Los claroscuros de México
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Los claroscuros de México

 


Los claroscuros de México
*Viva Oaxaca

Decía un poeta que más pronto cambia el corazón de una mujer que el corazón de una ciudad. Lo cual es absolutamente cierto. Lo vivo cada momento en la Ciudad de México cuando salgo de mi casa y encuentro un puesto nuevo en la calle de algún sub empleado que ha buscado otra forma de vivir. Crean nuevos trabajos, los inventan para oponerse en medio de la cadena de distribución de la miseria, hay quienes ponen una serie de botes en la vía pública y empiezan a cobrar porque los automovilistas se estacionan en el sitio del cual ellos se han apropiado.

No crea usted que son indigentes, algunos tienen ropa de marca, zapatos modernos y han hecho de la calle y la vía pública un buen negocio. Los automovilistas les dan lo que piden y los dejan estacionarse. Otro invento de crear nuevos trabajos es el de los empleados de los cines que le llevan a uno hasta su asiento las palomitas y los refrescos, hay también una nueva plaga los mensajeros que a cualquier hora del día o de la noche le llevan a usted una medicina o una pizza hasta su casa, han proliferado como hongos y las motocicletas se van apropiando de la calle. Eso sin contar los giros negros y los cobros de piso porque el hampa da trabajo y paga en todo el antiguo Distrito Federal hoy brillante Ciudad de México. Ahí está Tláhuac y la disputa por el poder del tráfico de drogas y el crimen organizando.

Así podíamos seguir mencionando innumerables trabajos que ha creado el neoliberalismo de personas que laboran por su cuenta sin ninguna seguridad social, sin ninguna prestación, más que las propinas que les dan las personas que las ocupan o lo que voluntaria o involuntariamente le sustraen.

Todo parece indicar que el sueño dorado de que sean las reglas del mercado las que fijen la forma de sobrevivir y vivir de los mexicanos está en todo su apogeo. El neoliberalismo triunfó en su forma más brutal y violenta en lo que era casi el Paraíso. Tenemos un salario mínimo vergonzoso, que no alcanza para vivir, es un salario para irse muriendo de desnutrición y hambre. En cualquier lugar del mundo se avergonzarían las autoridades de estar matando a su pueblo con esa cantidad que aprueban se le pague a un mexicano por una jornada laboral.

La organización México, Como Vamos, indica que la pobreza laboral no se ha podido superar desde 2008 lo que ocasiona que 4 de cada 10 familias no puedan comprar la canasta básica con los salarios que perciben y que los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero son donde se concentran los mayores índices de miseria.

El gobierno que antes se encargaba de vigilar o modelar los derechos de los trabajadores, ahora es una pequeña ínsula para dar trabajo a una serie de amigos, compadres y saqueadores de los bienes públicos. Si es verdad que muchos de los puestos: diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores y presidente de la República son electos, las votaciones resultan una mascarada organizada por el INE, a través de la voluntad e interés de los representantes de los partidos políticos.

Los funcionarios electos juran cumplir con la Constitución, no sabemos a qué constitución se refieren. La aprobada en Querétaro ha sufrido cerca de 700 reformas y es ahora una caricatura de aquel contrato social que llegó a llamarse la primera constitución del mundo con contenido social del siglo XX, se ha ido transfigurado de tal manera que fueron abolidos, casi totalmente, los derechos sociales y el gobierno ha quedado reducido a una distorsionada figura que sólo autoriza a una mafia a disponer la cosa pública a su antojo y beneficio, al texto constitucional está despojado, incluso de simbolismo patriótico.

La constitución permite a los gobernantes convertirse en administradores poco eficientes y nada pulcros de los impuestos pagados por la sociedad, la constitución ha entregado al sector empresarial tanto la responsabilidad de la seguridad del país, como la evolución y dirección de la economía nacional. Los ricos, el 5 por ciento, son más ricos y los pobres son más pobres.

Esa es la tragedia de la democracia de nuestros días: elegimos a gobiernos desprovistos de facultades. La mayoría con las manos libres para corromperse, apoltronados, dedicados a medrar, porque no saben, ni pueden gobernar, la misma constitución se los impide. De los gobernadores presos o indiciados van a salir libres de culpa todos, como Raúl Salinas de Gortari que hasta quería que le pidieran perdón por los años que estuvo en preso.

