La lealtad, esa sutil y fuerte realidad
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La lealtad, esa sutil y fuerte realidad

 


Vivimos en un país movido vertiginosamente e interesante en su vida pública y política, hay que aprehender a disfrutarlo. Las repercusiones de la boda de hace 9 días, realizada en Guatemala, de Santiago Nieto y Carla Humphrey, panista recalcitrante, ha introducido novedades en el escenario político. En teoría, el tema está muerto; sin embargo, aún subsisten dudas. 

Por una parte, tratan de hacer pasar al presidente como un político purista que no permite ningún lujo de los actos sociales de sus empleados. Afirman que es cero y van dos. No lo creo así, si bien las bodas suntuosas no son de su devoción, él cuando se casó no lo hizo público. 

El hijo menor del presidente festeja sus cumpleaños en la más absoluta discreción, lo mismo sus hijos y esposas. Su pensamiento es que los funcionarios no pueden hacer alardes de fiestas fastuosas en un país donde hay tantas carencias y pobres. Ya existía el antecedente de César Yáñez, el hombre más cercano al presidente durante varios lustros, hasta que justamente una boda fastuosa provocó una especie de exilio político a partir de 2018. Él, que ayer cumplió 68 años, anunció en la mañanera del viernes que no habría recepción.  

Lo que condena AMLO es el escándalo que se hace con estos acontecimientos y, en este caso, la traición. Entre los 300 asistentes al enlace nupcial se encontraban la gobernadora de Campeche, Layda Sansores; el exgobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz; la ministra Yasmín Esquivel y su esposo; el empresario José María Riobóo; así como la panista Josefina Vázquez Mota, a quien Enrique Peña Nieto le dio mil millones de pesos para atender el problema de los migrantes en los Estados Unidos y no hizo nada, solo hacerse más rica. La primera pregunta es el tipo de invitados que iba en el avión donde se escenificó el escándalo, Carolina Viggiano, aspirante a gobernar Hidalgo, esposa de uno de los Moreira, que le tupe a Morena.

También iba en el avión Perla Díaz y el empresario teatral que hacía pocos días había recibido un contrato millonario de 15 millones de dólares por parte de la Secretaría de Turismo de la Ciudad de México para organizar el desfile del Día de Muertos. Si faltara algún ingrediente de los invitados de Nieto a su fiesta familiar iba el enemigo público número dos del presidente: el dueño del periódico El Universal, que todos los días le pega. El presidente le responde de vez en cuando, pero es un pleito casado. Invitar al enemigo jurado de su empleador me parece, sino un suicidio, sí un error, una falta de juicio y evidentemente una falta de sensibilidad política.  Yo he dejado de leer El Universal y de distribuir sus informaciones porque ataca a mi admirado señor presidente.

Otro dato son los 35 mil dólares distribuidos en siete sobres que primero se le atribuyeron a la sobrina bisnieta de Porfirio Díaz, Perla, quien dejó esa misma tarde de ser secretaria de Turismo de la Ciudad de México. Después, Ealy Ortiz afirmó que eran de él para pagar en Los Ángeles, California, un tratamiento médico. Que yo sepa esos pagos se pueden hacer con cheque o con tarjeta de débito o crédito. Hay otra versión de que eran un regalo a los novios. Total, Nieto invitó a todos de dulce, de chile y de manteca. 

La salida de Santiago Nieto no debería haber sido una sorpresa. Desde agosto se planteó que Nieto era una bomba de tiempo, porque estaba jugando contra el presidente y asumiendo posiciones ajenas a los deseos de su jefe, e intrigando para alcanzar objetivos políticos personales. Nieto lo negaba, pero dentro de Palacio Nacional arreciaban las críticas. El conflicto con el fiscal Alejandro Gertz Manero, que hace más de año y medio es público, se agravó. Por una parte, aceptó la denuncia de la familia de su hermano por presuntos delitos financieros del fiscal y, por la otra, fue a contracorriente de Gertz Manero en las acusaciones contra el exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Mientras el fiscal lo acusa de delitos vinculados al narcotráfico, Nieto lo acusó de delitos de cuello blanco.

La impresión que me da este sainete es que el presidente está solo en la lucha para implementar su programa de gobierno, si éste, Santiago Nieto, que era su brazo armado, su hombre de confianza, ahora todo parece indicar que le jugaba las contras estableciendo cordiales e íntimas relaciones con los personajes a los cuales tenía que investigar, que será con los otros funcionarios. Monreal, ya pintó su raya.

Una fórmula de lealtad es que los enemigos de mis amigos son mis enemigos y los amigos de mis amigos son mis amigos. Otros afirman que la política no es la guerra y no debe serlo. No podemos concebirla como un juego de enemistades terminantes donde hay sanciones a los acercamientos, con personas que piensan distinto. Tal concepción no crea democracias, las destruye con polarización y odio. El infantilismo político de quien no acepta al contrario no es bueno. Que esto no se debe de tener presente en la política porque ataca la pluralidad y la democracia, es cierto, pero la boda es un acto íntimo al cual solo se invita a los allegados y amados. En las circunstancias actuales del país. Poner la otra mejilla a los enemigos de AMLO sería un suicidio. quienes crean que el presidente va de salida y que rumbo a la grande no se puede perder tiempo, ni mantener la pureza, se van a equivocar: si el jefe ve que se mueven de más, no van a salir en la foto de la sucesión.  

En qué confusión había caído Santiago Nieto que invitaba a los enemigos de su amigo patrón y líder a su boda, que no sabe contar, no sabe leer, no ve la prensa. No tiene un amigo o un confidente que le cuente cómo van las cosas en Palacio. Como siendo así, pudo llegar tan lejos. Hay formas y formas. Y aquí, se rompió la fórmula de la lealtad. fin