Diálogo vs. Ley: Ficción política
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Opinión

De Paradojas y Utopías

Diálogo vs. Ley: Ficción política

 


1).- Lavarse las manos

En Oaxaca ya es común, en la parte oficial, aplicar con singular cinismo “la política del avestruz”. Esconder la cabeza. Ya hemos dicho: el 2006 –el movimiento político y social– y el 2016 –el affaire Nochixtlán– trajeron consigo un lastre de anarquía, ingobernabilidad y desafío a la ley. Cualquier baba de perico bloquea calles y carreteras; atraca en casetas de cobro; extorsiona y chantajea al gobierno; secuestra y golpea a empleados. Organizaciones sociales, grupos políticos, sindicatos, confederaciones. Maestros, normalistas, transportistas, mercaderes, etc., hacen de la ley y la paz social una caricatura. Todos se cuecen en el mismo perol ¿Y el pueblo? La víctima silenciosa.

Hay todo un historial de impunidad. Durante dos semanas, un grupúsculo de normalistas –del CRENO y la ENBIO– nos ha hecho ver nuestra suerte. Secuestro de camiones, bloqueo de cruceros, vandalismo en oficinas. Ya son comunes estas acciones. Nadie les finca responsabilidades. Los manipuladores están identificados. Quieren seguir lucrando con los espacios en las normales. Otra más. Vecinos de San Antonio de la Cal han contribuido a este entorno de ingobernabilidad. Han arrojado camiones de basura para bloquear la carretera 175, en protesta por la designación de un comisionado político que no es del agrado del grupo afín al presidente municipal recientemente depuesto.

Se pitorrean de las autoridades. Porque no existe una política que reivindique el papel del Estado como salvaguarda del interés público, frente a intereses particulares o de grupo. Hay un miedo patológico para usar los instrumentos que la Constitución pone en manos del gobierno. Oaxaca es algo único. Edén de la protesta y el chantaje perpetuos. Algo más: de la impunidad galopante.

2).- Diálogo y estulticia

Sin duda, la divisa de un buen gobierno es construir consensos y unidad; diálogo y civilidad. También la gobernanza con contrapesos y disensos, eje de todo régimen democrático. Pero la aplicación de la ley no es excluyente. Es un componente esencial. Negar el uso de la violencia legítima –de la lección de Max Weber– es poner al Estado como simple marioneta. La recurrencia de las mesas de diálogo por encima de la norma, ha creado en Oaxaca verdaderos Frankenstein y un entorno de impunidad. Ha rebasado los límites de la tolerancia. La vigencia del marco legal y el Código Penal no son artificios a los que hay que utilizar como resorte del arreglo político o para garantizar una incierta gobernabilidad.

Siguiendo a los clásicos, N. Bobbio concluye que “la igualdad, la seguridad y la libertad están garantizados por los caracteres intrínsecos de la ley, más que por el ejercicio legal del poder”. (El futuro de la democracia, FCE, México, 2018, p. 174). Además, no puede concebirse como exceso de poder o represión, a quien privilegie el diálogo, pero actúe con la ley en la mano. Tampoco es atentar en contra de los sobados derechos humanos. Un concepto ya trillado con el que algunos podrían equiparar a “El Mencho” o “El Marro”, a cualquier periodista estigmatizado por AMLO o J. Ackerman. “Porque aquí, como en cualquier parte, el mundo no ha encontrado nada sagrado en la abstracta desnudez del ser humano”, parafraseando a Hannah Arendt. (Zymunt Bauman, Amor líquido, FCE, México, 2018, p. 165).

3).- Terror e impunidad

Hay una especie común en la entidad oaxaqueña. Se ve a las mesas de diálogo como el faro de luz de la gobernabilidad. No es así. Los ficticios acuerdos de paz son alicientes temporales y efímeros de viejas rencillas. Secuestros y masacres –que las ha habido y muchas– se quieren ver bajo el prisma de la pobreza y la opresión; la victimización o la injusticia. Y no como acciones criminales que deben ser pasadas por el rasero de la ley. El chantaje de organizaciones y grupos de presión, se miran con la indulgencia de los pactos secretos con estos vividores del erario.

Enfrentamientos o vendettas entre comunidades, disputas políticas, agrarias y postelectorales, que rebasen los límites de la civilidad, el respeto a la norma y busquen la ruta de la impunidad, deben ser vistos como tales. Y termino con una cita, convencido de que, en nuestro medio, el poder público está atenazado por el temor. Esa debilidad dice George Steiner: “puede exaltar o envilecer; seducir o asquear; apelar a la virtud o a la barbarie; magnificar la sensibilidad o banalizarla”. (Los Logócratas, FCE, México, 2007, p. 59).

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

—El protagonismo e ignorancia de nuestra bancada de Morena en la LXIV Legislatura va de pifia en pifia. Tropezaron con la “Ley Antichatarra”, ahora quieren revivir el movimiento de 2006. Rapaces y doble discurso, arremeten contra funcionarios corruptos, pero esconden los sobornos que reciben debajo de la mesa. Nos faltan unos hilos para cuadrar “el pago por evento”, por el préstamo de 3 mil 500 millones. Será nota nacional.

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