Tenemos un sistema de partidos políticos desprovistos de ideología que sólo ambicionan el poder y se han convertido en fuentes de chantaje permanente. Conducidos por camarillas, que brincan de una sigla a otra, dan como resultado que las cámaras de diputados y de senadores se mueven al ritmo de concesiones recíprocas, lo que conduce a la aprobación de leyes basadas en conveniencias de un partido, pero que benefician a todos los partidos.

El Estado ha dejado de ser una entidad responsable de dirigir la economía nacional y moderar los extremos de la desigualdad social que genera miseria en forma geométrica. Los puestos se ha convertido en una lucrativa fuente de enriquecimiento de los principales detentadores de la tarea política y el sistema financiero y comercial busca en miles de formas de despojar a cada ciudadano del fruto de su trabajo. Para empezar deteniéndole su salario como en una tienda de raya.

En esas condiciones se da la lucha por el poder político de la mafia o grupo que gobierna México. Estamos en plena pelea por las posiciones, vemos cómo se enfrentan las diferentes facciones representadas por el capital internacional y nacional y las camarillas de partidos políticos con sus diputados y senadores. La consigna es muy simple, que no llegue Andrés Manuel López Obrador a la presidencia. Para eso están dispuestos a votar por una segunda vuelta en las elecciones, a las más distorsionadas y aberrantes alianzas, a la compra y corrupción de las elecciones y hasta la violencia. Si fueron capaces de matar a Luis Donaldo Colosio, que no representaba ningún peligro, que no serán capaces de hacer el próximo año por seguir manteniendo sus privilegios.

Si bien es cierto que la primera premisa del poder es mantenerlo, el poder público es para beneficiar a la sociedad en su conjunto y no sólo a un grupo privilegiado. La democracia implica poder del pueblo, para el pueblo y por el pueblo como dijo Abraham Lincoln, no la acción de una mafia que se adueñó del poder para su beneficio.

LAS FIESTAS DE JULIO

Julio y diciembre son algunos de los meses más bellos de Oaxaca. El escenario de nuestro mundo se pinta de verdes, de solferinos de los árboles de fuego, de los morados de las jacarandas, el ambiente se llena de suaves aromas compuestos de sándalo, frutas y tierra mojada. Los mercados se llenan de sabores de frutas, comidas, dulces, tamales, aguas frescas, flores y de los gritos de las vendedoras que tratan de convencernos de las bondades de sus artículos.

Hay ambientes en los espacios de nuestra ciudad que sacan las pasiones, que producen rumores, jadeos, frotaciones y roces. Se escuchan los sones y ritmos de la voz, los instrumentos y los bailes de los bailarines de la Guelaguetza, también las voces multi expresivas de las variedades del mixteco y zapoteco que se entremezclan el alemán, inglés o francés de los visitantes.

Se escuchan todos los sones y los ritmos, desde los cantos tristes de la Sierra y la montaña hasta los sones candentes de la Flor de Piña, de las vestimentas, ni hablamos, en un encuentro multi étnico encontramos la mayor diversidad y variedad de los trajes regionales. Se establece entre Oaxaca y las personas un ambiente de sensualidad y misterio, de una comunicación clamorosa, que se da en los portales, en las calles, de las ceremonias y rituales de la ciudad y en los encuentros casuales.

En Oaxaca hay todo, menos incomunicación o blancos y negros, todo es colorido, hasta los plantones de maestros cada día más inútiles y más perversos.

Oaxaca es una nación ingobernable, que produce una sensación de libertad y alegría, una ciudad llena de colores, sabores, olores y estados de ánimo, cuyas fiestas mueven a todo el estado a entregarse por completo en una Guelaguetza que va más allá de los bailes y canciones y que nos regala pedacitos de alma de cada uno de los participantes. Una nación con sus propios ritos y costumbres donde se involucran a todo el mundo que llega y vive en Oaxaca como un principito y un fin de la vida. Fin