sus principios políticos, cuando los tiene. Las administraciones pueden hacer planes a largo plazo confiados en que el electorado va a mantener su decisión de voto. Si nos atenemos a esa estadística, a Morena como partido le faltarían 8 años de gobierno en la presidencia de la república. Un analista político, José Luis Porras, no está de acuerdo, considera que AMLO se ha peleado con grupos importantes de profesionistas, empleados y gremios de mexicanos que van a formar un frente único y va a perder las elecciones. No lo considero válido. No hay nada que respalde este dicho, ya que las encuestas afirman que AMLO tiene más del 60 por ciento del electorado a su favor, y las obras de gran calado que se propuso realizar están en camino de terminarse.   

El próximo año será clave para inaugurar obras, resumir logros y consolidar esfuerzos. Los enemigos de esta administración están cada vez más identificados, radicalizados y aislados. Han recurrido a mentirle a la población y eso se puede hacer una vez, pero no siempre, ni con toda la población. Las mentiras y la política de confrontación que llevan se les están volviendo en contra.  

Todavía falta mucho tiempo para las elecciones presidenciales, en la puerta están las elecciones del Estado de México y de Coahuila que si las llegaran a ganar los candidatos de Morena —como parece— sería imposible pensar en un cambio de partido en el poder.  

Los dos estados claves antes de la elección presidencial no encuentran candidatas de oposición para que los representen, los problemas de género están moviendo el tapete a los candidatos que ya se sentían sentados en la silla de los gobernadores.  

Nuevo Gabinete

Se terminaron las fiestas de la Guelaguetza y la Feria del Mezcal, que constituye una demostración muy clara de la fuerza que ha tomado esta bebida en la economía oaxaqueña. Hace pocos años que los productores del mezcal tenían problemas para entrar al mercado nacional e internacional, y ahora estamos en plena producción y exportación de esta bebida que supera en calidad y gusto a muchos otros aguardientes. El mezcal tiene una aceptación mundial y las cifras de exportación y del consumo nacional demuestran un mercado propio. En estos momentos tiene un mercado seguro y grupos de consumidores en todo el mundo. La derrama económica se estima en varios miles de millones de pesos.  

Ahora empiezan los tiempos de los cambios políticos. En pocos meses saldrá Alejandro Murat del palacio de gobierno y entrará otro partido, y se piensa que otras ideologías. Yo no estoy muy seguro de ello porque los políticos oaxaqueños parecen cortados con la misma tijera. Utilizan las siglas de otros partidos para llegar y una vez sentados en la silla hacen exactamente lo que hacían sus antecesores. No cambian nada y la votación sirvió para decir: quítate tú, para ponerme yo.  

Ésa es una de las grandes tragedias del subdesarrollo, no existen cuadros suficientes o estos no están preparados administrativamente e ideológicamente para transformar los usos y costumbres de la administración pública.  

Sólo conozco tres gentes que conocen la administración pública de Oaxaca y que podrían proponer mejoras. Sin embargo, tratar de hacer más eficiente la burocracia del estado tiene un irresoluble problema. El Sindicato de los Trabajadores al Servicio del Estado, que constituye uno de los problemas torales de la administración. Ningún empleado sindicalizado se ha presentado a trabajar desde hace dos años porque su sindicato alega el contagio de Covid. Sin embargo, el aparato estatal sigue funcionando. Con lo que se demuestra que los empleados sindicalizados del gobierno estatal no hacen nada, ABSOLUTAMENTE NADA. Tienen dos años sin trabajar y las cosas marchan.  

Si tuvieran un poco de vergüenza se darían cuenta que han demostrado que no sirven para nada y que sólo devengan un sueldo. Ése sería el principal problema de la nueva administración.