La violencia machista
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La violencia machista

 


Ahora que se conmemoró el Día de Lucha contra la violencia machista y salieron a la luz pública datos sobre asesinatos, mecanismos de desprecio y agresión de los hombres contra las mujeres, me sorprendí de la brutalidad del comportamiento de la especie humana. Realmente, de humanos no tenemos nada al ser capaces de mostrar ese comportamiento.    

El país está sumido en una crisis de seguridad pública por la violencia machista. Tan solo entre 2018 y 2020, 11.602 mujeres han sido asesinadas en México, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y 3.957 en el último año. Eso sin contar la violencia en casa que no se denuncian y las agresiones múltiples que sufren en la calle y que no se sabe de ellas porque forman parte de una violencia cotidiana que practicamos y a la que nos hemos acostumbrados. Somos, desgraciada y trágicamente, un pueblo machista que no respeta al sexo opuesto.    

Un informe publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), por Alicia Bárcena afirma que 4 mil o91 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 26 países de la región. El asesinato es la máxima expresión de la violencia de género que sigue estando presente en la vida de millones de mujeres de todas las edades y clases sociales. La violencia afecta a las mujeres y a las niñas de nuestra región. Un examen de conciencia honesta de cada uno de los ciudadanos mexicanos nos tiene que llevar a una realidad muy dolorosa. Todos, con honrosas excepciones, somos machistas y lo que es más grave nos comportamos como machos. Así fuimos educados. Los hombres que tienen hijas o hermanas son más violentos.   

El machismo repercute en la sociedad en su conjunto, nos hace naciones y personas subdesarrolladas, primitivos, faltos de educación y ética, lo que constituye obstáculos para el logro del desarrollo económico y la convivencia armoniosa.   

La violencia es continental. En Argentina se registró, en promedio, un feminicidio cada 31 horas en lo que va de año, según el Observatorio de Feminicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación. Un total de 241 mujeres fueron asesinadas, por el hecho de ser mujeres, entre el 1 de enero y el 15 de noviembre.    

En Colombia, la Procuradora General de la Nación, Margarita Cabello Blanco, calificó de “preocupantes” las últimas cifras oficiales. Hasta octubre, 98.545 mujeres fueron víctimas de algún tipo de violencia, de los que 23.679 fueron por violencia por la pareja, 8.534 por violencia intrafamiliar y 15.644 por delito sexual. En lo que va de año 797 mujeres han sido asesinadas, 88 más que en todo el 2020. Hay un dato preocupante: más del 90% conocía a su victimario. La violencia se dio dentro del círculo familiar en todos los países.   

Los datos muestran la dificultad de las naciones sudamericanas para poner freno a estos crímenes pese a la creciente concientización social y las leyes vigentes que buscan proteger a las víctimas.   

Cuando veo las noticias de los actos celebrados por la conmemoración me indigna las conductas del grupo Negro de mujeres. Que se dedican a la destrucción de inmuebles, estatuas, y agredir a los policías y demás autoridades. Creo que son auténticas delincuentes, que destruyen los bienes públicos, pero cuando pienso en los billones de agresiones que ellas han sufrido y sufren y tienen que aceptar en silencio —porque es la cultura que tenemos— y ellas no pueden alzar la voz y protestar. Entonces justifico esas expresiones agresivas y si no la acepto, si trato de entenderla.   

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador tiene serios problemas con la violencia generalizada, los crímenes, aunque han disminuido, representan un problema serio que no se ha podido solucionar. En el caso de los feminicidios se ha centrado en demostrar un avance en el combate a los delitos contra las mujeres e insistir en la vocación feminista de su administración; sin embargo, no deja de reconocer que detrás de ciertos movimientos feministas hay rastros de una política en contra de su administración. Las cifras que citan las autoridades hacen referencia a reducciones puntuales en delitos como el feminicidio y las violaciones. En contraste, las organizaciones de la sociedad civil que trabajan día a día con las víctimas señalan que en un contexto más amplio la violencia feminicida en el país está lejos de acabarse y lejos de mejorar.  

Lamentablemente, la evolución de las conductas sociales es lenta y tarda generaciones.