PRI: “Estas ruinas que ves”
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Opinión

De Paradojas y Utopías

PRI: “Estas ruinas que ves”

 


1).- Obligada autocrítica

El PRI vive una debacle irreversible en México. Si los priistas no lo ven así, están perdidos. Debe refundarse. Dejar atrás los esquemas autoritarios y los cacicazgos; el futurismo atolondrado y las deslealtades. Esa abominable ronda generacional que lo ha hecho un partido patrimonialista. Esos arreglos cupulares permeados por la conveniencia, el doble discurso y la traición. Partido acartonado y necrosado. Ya no da una. Ha ido perdiendo poco a poco no sólo sus bastiones históricos, sino su capacidad de aglutinar cuadros y militancia. Las gubernaturas se le han ido cayendo como castillo de naipes.

Ni en los tiempos de la transición 2000-2012, con el reinado del PAN, el tricolor se extravió tanto como hoy. “En realidad —dice Roderic Ai Camp— el PRI siempre funcionó como actor subordinado al presidente y a sus elegidos en la rama ejecutiva”. (Metamorfosis del liderazgo en el México democrático, FCE, México, 2012, p. 57). Tal cual hoy Morena con López Obrador. Desde ahí les tiran línea y empoderan al partido.

2).- Oaxaca, cadena de traiciones

En 2006, estimo, inició la caída del PRI en Oaxaca. Perdió diputaciones federales y locales. Era el gobierno de Ulises Ruiz. El estado —decía el eslogan— “era todo, territorio PRI”. Coletazos del movimiento político y social, azuzado por los mismos priistas. URO fue acusado de represor y carnicero. En 2009, el tricolor recuperó su hegemonía. En 2010 perdió la gubernatura. Ganó Gabino Cué, al frente de una coalición: PRD-PAN-PT-MC. Eviel Pérez Magaña reconoció su derrota ipso facto.

Connotados priistas trabajaron para Cué y hasta repartían puestos. Traicionaron a su partido como venganza hacia Ulises. Y empezó la rebatiña por la dirigencia del PRI. Hubo calma chicha en 2016, para la campaña de Alejandro Murat. Cuestionaron la primera vez que Eviel dirigió al partido y lo tundieron a pasto. De ahí para adelante, el CDE fue un festín de colocaciones. De operador político-electoral pasó a una oficialía de partes. En el pasado proceso levantó la cabeza, pero las traiciones y los golpes bajos hicieron su parte.

Quienes han presidido el tricolor han tenido que bogar contra corriente en esta administración. Inexplicable que siendo gobierno hayan sobrevivido casi en la indigencia. Laudos, adeudos, falta de pagos, han sido el sino del otrora partido invencible. ¿Sana distancia? No. No es un secreto el apoyo discrecional, en un sistema de partidos en México que sobrevive del apoyo de gobiernos locales. Lo que hubo fue una negativa tácita del que manda con el partido que lo llevó a la gubernatura.

3).- El affaire AAA

Estigmatizado y descalificado por algunos de sus correligionarios, Alejandro Avilés fue, en mi opinión, la carta más competitiva para la gubernatura. Sin embargo, no sin dudas e inconformidad, dejó atrás las aspiraciones de al menos dos buenos cuadros: Paco Villarreal y Germán Espinosa. Ambos se movieron e hicieron campaña interna. Confiaron en la apertura de su partido. En el fin del dedazo y las imposiciones cupulares. Pero no. Disciplina o resignación, ambos cumplieron con las tareas encomendadas en campaña. Pero hubo otros que con el estigma de haber traicionado a su partido, también tuvieron responsabilidades. Siguieron en las mismas. Y hoy quieren apropiarse de los despojos tricolores.

Fue imposible para AAA armar un equipo compacto y unido de campaña, que trabajara codo a codo con el partido, encabezado por Javier Villacaña. Éste se movió en paralelo, pero había detrás quienes hacían labor de zapa. Los golpes bajos, las operaciones de descrédito y la rebatiña por el manejo de los recursos, permearon toda la campaña. Hábil y calificado como buen operador político, Avilés estaba convencido del escenario político-electoral nada alentador por el que caminaba. Y aunque le puso su mejor enjundia, poco le ayudaron las intrigas y las traiciones. Incluso de miembros del gabinete ampliado que bailaron en dos pistas. La derrota, pues, ya estaba cantada. 

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— Mientras el evidente repunte de Covid-19 empieza a hacer estragos de nueva cuenta en el país, la nota en Oaxaca es la crisis sindical que vive la Sección 35 del SNTSA y la sucesión en esa Cueva de Alí Babá.

— A punto de iniciar las llamadas “Fiesta de julio”, la ciudad capital muestra una vez más su rostro más emblemático: un Centro Histórico convertido en estercolero. Baches, calles convertidas en paisajes lunares y entradas y salidas colapsadas por obras interminables. Bares, antros y restaurantes, “de comida tradicional, devenida internacional”, a precios inaccesibles para los simples mortales. Julio, para que muchos hagan su agosto.

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